“¡La oración! ¡La llave de oro que abre de par en par el Corazón de Jesús! ¡La luz divina que disipa todas las tinieblas y aclara todos los misterios! ¡El bálsamo que cura las heridas del alma, sana los cuerpos y perfuma la vida! ¡El secreto de la paz y de la dicha en medio de las penas acerbas, y receta de la más excelsa santidad!
¡Orar! ¿Hay algo más sabroso, consolador, reparador y eficaz que la acción expresada por este verbo? ¿Se dan cuenta los cristianos y aun los piadosos, de... la actividad que supone? ¿Cuándo se enterarán de que los verbos predicar, dar, enseñar, sacrificarse, ir, atraer, perseverar, redimir, no tienen más virtud activa que la que les preste su acción de orar?”
Beato D. Manuel González, Oremos en el Sagrario,
en O.C., vol. I, n. 891.
Hola D. Javier:
ResponderEliminar"predicar, dar, enseñar, sacrificarse, ir, atraer, perseverar, redimir, no tienen más virtud activa que la que les preste su acción de orar"... voy a orar mejor, mas enterao, junto a Jesús en el sagrario.
Asi, así, NIP. No tenemos otro camino. Si las crisis mundiales son en realidad crisis de santos, el mundo se arregla si vamos estando más y mejor con el Señor en el sagrario: cambiaremos nosotros y cambiará el mundo.
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