“Cuanto más la memoria se desposee, tanto más tiene de esperanza, y cuanto más de esperanza tiene, tanto más tiene de unión con Dios” (S. Juan de la Cruz, S3, 7, 2).
Con esta cita de S. Juan de la Cruz se ilumina el recorrido espiritual de este Adviento. Éste es un tiempo de “expectación alegre”, de esperanza dichosa que se verá colmada, y así lo marcan los distintos textos de la liturgia romana para este Adviento: la eucología, los prefacios, las antífonas, los vaticinios gozosos de los profetas, las saludables páginas evangélicas, la presencia de María, Virgen y Madre, la tensión espiritual hacia el que ha de llegar, ¡el Deseado de las naciones!
El Adviento es un tiempo de serenidad espiritual que favorece un trabajo interior, el crecimiento, la traducción a lo interior del tiempo litúrgico; en este caso, el trabajo, la ascesis y la gracia se van a centrar sobre la memoria pues solo purificándola, vaciándola, puede anidar en ella la pequeña esperanza, y ésta nos conduce hasta Dios.
“Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones” (Sal 142,5).
La memoria es una facultad del alma humana, una potencia dirían los filósofos y los místicos, donde todo se almacena, todo se guarda, y le permite al hombre en su presente histórico recordar de dónde viene y así saber adónde va; el que sufre amnesia, no recuerda nada de su pasado, es un hombre sin raíces y sin identidad. La memoria dice relación a una historia, una trayectoria y unas promesas.
La memoria -¡qué preciosa forma de conservar ese “ser nosotros mismos”!- registra todo lo que vivimos, luego selecciona para no abrumar nuestra inteligencia con datos superfluos o anecdóticos, pasando al olvido lo que la memoria considera accesorio, superponiendo unos recuerdos a otros; la memoria, muy caprichosa a veces, recuerda verdaderas insignificancias junto a sucesos importantes, y a esa zona es donde nuestro entendimiento tiene acceso; y otras muchísimas cosas, agradables y sobre todo dolorosas o traumáticas, la misma memoria las esconde bajo la capa del subconsciente, y están ahí y siguen influyendo subterráneamente, y a veces hay que escarbar en la superficie para llegar a esa zona y descubrir muchas cosas que ni están integradas ni olvidadas, sólo ocultas para no dañar. ¡Qué mecanismo tan sabio ha puesto el Señor en el alma humana!
La memoria es caprichosa; un mismo hecho es recordado de formas diferentes por dos personas, influyendo además la percepción y la sensibilidad, y cada uno recuerda lo mismo de forma distinta, con distintos detalles porque en cada uno el recuerdo ha evolucionado con el paso del tiempo... y por ser tan veleidosa, algunas cosas o momentos insignificantes los engrandece y falsea y otros los esconde ¡con lo importantes que fueron! A veces la memoria juega así con el almacén de nuestros recuerdos, sin embargo, suele ser muy fiel, aunque pretenda embellecer el pasado, magnificar la importancia de los objetos perdidos y de las personas desaparecidas, para borrar el dolor de lo sufrido. Esto esconde un peligro: en los sufrimientos presentes vivir de la nostalgia de un pasado que la memoria ha hermoseado, aunque fue cruel con uno.
Generalmente, la memoria es un archivo fiel de lo vivido, sólo hay que rastrearla y quitar las distintas capas para ir llegando a su núcleo. Lo que somos lo somos por lo que hemos vivido y eso orienta –aunque no determina- el futuro. Nuestro pasado está hecho de una sucesión de presentes. Esto significa que cada objeto del pasado es visto a través de otros objetos que fueron después interponiéndose... El pasado constituye una explicación del presente. Por otra, éste viene a ser como una iluminación de aquél, una revelación de lo que entonces se hallaba escondido o en estado embrionario. Una elección hecha marcaba un camino donde luego habría más elecciones; elegimos de nuevo y se presentaron más tarde otras tantas direcciones. Así la libertad se hacía elección de futuro y éste iba configurándose.
El transcurso del tiempo permite evaluar las cosas debidamente. La memoria es una balanza que todo lo mide y valora todo lo vivido enfocándolo y valorándolo correctamente. El paso del tiempo va revelando la trama de una historia, los delicados hilos de un tapiz que es la propia vida. El tiempo ha servido para encontrar una unidad de vida y sentido y sirve para curar muchas heridas (otras habrán de ser cicatrizadas con un serio trabajo interior, con la Gracia sanante de Dios).
El tiempo (una historia de gracia que Dios realiza) va dando luz y unidad de sentido a lo vivido, como clave de interpretación, la llave para abrir el tesoro de la Verdad; y es que hay cosas del pasado que en su momento no fueron suficientemente comprendidas y otras que ni siquiera fuimos advirtiendo y sólo mucho tiempo después resultan perceptibles y nos damos cuenta de que estaban ahí, que las hemos vivido y tenían valor.
Aquí comienza ya un serio trabajo espiritual, sabiendo de los beneficios y peligros que la memoria contiene, pero este trabajo es pacificador y sanador.
(N.B. Contesto así la petición de un comentarista hace unos meses. Seguiremos este Adviento con este tema. Y deseo -muy de corazón- que sea útil en un trabajo que todos tenemos que ir realizando).
El tiempo (una historia de gracia que Dios realiza) va dando luz y unidad de sentido a lo vivido, como clave de interpretación, la llave para abrir el tesoro de la Verdad; y es que hay cosas del pasado que en su momento no fueron suficientemente comprendidas y otras que ni siquiera fuimos advirtiendo y sólo mucho tiempo después resultan perceptibles y nos damos cuenta de que estaban ahí, que las hemos vivido y tenían valor.
Aquí comienza ya un serio trabajo espiritual, sabiendo de los beneficios y peligros que la memoria contiene, pero este trabajo es pacificador y sanador.
(N.B. Contesto así la petición de un comentarista hace unos meses. Seguiremos este Adviento con este tema. Y deseo -muy de corazón- que sea útil en un trabajo que todos tenemos que ir realizando).
Muchas gracias don Javier, veo que tiene "buena memoria".
ResponderEliminarNunca he leído en ningún libro nada sobre este tema que parece que promete:
Aquí comienza ya un serio trabajo espiritual, sabiendo de los beneficios y peligros que la memoria contiene, pero este trabajo es pacificador y sanador.
Espero con impaciencia los próximos post.
¿Qué es la eucología?
en este caso, el trabajo, la ascesis y la gracia se van a centrar sobre la memoria pues solo purificándola, vaciándola, puede anidar en ella la pequeña esperanza, y ésta nos conduce hasta Dios.
ResponderEliminarY todo para poder encontrar en lo más profundo del alma al que vive y nos ama.
Oh Dios, a quien todos los corazones están abiertos,
para quien todo deseo es elocuente
y ante quien nada secreto está oculto;
purifica los pensamientos de mi corazón,
y derrama tu Espíritu,
para que yo pueda amarte con amor perfecto
y alabarte como tú mereces. Amen.
La nube del no saber.
Hola Don Javier:
ResponderEliminarLa Memoria es un invento de Dios fundamental,máquina del tiempo sellado, sin añoranzas puedo recordar la mano de Dios en mi vida y familia. A veces, permite volver a reafirmarme en el perdón, pero quisiera aprender de Dios a olvidar como Él se ha olvidado de todos mis pecados y a ver como Él ve todo. Jamás he blasfemado, a Dios gracias, pero se han quedado grabadas como a fuego en la memoria todas las que he escuchado sobre Dios y la Virgen, todas las recuerdo espeluznantes llenas de horror y miseria.
La memoria es fundamental ya que es lo que nos permite tener consciencia de nosotros mismos... y tal como indica D. Javier..
ResponderEliminar"Lo que somos lo somos por lo que hemos vivido y eso orienta –aunque no determina- el futuro. Nuestro pasado está hecho de una sucesión de presentes"
Nuestra voluntad queda sin guía si despreciamos la memoria. Pero debe ser una memoria fiel y no una caja de incomprensiones emocionales enlatadas a presión.
No está de más meditar, y profundamente, en lo que somos para entender todo lo que Dios nos ha regalado. Además, aspiramos a ser herramienta eficiente en sus manos y eso solo se consigue sabiendo quienes somos. Nuestra memoria es importantísima, no cabe duda.
Que Dios le bendiga D. Javier :)
El paso del tiempo va revelando la trama de una historia, los delicados hilos de un tapiz que es la propia vida. El tiempo ha servido para encontrar una unidad de vida y sentido y sirve para curar muchas heridas (otras habrán de ser cicatrizadas con un serio trabajo interior, con la Gracia sanante de Dios).
ResponderEliminar¿Se refiere a los pecados cuando habla de heridas?.
Aprendiz:
ResponderEliminarJe, je: tengo una memoria magnífica, otra cosa es que acordarse mucho de todo a veces es doloroso.
Todo este trabajo tiene como fondo las obras de San Juan de la Cruz con la memoria (en Subida); un libro de J. M. Cabodevilla "La memoria es un árbol", Madrid 1993, y de González de Cardedal, "Raíz de la esperanza", Salamanca 1996. Ambos libros influyeron mucho en mí.
Eucología: todos los textos litúrgicos de la Iglesia: oraciones colectas, sobre las ofrendas, postcomunión, prefacios, plegarias eucarísticas, plegarias de bendición, plegarias de ordenación, preces de laudes y vísperas...
NIP y Miserere:
ResponderEliminarGracias y de acuerdo. Y gracias por vuestra fidelidad.
Desde Sevilla:
Heridas lo decía en sentido general.
Los pecados nos dejan heridas más superficiales o más hondas; el perdón mediante el sacramento las sanea y la penitencia las cierra, y nosotros por nuestro pecado original apenas dejamos ni que cicatricen sino que nos rascamos y volvemos a tocar en ellas abriéndose una y otra vez. Y si han cerrado definitivamente, las cicatrices nos recuerdan que hubo Miseria y Misericordia.
En general, las heridas se refieren a tantas cosas como nos han hecho daño y ya se han cerrado dejándonos una señal: problemas, circunstancias, etc. La misma cruz deja heridas porque la intentamos llevar detrás del Señor... pero la cruz deja sus astillas como marca en la carne.
La memoria...Ufff ¡cuántas veces perjudica, como dice la persona de Sevilla para no dejar cicatrizar las heridas que en el alma deja la miseria humana! Porque si pensamos en las heridas que le dejamos cada día al Señor...
ResponderEliminarMe resulta muy triste el tema de hoy por lo mucho que se peca a diario.
Y el Señor, ¡pobre mío!, ¿no se cansa nunca? Me lo pregunto cada día.