En el episodio magnífico de la zarza ardiente de Moisés, se entrecruzan el fuego (el cielo) y la vegetal (la tierra), lo divino (el fuego) y lo creado (lo vegetal), la verdad (fuego, luz) y la vida (la zarza): “la zarza que arde sin consumirse y cuya luz es la razón era la unidad sobrenatural de vida y verdad” (María Zambrano).
El fuego en la zarza lleva al conocimiento del Misterio ofrecido por Dios mismo revelándose:
“Como Moisés obtuvo este conocimiento en aquella ocasión, así la alcanza ahora toda persona desnuda de su envoltura terrenal y con los ojos abiertos a la luz que viene de la zarza, es decir, el esplendor nacido de las espinas de la carne, que es la “luz verdadera y la misma verdad”, como dice el evangelio. Una persona así es ayuda poderosa para la salvación de las almas, para destruir la tiranía de las potencias del mal y dar libertad a sus cautivos” (S. Gregorio de Nisa, Vida de Moisés, II, 26).
Además un segundo sentido, igualmente místico y espiritual: para poder revelarse y poder salvar a su pueblo, todo ha de ser purificado. Las zarzas son purificadas por el fuego y sólo así conocen a Dios; del mismo modo la humanidad ha de ser purificada para conocer a Dios y su salvación. Expresa la zarza ardiente la dureza y la esterilidad del pueblo judío que va a recibir a Moisés y que tantas veces no se dejará quemar por el fuego de Dios sino que resistirá a Dios. En esta ocasión, es san Agustín el que ofrece este significado:
Además un segundo sentido, igualmente místico y espiritual: para poder revelarse y poder salvar a su pueblo, todo ha de ser purificado. Las zarzas son purificadas por el fuego y sólo así conocen a Dios; del mismo modo la humanidad ha de ser purificada para conocer a Dios y su salvación. Expresa la zarza ardiente la dureza y la esterilidad del pueblo judío que va a recibir a Moisés y que tantas veces no se dejará quemar por el fuego de Dios sino que resistirá a Dios. En esta ocasión, es san Agustín el que ofrece este significado:
“La llama en la que se apareció el ángel o el Señor, significa algo bueno, y por eso, cuando vino el Espíritu Santo, se presentaron lenguas separadas, como de fuego; pero entonces debemos entender que la zarza no se quemaba, no por la ineficacia del fuego, sino por la dureza de la zarza. La zarza significa, pues, al pueblo espinoso de los judíos, al que era enviado Moisés. No se quemaba la zarza porque la dureza de los judíos, como dije, resistía a la ley de Dios. Pues si no viniese significado ese pueblo espinoso, no hubiese sido Cristo coronado de espinas por él” (Serm. 7,2).
Hoy ha logrado emocionarme, Don Javier.
ResponderEliminarMuchas gracias.
En mi percepción de las cosas expuestas, lo que más me conmueve es el hecho constatado que Dios siempre ha estado manifestándose al hombre, desde el principio de todo.
ResponderEliminarPaseaba con Adán y Eva, cada dia, manteniendo una cercanía del todo deliciosa.
Después de la traición que supuso el pecado, no nos mandó a la porra, sino que decidió iniciar un camino de redención progresiva, primero con el pueblo escogido y sus magníficas manifestaciones en el Sinaí, para culminar con la fantástica Encarnación de su Verbo amado en la Mujer por antonomasia, Santa María Inmaculada.
En Cristo hallamos a Dios tan cerca, tan cerca... que hasta pudimos matarlo...
Pero aún y con todo, y Gracias a la amorosa obediencia de Jesús hasta el final y Gracias a Su Resurrección de entre los muertos, Dios nos sigue hablando, se sigue manifestando a cada uno de nosotros, por medio de su Iglesia, del Magisterio de Papas tan extraordinarios como los 2 últimos que hemos tenido (por citar a los que nos pillan de cerca) y también en las maravillosas Apariciones de Santa María en Lourdes, Fatima y otros lugares.
Y luego está la vida de cada uno.
Creo que Dios es comunicación de Amor y nosotros debemos asemejarnos a Él. Perdón por la extensión pero realmente me ha movido mucho el tema. Gracias.
Lo que Dios es en Sí mismo no lo podemos alcanzar por la inteligencia, sino porque Dios mismo desvele el Misterio.
ResponderEliminarVerdaderamente es así, pero podemos pedir a Dios que nos desvele el Misterio:
Ven Espíritu creador, visita nuestra mente, llena de tu Amor el corazón que has creado.
Oh dulce consolador, don del Padre altísimo,agua viva, FUEGO, Amor, Santo Crisma del alma.
...
Sé luz del intelecto, LLAMA ARDIENTE EN EL CORAZÓN, sana nuestras heridas, con el bálsamo de tu Amor.
...
Oh Luz de eterna sabiduría, DESVÉLANOS EL GRAN MISTERIO, de Dios Padre y del Hijo, unidos en un solo Amor.
Que lindas y sabias palabras Dios te ilumina y te doy gracias porq es justo lo que estaba buscando para poder intencificar las señales de Dios, el me a demostrado muchas veces que me escucha por las cosas que se me resuelven en mi vida .gracias Dios. por estas maravillozas palabras.
EliminarYo soy de Sevilla, pero después de "Desde Sevilla dijo..." no me atrevo a decir nada más que muchas gracias. ¡Ufff!
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ResponderEliminarHola D.Javier:
ResponderEliminarEn el frío de mi soledad interior vacío el Fuego ha venido también con su calor, cuando mi vida es verdadera en Verdad, coherente entre lo que oigo en la Palabra y practico, es luz y es calor y lo viejo es consumido, la muerte de mi vida es consumida mientras yo soy reconstruido en algo nuevo, mi vida ya en Cristo, en su Cuerpo con usted, con todos. Y la luz y toda la belleza de la entrada, como la del martes9,me ayuda a ser consciente que Él está desde el principio, que no debo temer, que suelte, vuele, confíe y termina usted junto a san Agustín señalándome al espinado crucificado. Soledad, quisiera poder ser fuego que ardiera en tu corazón.
NIP:
ResponderEliminarSu maravillosa y redonda frase final, "Soledad, quisiera poder ser fuego que ardiera en tu corazón", la veo medianamente realizada en el Sagrario y la adoración eucarística.
Cuando me dejan, cuando no llegan al banco a interrumpir, o cuando no estoy en el confesionario... el Sagrario es fuego que atrae y me quema, en soledades de amor, en tiempos amplios y serenos. ¡Cuánto disfruto en esos ratos!