“Os exhorto a nutrir cada vez más vuestro ministerio con la amistad viva y personal y la compañía con Cristo. Una actividad pastoral inmensa e incansable, una dedicación total a los propios quehaceres, las homilías, las catequesis, las reuniones, las celebraciones y cualquier otra actividad que ocupe la jornada del sacerdote, se reducirá a mera agitación humana, si no está animada por el esencial ‘hilo directo’ con Dios en la escucha de la palabra, en la meditación y reflexión prolongada en la oración incesante y confiada”. (JUAN PABLO II, Discurso a los sacerdotes en Nola (Italia), 23-5-1992).
“Para perseverar en nuestro ministerio pastoral necesitamos sobre todo ‘una sola cosa’, la cual, dice Jesús, ‘hace falta’ (cf. Lc 10,42). Necesitamos conocer muy bien al Pastor. Necesitamos una profunda relación personal con Cristo, fuente y modelo supremo de nuestro sacerdocio; una relación que exige la unión en la oración. Nuestro amor por Cristo, que se enciende siempre de nuevo en la oración –particularmente en la plegaria ante el Santísimo Sacramento- constituye la base de nuestro compromiso de vida célibe. Este amor hace posible también que, como servidores del reino de Dios, podamos amar a nuestros fieles profunda y castamente”. (JUAN PABLO II, Alocución a los sacerdotes en Miami, (EE.UU.), 16-9-1987).
“Para perseverar en nuestro ministerio pastoral necesitamos sobre todo ‘una sola cosa’, la cual, dice Jesús, ‘hace falta’ (cf. Lc 10,42). Necesitamos conocer muy bien al Pastor. Necesitamos una profunda relación personal con Cristo, fuente y modelo supremo de nuestro sacerdocio; una relación que exige la unión en la oración. Nuestro amor por Cristo, que se enciende siempre de nuevo en la oración –particularmente en la plegaria ante el Santísimo Sacramento- constituye la base de nuestro compromiso de vida célibe. Este amor hace posible también que, como servidores del reino de Dios, podamos amar a nuestros fieles profunda y castamente”. (JUAN PABLO II, Alocución a los sacerdotes en Miami, (EE.UU.), 16-9-1987).
Necesito añadir una cosa por escrúpulo de conciencia:
ResponderEliminarAl escribir o comunicar estas cosas, doctrina de la Iglesia, ni soy ni me presento como modelo; soy consciente de que necesito yo también mucho más tiempo de oración. Lo que digo y escribo en el blog me lo digo a mí mismo el primero.
Así que... pedid por mí para que viva así, santamente.
No se preocupe. Cada día en la Santa Misa rezo por ustedes, un día a la semana un rosario enterito por sus intenciones (si son buenas) y su ministerio, otro rosario por todos los sacerdotes del mundo bloguero y alguna otra cosa también cae.
ResponderEliminarUsted rece por mi sobrino que también es sacerdote.
Que el Señor le cubra con su gracia y le bendiga.
Rezaremos por Vd con gusto ya que nos hace bien su blog, para que continúe mucho tiempo.
ResponderEliminarHágalo Vd. también por sus lectores
Aprendiz
Me explicaré: no ruego oraciones por nada en particular sino por aquello que dice san Pablo y que es urgente: "no sea que después de predicar a los otros, llegue yo a ser reprobado" (1Co 9,27). A eso me refiero, y esa es de fondo mi preocupación.
ResponderEliminarTambién sé que la oración intensa, fervorosa y asidua de los demás puede suplir mi poca oración, o el poco tiempo que le dedico en comparación con lo que quisiera, con lo que me gustaría, con lo que es necesaria.
La oración de los demás en la Comunión de los santos supla lo mío.