“El siervo no es más que su señor. Si a mí me han
perseguido, también os perseguirán a vosotros” (Jn 15,20). “Dichosos vosotros cuando os persigan, os
insulten, os calumnien de cualquier modo por mi causa...” (Mt 5,11s).
“Como
testimonia la historia de la santidad, Dios permite que el elegido sea a veces
objeto de incomprensiones. Cuando esto acontece, la obediencia es para él un
crisol de purificación, un camino de progresiva identificación con Cristo y un
fortalecimiento de la auténtica santidad” (JUAN PABLO II, Homilía en la beatificación del
Padre Pío de Pietrelcina, 2-mayo-1999).
Una parábola rica en diversas lecturas, significado e interpretaciones,
cuyo objeto principal es la viña, puede iluminarnos para entender la dificultad y la persecución sufridas por el Señor, y por extensión, hoy, al apóstol santo.
El Señor presenta en esta parábola un pequeño resumen de lo que ha sido
la historia de la salvación de Dios con el pueblo de Israel. Creó la viña, creó
el pueblo de Israel, y cuando quiso recoger frutos de vida y santidad según la
ley de Moisés, “envió criados a sus
labradores”, que fueron los profetas. ¿Qué hicieron estos labradores? ¿Qué
hizo el pueblo de Israel? “Agarrando a
los criados, apalearon a unos, apedrearon a otros, y a otros los mataron”.
No consiguió mucho el Señor. “Envió de
nuevo otros criados, más que la primera vez”, volvió a enviar a los
profetas a ver si su pueblo se convertía, a ver si Israel era capaz de vivir
según la ley del Sinaí, pero “hicieron
con ellos lo mismo”. No se doblegó el pueblo de Israel, no se inclinaba, “pueblo de dura cerviz”. El propietario
se dijo “mandaré a mi hijo”, porque
ya no eran criados, al hijo “lo
respetarán”. “Y agarrándolo lo
empujaron fuera de la viña y lo mataron”. Aquí ya está anunciando el Señor
lo que harán con Él, porque lo agarraron y fuera de la viña, fuera de la
muralla de Jerusalén, lo crucificaron. “¿Qué
hará el dueño de la viña con los labradores?” Los sumos sacerdotes y
ancianos dicen la respuesta justa: “Hará
morir de mala muerte a esos malvados y arrendará a la viña a otros labradores
que les entreguen los frutos a sus tiempos”.
Nosotros somos esos
labradores, la viña del Señor en el Antiguo Testamento, y lo rezamos en un salmo, “es la casa de Israel”,
pero la nueva viña es la
Iglesia, y los labradores nosotros, un pueblo que produzca y
entregue sus frutos; porque a un pueblo que sea estéril, como el cántico de la viña de Isaías, lo primero que hará el Señor
por no haber respondido a la gracia de Dios, será “quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la
pisoteen, la dejaré arrasada, no la podarán ni la escardarán”.
El Señor nos
encomienda su viña, nos encomienda su Iglesia, para que demos su fruto. Se fía
el Señor de nosotros. He aquí una parábola que narra lo sucedido desde la creación
hasta el día de hoy, la historia de la relación de Dios con su pueblo.
Una
parábola es rica en significados y dimensiones. Nos habla de la
santidad y del apostolado en la Iglesia. Para todos aquellos que tienen
que formar parte de la viña y trabajar en el nombre del Señor, su santidad pasa por
la cruz, por que los apedreen e insulten. Todos los criados murieron e incluso
al Hijo, al Unigénito, también lo mataron. Nosotros que estamos llamados al
apostolado en la Iglesia,
hemos de saber, no para asustarnos sino para hacernos fuertes, que vivir en
santidad, ser santos, luchar por la santidad, hacer apostolado en el mundo, en
el trabajo, en el matrimonio, en la familia, siempre va a llevar la persecución
y la crítica.
Señalemos
tres tipos o modos de persecución para no escandalizarnos y asustarnos, porque
si sabemos que el camino de Cristo es la cruz, también lo va a ser para
nosotros.
El
primer tipo de persecución es la de aquellos que son abiertamente opuestos a la Iglesia, no quieren saber
ni de Cristo ni de Iglesia, y molesta y escuece que alguien anuncie y viva la
verdad del evangelio denunciando las tinieblas. En los medios de comunicación
se burlan de la Iglesia,
pero cuántos también que nos rodean, en la propia familia o en el trabajo,
critican y atacan a la Iglesia
y no entienden que vivamos la fe de la Iglesia o que se eduque a los hijos en la fe. Es una persecución abierta contra el apóstol y su palabra, con diferentes grados de hostilidad.
El
segundo tipo, más fino, es la persecución de los tibios, de los indiferentes,
de aquellos que incluso tienen contacto con la Iglesia, realizan algunas prácticas cristianas, pero si
alguien, a su entender, destaca un poco porque quiera vivir en serio la santidad,
se le aconseja que “no se mate”, “¡qué exagerado!”, “hay que ser moderno”, “eso
no es el espíritu del Vaticano II”... Parece mejor quedarse con la comodidad
antes que ser cuestionado; los tibios no son malos, pero no se matan por llegar
a la santidad. Se da esta persecución de los tibios en la Iglesia.
La
tercera y última persecución, la “persecución de
los buenos”, es la de aquellos que aman a la Iglesia, quieren vivir en santidad, pero sólo
admiten su modo de ver la
Iglesia, su modo de trabajar, su espiritualidad, y todo el
que pueda cuestionar eso, o no lo quiera vivir, o no esté conforme, ese queda
“asesinado”. A Santa Teresa de Jesús la persecución que le hacen es la de los
buenos, el Nuncio y su provincial, parte del Carmelo de la Antigua Observancia, etc. San Juan de la Cruz experimenta lo mismo con
sus hermanos carmelitas, ¡y eran buenos!
Tengamos
presente estos tipos de persecución, sabiendo que el Señor llama al pueblo de
Dios a dar frutos, que nuestro objetivo es la santidad y hemos de ser fuertes. Siempre entonces,
como decía San Pablo, “nada os preocupe, sino que en toda
ocasión”, también en las persecuciones, “en
la oración y súplica con acción de gracias vuestras peticiones sean presentadas
ante Dios”. Así nos lanzamos de cabeza, le moleste a quien le moleste, le
duela a quien le duela, y digan de nosotros lo que digan; lo único importante
es la rectitud de conciencia e intención para el Señor. Demos gracias a Dios por nuestra vocación de
apóstoles santos.
Muy interesante padre su catequesis es verdad siempre vamos hacer perseguido aún de los buenos gracias por su aporte me ayuda mucho
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