miércoles, 19 de diciembre de 2012

Un mutuo acostumbrarse

No es que yo sea originalísimo en mi pensamiento, es que me marcó y me agradó muchísimo. El pensamiento es de san Ireneo: Dios y el hombre tenían que acostumbrarse el uno al otro, y Dios aprendió las costumbres y modos humanos, y el hombre, al ver al Verbo encarnado, aprendió los modos divinos.


La distancia entre Dios y el hombre era infinita. Primero por ser Dios el Creador y el hombre su criatura, finita, limitada aunque hecha a su imagen y semejanza; segundo, porque el pecado del hombre estableció un abismo infranqueable.

Pero la pedagogía divina -¡qué concepto más apasionante para estudiarlo a fondo!- buscó que Dios y el hombre se fueran acercando y no alejando, se fueran acostumbrando uno a otro y pudiese nacer una amistad que es la vida verdadera del hombre. La historia entera de la salvación es un mutuo acostumbrarse y acercarse por medio de los hechos salvíficos y de los profetas.

Mas el máximo acercamiento y, por tanto, la mejor forma de conocerse y acostumbrarse uno al otro, fue la Encarnación del Verbo.

Toda la existencia humana, de hecho, está animada por este profundo sentimiento, por el deseo de que lo más verdadero, lo más bello y lo más grande que hemos entrevisto e intuido con la mente y el corazón, pueda salir a nuestro encuentro y se haga concreto ante nuestros ojos y nos vuelva a levantar.
“He aquí que viene el Señor omnipotente: se llamará Enmanuel, Dios-con-nosotros” (Antífona de entrada, Santa Misa del 21 de diciembre). Con frecuencia, en estos días, repetimos estas palabras. En el tiempo de la liturgia, que vuelve a actualizar el Misterio, ya está a las puertas Aquel que viene a salvarnos del pecado y de la muerte, Aquel que, después de la desobediencia de Adán y Eva, nos vuelve a abrazar y abre para nosotros el acceso a la vida verdadera. Lo explica san Ireneo, en su tratado “Contra las herejías”, cuando afirma: “El Hijo mismo de Dios descendió 'en una carne semejante a la del pecado' (Rm 8,3) para condenar el pecado y, después de haberlo condenado, excluirlo completamente del género humano. Llamó al hombre a la semejanza consigo mismo, lo hizo imitador de Dios, lo encaminó en el camino indicado por el Padre para que pudiese ver a Dios, y le diese en don al mismo Padre” (III, 20, 2-3). 

Nos aparecen algunas ideas preferidas de san Ireneo, que Dios con el Niño Jesús nos llama a la semejanza consigo mismo. Vemos cómo es Dios. Y así nos recuerda que deberíamos ser semejantes a Dios. Y que debemos imitarlo. Dios se ha entregado, Dios se ha entregado en nuestras manos. Debemos imitar a Dios. Y finalmente la idea de que así podemos ver a Dios. Una idea central de san Ireneo: el hombre no ve a Dios, no puede verlo, y así está en la oscuridad sobre la verdad,sobre sí mismo. Pero el hombre, que no puede ver a Dios, puede ver a Jesús. Y así ve a Dios, así empieza a ver la verdad, así empieza a vivir.
El Salvador, por tanto, viene para reducir a la impotencia la obra del mal y todo aquello que aún puede mantenernos alejados de Dios, para restituirnos al antiguo esplendor y a la paternidad primitiva. Con su venida entre nosotros, Él nos indica y nos asigna también una tarea: precisamente la de ser semejantes a Él y de tender a la verdadera vida, de llegar a la visión de Dios en el rostro de Cristo. De nuevo san Ireneo afirma: “El Verbo de Dios puso su morada entre los hombres y se hizo Hijo del hombre, para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a poner su morada en el hombre según la voluntad del Padre. Por esto, Dios nos dio como 'signo' de nuestra salvación a aquel que, nacido de la Virgen, es el Enmanuel” (ibidem). También aquí hay una idea central muy bella de san Ireneo: tenemos que acostumbrarnos a percibir a Dios. Dios está normalmente alejado de nuestra vida, de nuestras ideas, de nuestro actuar. Ha venido junto a nosotros y tenemos que acostumbrarnos a estar con Dios. Y, audazmente, Ireneo se atreve a decir que también Dios tiene que acostumbrarse a estar con nosotros y en nosotros. Y que Dios quizás debería acompañarnos en Navidad, acostumbrarnos a Dios, como Dios se tiene que acostumbrar a nosotros, a nuestra pobreza y fragilidad. La venida del Señor, por ello, no puede tener otro objetivo que el de enseñarnos a ver y a amar los acontecimientos, el mundo y todo lo que nos rodea, con los mismos ojos de Dios. El Verbo hecho niño nos ayuda a comprender el modo de actuar de Dios, para que seamos capaces de dejarnos transformar cada vez más por su bondad y por su infinita misericordia (Benedicto XVI, Audiencia general, 22-diciembre-2010).

Dios se ha acercado tanto al hombre que se ha hecho hombre; así Él se acostumbró a hacerse hombre, "entender" al hombre y experimentar su condición humana limitada (cf. GS 22); pero... también el hombre, cómo no, puede -podemos, hoy, aquí y ahora- a acostumbrarnos a vivir según los modos divinos, según la forma de ser de Dios que para eso se hace hombre.


22 comentarios:

  1. Resaltaría “tenemos que acostumbrarnos a estar con Dios” o como nos enseñaban en el colegio: “siempre estáis en presencia de Dios, pensad y actuad en consecuencia”.

    No tengo tan claro, sin embargo, el alcance del verbo “acostumbrar” en la frase de san Ireneo: “para acostumbrar a Dios a poner su morada en el hombre según la voluntad del Padre”.

    Por una parte, parece claro que, si hace referencia al Padre al final del inciso, debe referirse a Dios como segunda persona de la Trinidad al comienzo del mismo.

    Y por otra, mi pregunta a Ireneo (en cuanto al léxico, siempre me surgen preguntas a los santos de otras épocas), teniendo en cuenta la definición de costumbre que utilizamos (modo habitual de obrar, lo que se hace comúnmente, conjunto de comportamientos o inclinaciones que distinguen a una persona) así como los diversos sinónimos (acomodar, adaptar…) es la siguiente: ¿qué significaba en tu época el término “acostumbrar”?

    “Comprender a Dios”, eso es más que audacia; yo creo que deducimos, discernimos, interpretamos…, y además, rezando continuamente: “Señor que no me equivoque mucho”, pero tener idea clara, saber con perfección, penetrar….

    Ven, Señor Jesús.

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  2. Es una forma muy bella de hablar de la reconciliación que Cristo, el único Mediador entre Dios y el hombre, realiza en la Cruz.

    Dios se acostumbra al hombre gracias a su Hijo. En su Hijo se acostumbra Dios al hombre, con el que estaba enemistado, al que había aborrecido por el pecado. El hombre se acostumbra, igualmente en Cristo, a Dios, con el que estaba encrespado por el pecado de origen

    Acostumbrarse significa coger el hábito de... Es decir, adquirir la virtud, el trato amoroso con el bien.

    En definitiva, adquirir el habito de la amistad con Dios, posible sólo porque Dios en su Hijo se ha hecho cotidiano amigo del ser humano.

    Qué bella catequesis.

    Saludos aquinatenses.

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    1. No sé si daba repuesta a mi pregunta por medio de sus comentarios; si no es así, discúlpeme. En todo caso, yo exponía que la atribución de cualidades, hábitos y características humanas a Dios (antropomorfismo) presenta dificultades en su comprensión, mucho más cuando nos separan siglos de conceptos expresados mediante el lenguaje, y que, en consecuencia, creía (y creo) que el santo va más allá de la interpretación literal e histórica del término.

      Por la razón apuntada, señalando someramente en mi comentario lo que se entiende por costumbre, manifiestaba (con mi pregunta) mi interés en llegar a una correcta comprensión de su intención ya que me parece extraño que Ireneo utilizara el término tal y como se entendía mos, moris.

      Saludos.

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    2. Estimada amiga: no se preocupe, los escritos de san Ireneo dan para mucho, dada su riqueza conceptual.

      Con permiso de Djavier,
      comento muy amistosamente algo sobre su interesante comentario:

      esos antropomorfismos que dice yo lo llamaría más bien teomorfismos- dado que todos los sentimientos y pasiones y cualidades y hábitos se vuelven por la gracia hechura de los de Cristo, y tras la Encarnación, todo lo bueno es forma de Dios en Cristo. Por lo que en Cristo ese antropomorfismo es cristomorfismo, ya para siempre, y por eso válido hablar así de Dios, como si habláramos de su Hijo, nuestro hermano.

      Respecto al latinismo, jeje, decirle una cosa: no sé que término usa san Ireneo, pero tanto consuesco (acostumbrarse) cmo mos ,costumbre, significan lo mismo. Mos moris significa también hábito, familiaridad, obrar a gusto de alguien, complacer (morem genere)

      Espero servirle de ayuda. Un saludo muy cordial!

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    3. Va vd mucho más allá de mis precisiones, me sigo quedando en la pregunta formulada al santo; ellos (los santos) están ya muy acostumbrados a mis preguntas y no se lo toman a mal porque saben que mis cuestiones responden, además de a tendencia natural, a la influencia de san Agustín, su apasionado amor a la verdad, y de santo Tomás, su esfuerzo por procesar y estructurar el pensamiento, esfuerzo tan ajeno a nuestra época; además, cuando se pregunta se pueden obtener respuestas incluso de los santos.

      Y esto no por mero disfrute intelectual sino porque creo que, como católicos y como seres dotados de razón, estamos seriamente obligados a hacer al texto las preguntas correctas y enseñar a nuestros jóvenes a hacerlo así, entrar en diálogo con él, obtener su lógica, el por qué y para qué, a fin de encontrar sus sentidos (literal y sentidos espirituales como el moral, alegórico, analógico, teleológico, contextual) y llegar así a su mejor comprensión, haciéndolo verdaderamente inteligible.

      Le agradezco su interés pero san Ireneo no es nuevo para mí y nunca me ha preocupado mi acercamiento a los santos, ni siquiera mi discrepancia con las reflexiones que ha formulado alguno de ellos (aunque esto “escandalice” a alguien); no se trata de que no entienda al santo en esta frase concreta sino de llegar a aprehender el espíritu que le hace a él pronunciarla, así como la finalidad que persigue al hacerlo en el contexto de las doctrinas heréticas de su época.

      Perdone que haya utilizado el latín pero el griego no lo manejo bien y, aunque el griego pudiera ser el idioma materno del santo y“ el inglés” de una época, dada mi profesión, el Derecho Romano y el concepto que trasmite mos, moris es como “de mi familia”.

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    4. No es este espacio adecuado para un debate sobre el cristomorfismo, término que no me resulta agradable por haber sido muy manoseado (recientemente por los evangélicos) y que nos llevaría, entre otras muchas cosas, a la iconografía y a autores como Agustín (como referencia fundamental) y su doctrina trinitaria pues el tema de la invisibilidad de la Trinidad es una constante en la obra del obispo de Hipona (“La Trinidad es invisible, y no solo el Padre. Pero solo el Hijo, en la forma de siervo, se apareció visiblemente, y por tener dicha forma pudo afirmar: El Padre es mayor que yo…) Pero insisto no creo que sea este blog el espacio adecuado para entrar en ese debate sin que haya sido iniciado por su titular.

      En cuanto al teomorfismo, no coincido con sus afirmaciones en la concreta expresión de su comentario aunque la discrepancia puede ser aparente y consecuencia del lenguaje, en cuyo caso, se disiparía en una conversación para la cual tampoco este es el lugar propicio.

      Ya me he excedido en extensión, como casi siempre.

      Un saludo.

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    5. Estimado Julia María, estamos solamente hablando, no debatiendo. Y menos, si ambos somos latinistas, jeje

      Seguro que a nuestro Djavier le encanta que dialoguemos ad libitum.

      El tema del presunto antropomorfismo es muy interesante, y me gustaría comentar algo,pero para que se sientas tranquila, no diré nada y esperaré a que nuestro amigo blogger ponga orden, jeje

      Saludos muy amistosos!!!

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  3. Acostumbrarse: consuesco, verbo intransitivo. Significa también hacerse familiar, adquirir hábito, familiarizarse con algo.

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  4. Es verbo usado en la famosa bula sobre el Santo Rosario, de San Pío V.

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  5. ¡Qué asombro y qué misterio, Padre! Muchas gracias.

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  6. Fuimos creados a semejanza e imagen de Dios, pero el pecado emborronó esta semejanza creando una distorsión que impide que Dios se "vea" a través nuestra. Por eso es tan importante la Gracia para todo cristiano.

    Comparto la visión de San Ireneo y la llevo un poco más allá, ya que acontumbrándonos a Dios, nos es posible verle en nuestros hermanos, aunque sus(nuestros) defectos y limitaciones le escondan con mucha facilidad.

    Que Dios le bendiga D. Javier :)

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  7. Buenos días don Javier. Meditaré la reflexión sobre la adptación del Dios y el hombre de la mano de San Ireneo. Un fuerte abrazo ¡Feliz Navidad!.

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  8. Realmente hoy no sé por dónde empezar.

    1) Disculpas por los retrasos en todo, en contestar y en escribir catequesis. Esta semana de las ferias mayores está desatendida en el blog y lo siento.

    2) Creo que Julia María y Alonso están diciendo casi lo mismo con diferente forma o lenguaje o estilo.

    Julia María quiere dialogar con el santo. Alonso responde como si él mismo fuera san Ireneo. Y entablan un diálogo de altura, tanto, que no me atrevo mucho a intervenir, sinceramente, porque no soy experto en san Ireneo. Me inclino a pensar más como dice Alonso, o así he interpretado yo siempre el "acostumbrarse" en san Ireneo.

    Confieso que no tengo en libro (de papel) el Adversus Haereses y la Demostración de la Fe apostólica, aunque admito generosos regalos ahora que se acerca la santa Navidad. Y me vais a disculpar la pereza de acudir a diccionarios patrísticos y obras de teología de los Padres para consultar.

    Me quedo "más" -si eso se puede- con la interpretación o la forma de Alonso Gracián (pese a su escolasticismo, que a mí me desagrada como él bien sabe y por lo que lo fomenta más, con santo humor).

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    1. Con que le desagrada mi escolasticismo, eh????

      Tendré que hacerle fotocopia a las obras de los dominicos del Siglo de Oro, sus amigos in spectro, y amenazarle con enviarselas desde el bar Canuto,jeje.

      Saludo bañecianísimos.

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    2. No se queje, que: ¡¡¡prefiere el comentario del escolástco!!!

      Casi, casi ¡imperdonable! Y yo haciéndole costosísmos regalos.

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    3. Alonso:

      El escolasticismo es desagradable siempre.

      Fíjese hasta qué punto es desagradable y temible que acabo de ser amenazado con unas vulgares fotocopias (¡ni siquiera un libro impreso!) con los dominicos del Siglo de Oro. ¡Terrible!

      Y encima se me cita un antro de perversión de nombre extraño, "el bar Canuto".

      ¡Ay, cuánto sufrimos y qué poco nos quejamos, los que queremos evangelizar y formar católicamente con este blog!

      Saludos litúrgicos y agustinianos, montinianos y lubacianos.

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    4. Julia María:

      En el contenido sí prefería lo afirmado por Alonso Gracián. Pero ha conseguido incomodarme con tanta escolástica. No se queje, estoy a su lado. Me siento más "querido" por vd. que por la escolástica entera.

      Y reconozco los valiosos y exóticos regalos que nos hace a todos: ¡¡villancicos en árabe!!

      Saludos y un gran abrazo, siempre con humor!!!

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    5. Vaya!!! No se deje engatusar por el exotismo arábigo!

      No reniegue vd de la butifarra del Canuto, o tendré que comérmela yo solito con los dominicos in spectro!jeje

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    6. Mira que no permitirme utilizar el lenguaje coimplicativo, típicamente femenino… Pero, si es el que utiliza con san Pablo en Filipos, Lidia ¡¡¡ la primera mujer evangelizadora de Europa!!! Ah… las mujeres… Nada, nada, don Javier, desde ahora puro y duro escolasticismo… y ¡traducido al árabe! hermosísima lengua de mi tierra…, pronto le llegarán los primeros documentos a su parroquia…

      Mientras me pongo a ello, seguiré preparando la celebración de la Nochebuena, ja ja...

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    7. Muy bien, Julia María, pásese al bando del Aquinate, jeje...

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  9. Sí quisiera matizar algo la consecuencia última que nos trae Néstor.

    San Ireneo, sin detenerse ni en la ética ni en la moral cristiana, no busca que veamos el rostro de Dios en el prójimo. A él, en conflicto con tanto gnóstico, le interesa resaltar la verdad salvífica de la Encarnación y la consecuencia de la divinización de la sarx, de la carne, del hombre.

    Prefiero una visión teológica de la que sacar consecuencias después, antes que una mirada moral (que no moralista) a la economía de la salvación.

    Saludos a todos.

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  10. Veréis que no hago llamada al orden a nadie.

    Me ha gustado un diálogo entablado en el que yo mismo he estado silencioso, que no ausente.

    Y repito que admito generosos regalos y donativos y legados, y de todo... en las próximas fiestas (jeje).

    Con mi afecto.

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