La teología como ciencia tiene un estatuto especial pues ha de aunar la fe y la razón, ambas están implicadas, ambas se requieren. Por eso la teología es una ciencia del todo especial y como su objeto es el Misterio de Dios, su método también es especial, distinto, supremo.
Quien ha de elaborar teología, el verdadero teólogo, necesitará una fe compacta y ser un verdadero creyente, un hombre de Dios, y al mismo tiempo, la capacidad de pensar, una inteligencia penetrante y aguda, una claridad y solidez intelectual. El teólogo no es un repetidor de doctrinas anteriores incapaz de desgranarlas, sino un buscador, un pensador, que ofrece una nueva síntesis y abre perspectivas para responder a los interrogantes nuevos que se plantean y mostrar al hombre de su generación el Misterio.
"Es esencial a la fe cristiana la investigación sobre su propia razón y, en ella, sobre la razón en sí misma, sobre la racionalidad de lo real. Pero, a su vez, ella confía a la razón, durante su investigación, la tarea de reconocer en la fe la condición de la posibilidad de su misma acción y de no rechazar su totalidad hasta la negación de su mismo fundamento. Esto significaría suplantar a la razón divina y precisamente eliminar así la comunicación con la razón divina de la que vive. Tal autolimitación de la razón del hombre puede parecerle precrítica al lecto de hoy..." (Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y política, p. 170).
Esto se traduce de forma sencilla: la razón humana está limitada, ni es omnisciente, ni es omnicomprensiva. Muchas cosas superan a la razón misma, incapaz de abarcarlas. Esto no significa renunciar al uso de la razón, sino emplearla bien, sabiendo de sus límites, complementándose con la fe que le da un "plus" que la ilumina.
"Volvamos a la teología. Ésta se basa en la premisa aceptada de que el objeto de la fe, es decir, su fundamento, es racional, es la misma razón. Por eso es misión de la fe el tratar de comprender su propio fundamento y su contenido, y esto es lo que denominamos teología.
Más exactamente, hablamos de teología cuando el esfuerzo de comprensión se realiza de una manera ordenada y con reglas generalmente reconocidas y fundamentadas, cuyo conjunto denominamos método. Esto significa que la teología hace suya la cuestión fundamental de la filosofía griega con la que la cultura humana había entrado en un nuevo estadio de su historia: la cuestión acerca de la verdad en sí misma, del ser en sí mismo" (Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y política, p. 171).
La teología es un ejercicio de la inteligencia que busca entender iluminada y guiada por la fe.
Si identificamos "teología" con un cierto curriculum académico, aprobado; si identificamos "teología" con repetir constantemente lo mismo y con el lenguaje de épocas anteriores que se llega a hacer incomprensible; si identificamos "teología" con miedo a pensar y reflexionar, a abrir nuevas vías, contentándose con lo que otros han dicho... hemos desfigurado la teología, ¡y con razón tantos se autotitulan "teólogos"!, simplemente por haber cursado unas asignaturas, haber leído un libro o estar repitiendo doctrinas que no logran desgranar.
"El teólogo cristiano no se limita a interpretar unos textos, sino que se afana en la búsqueda de la verdad misma y entiende que el hombre es capaz de conocer la verdad" (Ratzinger, ibíd.).
Dice W. Cavanaugh que "... la
ResponderEliminarseparación de la teología respecto de las otras disciplinas es indefendible. La
incoherencia de la universidad moderna es insostenible a largo plazo, como la
incoherencia de sociedades que intentan encontrar algún propósito común sin
referencia a Dios. La idea de que la teología es la reina de las ciencias no debe
ser un arrogante intento de mantener el control eclesial sobre un mundo que ha
cambiado. Eso estaría condenado al fracaso. Los frutos de la teología deben,
más bien, ser ofrecidos al mundo como un don. Es un don de plenitud, de ver
toda la vida integrada en la acción amorosa de Dios en la historia. Pero plenitud
no significa uniformidad. La teología realizada adecuadamente es un acto de
restauración de la armonía de una creación diversa. La teología es, después de
todo, el reconocimiento de la participación de todo Ser en la danza divina, la
perijóresis del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo".
Por cierto, si Dios quiere, este año me "cepillaré" la Teología dogmática de Aurelio Fernandez. Dentro de poco ¡yo también seré teólogo ... ! jajajajaja
Pugnetas, qué mal me ha salido el corta-pega!
ResponderEliminarSí que le ha salido mal el corta-pega!!!
ResponderEliminarVeo que ha captado perfectamente la argumentación interna del artículo y su conclusión. Efectivamente, Seneka, lea UN SOLO LIBRO de teología serio, y ya es teólogo (¡¡ay, Jesús mío!!), je,je.
Hola D.Javier:
ResponderEliminarAcabo de descubrir su blog, una Mina con 487 diamantes, un Tesoro en crecimiento para mi formación. Preciso catequesis. Muchas gracias.
NIP:
ResponderEliminar¡Qué bonita y exagerada la definición del blog! "Una mina con 487 diamantes", y, a fecha de hoy, 239 post programados...
Sí, es catequesis, es formación. Sea bienvenido, espero que le ayude y si es así, que lo difunda entre sus amigos.
Y la paz sea con todos.
No se pueden separar la razón y la fe como no sepueden separar la cabeza y el corazón, ni la Filosofía y la Teología,... tradición y libertad, formación y espiritualidad,...
ResponderEliminarBuscar la verdad, dejarse encontrar por ella, seguirla, adherirse a ella, saberse parte de ella y no en posesión de su totalidad. La Verdad es una persona viva: Jesucristo. Y es la que me hace, nos hace, libres, para pensarLe, para gustarLe, para conocerLe,... y para testimoniarLe desde nuestra peculiar forma de ser, pensar y hacer, desde sus capacidades. Quizá, no sé, eso sea aproximarse al noble ejercicio de la Teología.
Todos deberíamos ser un poco teólogos,...
ResponderEliminarDios le bendiga D. Javier :)