Señor Dios,
Padre de todo consuelo,
que has
querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo:
escucha con amor
la oración de nuestra fe
y derrama
desde el cielo tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.
Tú que has
hecho que el leño verde del olivo
produzca
aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo,
enriquece con
tu bendición + este óleo,
para que
cuantos sean ungidos con él
sientan en el
cuerpo y en el alma
tu divina
protección
y experimenten
alivio en sus enfermedades y dolores.
Que por tu
acción, Señor,
este aceite
sea para nosotros óleo santo,
en nombre de
Jesucristo, nuestro Señor.
Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
3.3. El leño verde fecundo
La
petición epiclética sigue tejida de textos bíblicos. Se enriquece haciendo
alusión al “leño verde” que recibe el encargo divino de producir “aceite
abundante para vigor de nuestro cuerpo”. Así como en otras plegarias y textos
eucológicos hay una exaltación al origen de la materia que ahora va a conformar
el sacramento, aquí se exalta el leño verde.
Por ejemplo, en el pregón pascual la Iglesia por voz del
diácono ensalza el trabajo de la abeja con la cera que ha venido a concluir en
el hermoso cirio pascual que arde: “en la solemne ofrenda de este cirio, hecho
con cera de abejas”; o en la solemne plegaria de bendición del agua bautismal:
“Oh Dios, cuyo Espíritu, en los orígenes del mundo, se cernía sobre las aguas, para que ya desde entonces concibieran el poder de santificar”.
En esta
plegaria, al bendecir el Óleo, se remite el recuerdo al “leño verde del olivo”,
pues de él brotará el aceite, instrumento del Resucitado.
El
texto eucológico está inspirado en el versículo del salmo 103: “Él saca pan de los campos, y vino que
alegra el corazón y aceite que da brillo a su rostro y alimento que le da
fuerzas” (Sal 103,14) que traduce y adapta rezando: “el leño verde del
olivo produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo”.
El leño verde,
el olivo, es signo de la providencia de Dios que permite la abundancia a la
tierra y la bendice en lugar de condenarla y volverla estéril y maldita, como
después del diluvio fue la rama del “olivo
verde” traída por la paloma lo que señalaba que comenzaba la paz y la
bendición de Dios (cf. Gn 8,11). Aquí solamente se alude a ello, en la plegaria
de consagración del crisma, cuyo memorial está más desarrollado, amplía más
este momento de la historia de la salvación.
El
leño verde, además, es una referencia clara a Jesucristo.
La expresión la pronuncia
Cristo al encontrarse con las mujeres que lloraban cuando él cargaba con la
cruz camino del Calvario: “Si esto hacen
con el leño verde, con el seco, ¿qué harán?” (Lc 23,31).
Cristo es el verdadero
olivo fecundo, el verdadero leño verde que da fruto, es “el verde olivo, en la casa de Dios” que confía “en la misericordia de Dios por siempre jamás” (Sal 51,10)
mientras es perseguido.
Cristo, como
olivo que produce el aceite, manifiesta ser el Ungido del cual desciende –como
aceite- toda unción; quien es ungido por el Óleo del verde olivo, que es
Cristo, participa de su Unción espiritual.
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