Abrir los ojos y contemplar: descubrir. Al hombre se le trata como a un
ciego, y se le prefiere ciego. Que no piense, mejor entregarle todo hecho y
pensado. Que no vea ni descubra nada, con lo que se le dé tiene bastante. Y
sobre todo, que no piense, que no sea original, que no sea libre.
El Señor Jesucristo es
modelo de Hombre perfecto, mejor, es el Hombre perfecto. Hombre libre, con un
corazón tierno y cercano, pero crítico con la realidad que le rodea, si ve que
destruye al hombre, que lo esclavice. Es la libertad cristiana. Con el corazón
limpio se ve la realidad de forma distinta.
El corazón cristiano mira al mundo,
a la sociedad, a la cultura, al hombre y descubre cuánto bueno hay en ellos;
pero también aprende a ser crítico con aquello que destruye y ataca al hombre.
Una mirada amorosa y crítica a la vez. No hombres ciegos, sino hombres que
vean. ¡Cuántos milagros hizo el Señor curando a los ciegos, sanándoles los ojos
del alma!
La cultura actual ha
fabricado un hombre, en muchos casos vacío, pero sobre todo sin dominio sobre
el tiempo: el tiempo lo consume, hay que ir corriendo a todo, no da tiempo de
saborear nada, en el fondo, no se vive. en esta cultura en la que estamos inmersos
¡es peligroso pensar!
Las opiniones se dan ya fabricadas: tertulias en la
radio, artículos de opinión en los periódicos, debates televisivos
manipulados... noticias contadas a la mitad, sesgadas, porque una masa de
ciudadanos que no tenga personalidad ni información es más fácil de dirigir.
También hay “drogas públicas” que se llevan al extremo para distraer (como los
romanos, “pan y circo”), como es el deporte, el fútbol más concretamente:
habiendo espectáculo es más cómodo manejar porque la atención se centra en algo
que es periférico y no central para la vida personal, social y cultural.
Hay un “tipo medio”, un “modelo de hombre” al que hay que
someterse; la ropa, según las modas; sitios adonde ir, según se haya puesto de
moda. Esta cultura que habla de libertad y tolerancia ¿crea de verdad hombres y
mujeres libres?
Jesucristo con su
Pascua hizo al hombre libre y el bautizado está llamado a vivir la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Para esta libertad, en medio de la cultura
actual, hay que abrir los ojos para no ser ciegos.
Comenzar por mirar la
creación, disfrutarla, tomar tiempo para uno mismo y para la vida del espíritu;
con sosiego, leer, reflexionar, cuestionarse, descubrir las mentiras, que desde
muchos ámbitos se siembran, y no dejarse conducir por ellas. Ser crítico con la
realidad, con las opiniones que nos quieren hacer creer; crítico con los
comportamientos y modos de vida que esclavizan, con esas cosas que todo el
mundo parece que tiene que hacer, vivir del mismo modo, vestirse del mismo
modo, divertirse del mismo modo... Ser original o creativo, no dejarse
arrastrar y ser uno mismo, significa ser libre, ¡y eso es un riesgo! ¡el riesgo
de la libertad! pero esto es ser persona, eso es ser cristiano en medio de
mundo.
“Señor, que vea...” que con el
corazón limpio mire el mundo, sea crítico con la realidad, tenga
discernimiento, utilice la inteligencia para ser libre, para ser persona. ¡Que
para ello Cristo pagó con su sangre!
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