Ahora le toca al Espíritu Santo renovar la alianza en los corazones, llevarnos a la plenitud de la verdad, desvelarnos los misterios de la Redención, transformarnos, santificarnos y configurarnos con Cristo.
El Espíritu Santo, Persona divina, es el Don que Cristo derrama desde el Padre. Sin Él, poco seríamos, poco podríamos hacer. Lo veremos actuar y derramarse abundantemente en la santa Pascua, en la noche de la Vigilia pascual, en los sacramentos de Cristo celebrados en la Iglesia.
Sí, creemos en el Espíritu Santo. Así dice el Credo que reciben los catecúmenos en Cuaresma y que, cada domingo, profesamos:
Creo en el Espíritu Santo.
¿Pero qué queremos decir cuando decimos que creemos en el Espíritu Santo? ¿Qué supone, qué implica, qué dice ese artículo del Credo?
"n. 7. Hemos recorrido ya todo lo contenido en el símbolo que se refiere a Jesucristo, el Hijo único de Dios y Señor nuestro. Para completar la Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo continúa así: Y en el Espíritu Santo. Muchas cosas se dijeron del Hijo, porque el Hijo asumió al hombre. Se hizo carne el Hijo, la Palabra, no el Padre ni el Espíritu Santo. Pero la carne del Hijo la hizo la Trinidad entera, pues las obras de la Trinidad son inseparables.
Lo dicho del Espíritu Santo, aceptadlo de tal forma que no creáis que es menor que el Hijo o el Padre. Pues el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo, la Trinidad entera, son un solo Dios; nada hay allí que los separe, nada distinto, nada que falte, nada que sea contrario a otro.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son siempre iguales, invisibles, e inmutables.
¡Que la Trinidad nos libre de la multitud de los pecados!"
(S. Agustín, Serm. 213,7).
¡Luz de nuestras luces,
ResponderEliminarAlma de nuestras almas!
Tú que moras en lo más hondo de nuestro ser,echa fuerte tus raíces en nosotros de tal manera que siempre te secundemos con agrado en tus mociones e inspiraciones, sean cruz o alegría, y que vengamos a ser reales templos vivos de tu Presencia en la Iglesia y en el mundo.
¡Espíritu Dador y Santificador,
purifícanos de nuestras maldades por la Gracia de Jesucristo, y habítanos con todo tu Poder y Misericordia desplegados, actuantes!
¡Oh, Espíritu divino, hágase en nosotros según tu sabia Voluntad, siempre! Amén.
Amén.
EliminarHabría que sumar las muchas peticiones de Laudes donde se suplica la presencia y acción del Espíritu Santo en la Cuaresma.
Felicitas, hacía tiempo que no la veíamos por aquí, mejor dicho, que no la leíamos por aquí. Nos alegramos de volver a verla (a leerla). Un abrazo
Buenos días don Javier. Es cierto que pareciera ser más pequeño el Espíritu Santo centrándonos sólo en Jesús y el Padre, pero claro ¿Qué de algunos de Ellos sin el Otro? Un abrazo.
ResponderEliminarEntre Ellos, se disolvería la Trinidad en algo extrañísimo, pero eso es teología-ficción.
EliminarPero, ¿y nosotros sin Él? ¿Qué haríamos sin el Espíritu Santo? ¿Orar? ¿Santificarnos? ¿Amar? ¿Ofrecernos? ¡Nada!
¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu a los que se lo pidan! Promesa de Cristo, y Él cumple siempre sus promesas. Pero ¿cómo oir su voz estando nosotros tan sordos? Nos toca colocarnos en situación de escucha, limpiando mente y corazón de sus múltiples ruidos, a fin de no confundir la voz del Espíritu con una “idea genial” porque su voz no es la bombilla de los bocadillos de los tebeos. Hay que hacer espacio pues “llevando las manos embarazadas” no se puede tomar lo que Dios da: “… Sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía”.
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Esa petición al Padre siempre es escuchada: Él nos dará su Espíritu Santo.
EliminarA veces se puede confundir al Espíritu con una "idea genial", "una intuición personalísima", e incluso defender que todas nuestras "ideas geniales" son de Él. Pero cuando son del Espíritu, primero vienen con claridad y sin sombras, y, segundo, no suelen coincidir sin más con lo que a nosotros nos gustaría o querríamos. Suele sacarnos un tanto de nuestras casillas y vencer nuestra voluntad con su suavidad. Para eso está el discernimiento.
A mí me da miedo cuando todo, absolutamente todo, caprichos, veleidades, impulsos varios, etc., se atribuyen directamente al Espíritu Santo sin más discernimiento ni maduración ni reflexión; y es que algunos se creen con su impulsividad "es" ya el mismo Espíritu.
El soplo divino que nos sostiene en pié y nos sintoniza con Dios. Nos cuesta entender al Espíritu Santo porque no tenemos lo representamos de manera menos cercana a nosotros, pero está tan cerca como las otras dos Personas de la Trinidad. Circumincesión ... menuda palabra y qué importante sería que meditáramos sobre el Espíritu Santo en unión perfecta dentro de la Trinidad.
ResponderEliminarUn abrazo en el Señor D. Javier... seguimos unidos en oración.
Claro que nos cuesta: ni lo vemos ni lo oímos ni podemos tocarlo... ¡es Espíritu!, no es carne santísima como la de Cristo. Al Espíritu sólo lo sentimos por sus efectos y se nos da mediante signos sacramentales: imposición de manos, unción con el Santo Crisma o con el óleo de enfermos.
EliminarPero Él es la vida nueva que se nos regala, vida que brota de la Trinidad hasta nosotros.
Amigos, mañana responderé comentarios y los emails pendientes, si Dios quiere. Hoy no puedo más. Un día algo aciago.
ResponderEliminarDuerma y reponga fuerzas. Tras el día de trabajo, todo obrero tiene derecho a descanso. Buenas y santas noches :)
ResponderEliminarMás que cansancio, que lo tenía ciertamente, es que llevo dos o tres días de cosas y circunstancias que dejan sabor amargo, de aquellos días que si uno pudiera borraría completos.
EliminarGracias por su cercanía.
"Renovar la alianza,
ResponderEliminarllevarnos a la plenitud de la verdad,
desvelarnos los misterios de la Redención,
transformarnos,
santificarnos,
configurarnos con Cristo".
LO VEREMOS ACTUAR Y DERRAMARSE en la noche de la Vigilia pascual, y durante los 50 días siguientes...
¡Pero también lo necesito ahora!
¡Ven, Espíritu! ¡Llena este corazón y los de todos los hombres!
SIL:
EliminarCoja el volumen de la Liturgia de las Horas, y con paciencia espiritual, recopile en las preces todas las veces que ahora en Cuaresma pedimos el Espíritu Santo. Luego empléelo en la oración. Se llevará una grata sorpresa ya que es una petición muy frecuente.
Después de un tiempo sin entrar por aquí, por tenerlo siempre escaso, saludo a todos y especialmente a don Javier, al que deseo que, al ofrecer la santa Misa, el Señor transforme sus pequeñas (o grandes) amarguras, en dulzura.
ResponderEliminarQue la "pequeña esperanza" salga a su rescate recordándole que ni un vaso de agua dado en su nombre quedará sin recompensa.
Justamente ahora se me ha ocurrido pensar en la vida eterna como la plenitud del Espíritu Santo. Y el carecer de El, como el más terrorífico de los infiernos.
San Serafin de Sarov decía que el fin de la vida cristiana es adquirir el Espíritu Santo. A mí en primer lugar, me digo que debo aprovechar el tiempo y ser como las vírgenes prudentes, para aprovisionarme bien de ese aceite, que, incluso aquí abajo, todo lo hace suave. ¡Ven Espíritu Santo!
Aprendiz2:
EliminarNo se ausente, por muy ocupado que esté, de esta comunidad. Todos somos necesarios aquí, miembros vivos.
Gracias por sus deseos y petición. Las pequeñas amarguras... ahí están. Pasemos página.
Un gran abrazo
Cuando todo parece salir al revés, cuando mi relación con las personas y las cosas parecen complicarse hasta el infinito, cuando el transcurso de las horas me deja un regustillo amargo, aplico mi solución de emergencia que tiene una tierna nostalgia de la infancia:
ResponderEliminarY si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Estrofa de poesía del romanticismo que cristianizo cambiando su referencia. Recitarla delante del espejo imaginándome vestida de pirata, no falla; mientras me gana la risa, como diría mi amigo costaricense, oigo una voz en mi mente (debe ser mi propia voz) que dice pero ¿qué te esperabas?
¡Qué Dios le bendiga, don Javier! Me he dado cuenta que cuando entro en el blog coincido con hermanos en la fe de otras provincias españolas, de Iberoamérica y de Estados Unidos y esa circunstancia me hace sentirme Iglesia.
Aparte de imaginármela así, ante el espejo, soñando y rezando vestida de pirata (!!!!!!!!), bendito humor cristiano, coincido en la sensación de eclesialidad.
EliminarMe explico. Para mí es también muy importante que este blog se vaya convirtiendo en un ámbito católico, una pequeña comunidad virtual, donde venimos de distintas diócesis, de distintas provincias y hasta países. Aquí nos encontramos, aquí leemos, reflexionamos, aportamos, compartimos y rezamos unos por otros.
Esto es también una vivencia de eclesialidad, de sentirnos miembros de una gran Iglesia, la Católica. A mí me cabe el honor de "presidiros" porque me siento delante el primero para enseñar, y de acompañaros como sacerdote.
¡Qué grande y bella es la Iglesia! Este blog debe ser una vivencia renovada de Ella.