sábado, 28 de diciembre de 2013

El tiempo santo de la Natividad del Señor

El tiempo de Navidad es relativamente breve: desde el 25 de diciembre hasta la fiesta del Bautismo del Señor. Su articulación está llena de fiestas y solemnidades porque es el gran ciclo de la Manifestación del Señor, de la Aparición del Señor.




En el tiempo de la Navidad, la revelación de Dios ha llegado a su plenitud, diciéndonos todo lo necesario en su Palabra, eterna y definitiva. 


En el tiempo de Navidad se realiza el admirable intercambio: Dios se hace hombre para que el hombre participe de la naturaleza divina; el Eterno entra en el tiempo para que el hombre caduco pueda participar de la eternidad de Dios y de la vida feliz y bienaventurada.

Se distribuye este tiempo de la siguiente manera:

"Después de la celebración anual del misterio pascual, la Iglesia tiene como más venerable el hacer memoria de la Natividad del Señor y de sus primeras manifestaciones: esto es lo que hace en el tiempo de Navidad.

El tiempo de Navidad va desde las primeras Vísperas de la Natividad del Señor hasta el domingo después de Epifanía, o después del día 6 de enero, inclusive.

La misa de la Vigilia de Navidad es la que se celebra en la tarde del día 24 de diciembre, ya sea antes o después de las primeras Vísperas.

El día de Navidad se pueden celebrar tres misas, según la antigua tradición romana, es decir, en la noche, a la aurora y en el día.


La Navidad tiene su Octava ordenada de este modo:

a) El domingo dentro de la Octava, o en su defecto [si no cae ningún domingo dentro de la Octava], el día 30 de diciembre, es la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José.

b) El día 26 de diciembre es la fiesta de san Esteban, protomártir.

c) El día 27 de diciembre es la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista.

d) El día 28 de diciembre es la fiesta de los Santos Inocentes.

Estas tres fiestas antiguas guardan una relación con el Misterio: son los primeros testigos del Verbo encarnado: Esteban el primer mártir, Juan el testigo y evangelista de la Palabra hecha carne, los Inocentes dieron su vida por Aquél que nació.
Son celebradas desde antiguo con la categoría de "Fiestas".

e) Los días 29, 30 y 31 son días de la Octava

f) El día 1 de enero, Octava de Navidad, es la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la que se conmemora también la imposición del Santísimo Nombre de Jesús.

Esta solemnidad de la Maternidad de la Santísima Virgen cierra la Octava de Navidad y es en el rito romano la fiesta más antigua dedicada a la Virgen María, destacando su Maternidad divina. Los textos litúrgicos, proclamando la fe en la virginidad perpetua de María Santísima y su maternidad divina, miran con amor a la Virgen y celebran con gratitud su intervención en la historia de la salvación. No velemos esta solemnidad con aspectos populares tales como el inicio del Año nuevo (civil, claro, que el litúrgico empezó en Adviento).

El domingo que cae entre el 2 y el 5 de enero es el domingo II después de Navidad.

La Epifanía del Señor se celebra el día 6 de enero, a no ser que se traslade al domingo entre el 2 y el 8 de enero por no ser día de precepto.

La liturgia, en todas las tradiciones y familias litúrgicas, ha celebrado con sumo relieve la Epifanía del Señor y la adoración de los Magos, incluso con más relieve que la propia Natividad el 25 de diciembre. Es día grande: La salvación que es Cristo se presenta a todos los hombres que lo reconocen y lo adoran; es la salvación que empieza a despuntar a todos los confines de la tierra que ya están viendo la victoria de nuestro Dios.
El domingo después del 6 de enero es la fiesta del Bautismo del Señor".

En Oriente, la fiesta de las Luces, porque aquí brilla la Luz de la Trinidad mostrando en la carne del Verbo su divinidad e inaugurando el comienzo de la redención por las aguas, en las que aplasta el pecado de los hombres, como imagen de lo que ocurrirá en la Cruz y en el descenso a los infiernos.

El pueblo cristiano celebra la Navidad del Señor, su Aparición y su gran amor por los hombres, por esta humanidad nuestra tan concreta, acudiendo gozosos a las numerosas celebraciones, sin ausentarse por motivos de compromisos sociales o familiares. La primera familiaridad deberá ser para con el Señor y con la familia de Dios.

2 comentarios:

  1. El pueblo cristiano celebra la Navidad del Señor, su Aparición y su gran amor por los hombres, por esta humanidad nuestra tan concreta, en los grandes almacenes y acudiendo gozosos a las numerosas celebraciones, si le queda tiempo, y si tiene suficiente tiempo en su agenda, sin ausentarse por motivos de compromisos sociales o familiares. Se me ha ocurrido esta reflexión paseando por el bulevar, por Gran Capitán, por Tendillas, y por la zona comercial del centro de Córdoba, incluida la Trinidad; también por el Belén de la ermita de la Alegría, y el que hay en San Hipólito. Evidentemente, como de costumbre, es una percepción personal y subjetiva. Confío en que sea tan falsa como la mayoría de las que tengo, y tan alejado de la realidad. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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  2. “No velemos esta solemnidad con aspectos populares tales como el inicio del Año nuevo civil”. Buena observación, don Javier. Desde muy niños, esta familia reza un Padrenuestro al sonar las campanadas y a los hijos que están lejos, la “pesada” de su madre se lo recuerda por teléfono:- No te olvides. No, mamá-. El tiempo es de Dios, lo midamos como lo midamos, porque las leyes que rigen la interrelación de los elementos del universo proceden de Él.

    Fuimos enviados a llevar la Buena Noticia a todas las culturas, transformándolas; en el comienzo de cada año civil la Virgen María, la primera evangelizadora, nos lo recuerda, nos intima a evangelizar, a transformar nuestra cultura, los corazones.

    “acudiendo gozosos a las numerosas celebraciones….”. Me gusta como lo expresa la entrada: familiaridad, familia, que no es lo mismo que amistad, amigos. Existen “corrientes católicas” que tienden a confundir la fraternidad cristiana con la amistad; amores que, aunque pueden recaer en una misma persona, tienen presupuestos diferentes pues la amistad implica una identificación espiritual definida para mí, como lo explicaba en mi ya lejano acceso a este blog, con la frase ¡anda, otro como yo! que no se produce con todos los hermanos.

    Hoy mi corazón en mi acción concreta se dirige hacia los más pequeños. "Irán en mi cortejo vestidos de blanco, pues son dignos de ello, dice el Señor". (Laudes).

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