Un criterio agustiniano para la verdad de los sacramentos celebrados y recibidos, es decir, para percibir su fruto en nosotros:
Si quieres saber si recibiste el Espíritu Santo, pregunta a tu corazón, no sea que tengas el sacramento y te falte la virtud del sacramento (San Agustín, In I Io., 6,10).
Pero para recibir abundamente el Espíritu Santo, hemos de estar disponibles y receptivos, sin oponer obstáculo alguno.
Seguros estamos que todo hombre recibe el Espíritu Santo, y recibirá tanto más cuanto mayor sea el vaso de la Fe que lleve a la fuente (San Agustín, In Io., 32,7).
Las alegrías se multipliquen cuando se comparten, creciendo el gozo entre muchos; al revés, el dolor disminuye cuando no se encierra, sino que se comparte.
Cuando el gozo es de muchos, aun en los particulares es más abundante, por enfervorizarse y encenderse unos con otros (San Agustín. Confesiones 8,4,9).
Veamos también un ejemplo concreto de lo que es caridad, también caridad pastoral: acompasar nuestros pasos y crear un ritmo común en el que todos puedan caminar cómodamente.
Cuando dos van caminando juntos y uno es más rápido y otro más lento, el más rápido tiene en su poder el no separarse del compañero... (San Agustín. Sermón 250,3).
La tarea apostólica es, en cierto modo, maternal: engendra almas para Cristo; las da a luz con la oración, la penitencia, la predicación y los sacramentos, y procura que siempre mire a Cristo y busquen a Cristo en lugar de detenerse en la mediación, que es el apóstol o el sacerdote o el movimiento o comunidad.
Ante los que se repartían la Iglesia e intentaban constituir partidos a costa de la unidad, la madre caridad, que residía en el Apóstol, da a luz niños; muestra sus entrañas, rasga en cierto modo con palabras sus pechos, llora a sus hijos que ve son arrancados de su seno, intima a volver a la unidad a los que intentaban formar muchos partidos; aparta del amor que puedan tenerle, para que sea amado Cristo (San Agustín Tratado sobre la primera carta de San Juan 2,4).
Un criterio superior, realmente elevado, nos ofrece san Agustín para vivir la tribulación y lo adverso.
No basta sufrir estas tribulaciones para recoger el fruto, sino que hace falta soportarlas por el nombre de Cristo, no solamente con ánimo tranquilo, sino también con regocijo (San Agustín. Tratado sobre el Sermón de la Montaña 1,5).
Para justificarnos -redimirnos, santificarnos- Dios, en cierto modo, nos pide permiso y llama a la puerta. No nos salva contra nosotros, sino con nosotros. Hemos de dar el sí y abrir la puerta de nuestra existencia.
Si tú no quieres, no residirá en ti la justicia de Dios. Pero aunque la voluntad no es sino tuya, la justicia no es más que de Dios. La justicia de Dios puede existir sin tu voluntad, pero no puede existir en ti al margen de tu voluntad (San Agustín. Sermón 169,13).
San Agustín es siempre fuente de profundas reflexiones y utilísimas directrices.
ResponderEliminarUna selección espléndida de pensamientos para el Adviento.
Muchísimas gracias de corazón.
No tiene porqué darme las gracias.
EliminarMe alegro de que le ayuden y sean de utilidad.
Que me gustan las frases de San Agustín!!! :D
ResponderEliminar"No basta sufrir estas tribulaciones para recoger el fruto, sino que hace falta soportarlas por el nombre de Cristo, no solamente con ánimo tranquilo, sino también con regocijo (San Agustín. Tratado sobre el Sermón de la Montaña 1,5)."
Que difícil es aceptar las tribulaciones con regocijo. Normlamente nos quedamos en el dolor y el sufrimiento que conllevan. Pero detrás de esos sentimientos se esconde una oportunidad maravillosa para solicitar la gracia que nos eleva y nos transforma.
Que Dios le bendiga D. Javier :)
Néstor:
EliminarYa sabe, y lo repito para que lo sepan todos, que estas frases son recopiladas por Vd., publicadas en Facebook, y yo muy de tarde en tarde las recopilo y las voy programando. El trabajazo es suyo.
Un fuerte abrazo!!!
Más que trabajazo, es un disfrute diario. Las frases se buscan casi solas. Abres uno de los tomos y en diez minutos te encuentras ocho o diez que pueden valer para el días siguiente. Un abrazo de vuelta :D
EliminarBuenos dñias don Javier. Procuraré aumentar un par de tallas mi frágil vaso de la fe para intentar hacerlo también con regocijo.Da gusto repasar entradas del blog con la etiqueta de San Agustín.Un abrazo.
ResponderEliminarxtobefree:
EliminarAl final este blog, de formación y catequesis, va a ser una palestra de pensamiento agustiniano... No está mal: al menos se ofrece garantía y solidez y no teologuchos del tres al cuarto.
Un abrazo!!
¿Me permite matizar con apreciaciones personales?
ResponderEliminar“La tarea apostólica es, en cierto modo, maternal: engendra almas para Cristo…”; a veces (no la entrada), se identifica maternal con blandengue y no es lo mismo pues no se trata de engendrar almas debiluchas.
“… procura que siempre mire a Cristo y busquen a Cristo en lugar de detenerse en la mediación…”. Me alegra que lo haya hecho extensivo al movimiento o comunidad pues se queda uno desconcertado cuando parece que se soluciona todo en la Iglesia prescindiendo del sacerdote, y no oses preguntar qué “tiene mejor que el sacerdote” don X, doña Y o el “grupo de…”, pues te tacharán de cavernícola y te achacarán estar en contra del Concilio; al parecer algunos detectan rápidamente el, a su juicio, clericalismo y son lamentablemente lentos para detectar otros “ismos”.
Con estas situaciones me sucede lo mismo que cuando se afirma que el mundo funcionaría mejor si mandaran las mujeres, no me decido si reír o llorar. Si pudiera, esta reflexión la escribiría en letras de molde y en el pico más alto para que se viera bien.
“… crear un ritmo común en el que todos puedan caminar cómodamente”. “Cuando dos van caminando juntos y uno es más rápido y otro más lento, el más rápido tiene en su poder el no separarse del compañero”. Si apostillarle a vd ya es osadía por mi parte qué decir de apostillar a san Agustín, pero ahí va: todo educador, todo padre o madre de familia saben que el ritmo común a crear no puede ser el que aburra al que va más rápido y no provoque esfuerzo al más lento o al indolente porque se perjudica a ambos; conseguir el equilibrio es un arte y una recreación continúa del ritmo.
“Para justificarnos -redimirnos, santificarnos-…Hemos de dar el sí y abrir la puerta de nuestra existencia”. “Pero para recibir abundantemente el Espíritu Santo… sin oponer obstáculo alguno”. Muchas veces se trata más de quitar obstáculos (labor que produce dolor) que de hacer esto o lo otro.
¡Ven, Señor Jesús!
Julia María:
EliminarLo suyo hoy es una exégesis completa y minuciosa de san Agustín y de mis palabras. Vamos a ello.
-Lo maternal nunca puede ser blandengue, porque entonces no educa hijos, sino malcría salvajes. Educar maternalmente significa ternura y atención muy personales, pero al mismo tiempo, exigir para que el otro saque de sí lo mejor (educere) y darle forma.
-Lo de las mediaciones es un problema hoy. Del clericalismo de épocas pasadas, hemos llegado al otro extremo en la vida parroquial-eclesial; al sacerdote no se le reconoce autoridad moral alguna y todo pasa al líder carismático, al grupo de, al movimiento no-sé-qué... y el sacerdote es convertido en el brujo de la tribu que hace unos ritos mágicos porque solamente él puede hacerlo. En el fondo, es despojarlo de su paternidad sacerdotal.
-No querrá apostillar a san Agustín (ni a mí), pero lo hace... (jejeje). El ritmo ha de ser común. Ni correr tanto que el más débil y lento se quede rezagado y fuera del camino, ni tampoco tan lento que los que más pueden dar queden frustrados, caminando siempre lentamente, sin poder dar lo mejor de sí.
-Referente a los obstáculos: san Agustín -en el comentario a 1Ioh, habla de vaciar el barril de vinagre para que quepa el aceite, es decir, para recibir es necesaria la tarea dolorosa, ingrata muchas veces, de quitar obstáculos, barreras, otros contenidos del corazón, y poder recibir lo bueno.
¡¡Ven, Señor Jesús!!
Le deseo un buen día entre expedientes.
Es muy importante el recipiente que llevemos a la fuente...O sea el DESEO, que tengamos de Dios. Este recipiente crece con la oración y los sacramentos.Gracias D. Javier lo voy a reflexionar.Unidos en
ResponderEliminaroración.
Marian:
EliminarEso que dice es una idea profundamente agustiniana. El corazón (que es el recipiente) se dilata o ensancha por el deseo, mientras espera recibir.
Saludos cordiales.
Digo como Néstor: que me gustan las frases de San Agustín. Estás me las llevo para meditarlas más pausadamente y ver de verdad como es el tamaño de ese vaso que presento.
ResponderEliminarGracias por esta entrada, la verdad es que me hacia falta.
Un abrazo. Saludos para los que pasáis por este blog.
Más que examinar el tamaño del vaso... yo directamente me iría al Señor y le diría lo del salmo: dilataste mi corazón!!
EliminarAmigo mío,
ResponderEliminarSan Agustín es el doctor de la gracia y toda la doctrina del Angélico se fundamenta en la suya, desarrollándola hasta sus últimas consecuencias.
En el bello fragmento que cita y bien explica primero, se encuentra la enseñanza sobre la gracia suficiente :
"Si tú no quieres, no residirá en ti la justicia de Dios. "
¡Qué bellos son también los fragmentos sobre la gracia eficaz! Y qué desconocidos, en su relación misteriosa con la predestinación. Es la parte más desconocida, y que la inmensa legión de católicos semipelagianos de los últimos tiempos ignoran y malinterpretan, por su afán de sobre-resaltar el libre albedrío.
Saludos
Alonso:
EliminarMe permitirá que ni comente... Es vd. todo un especialista en el tratado teológico de la Gracia y no quiero enredar ninguna cuestión.
La otra parte de la doctrina del Obispo de Hipona, enseña, como bien sabe, que Dios no necesariamente espera la acción del libre albedrío, sino que antes bien la suscita y la genera con su auxilio, mantiene y fortalece. Es la gracia de elección, o de designo, o predestinante, o eficaz, o como querámosla llamar.
ResponderEliminar¿Por qué cuesta tanto entender este misterio? Porque el cristiamo moralista quiere basarlo todo en su propia voluntad, en su propio albedrío, y en la acción de la máquina de moralidad que se cree que ha de ser.
Saludos!
Alonso:
EliminarLo dice vd. perfectamente.
Los cristianos moralistas, que todo es su propia voluntad y su compromiso, anulan la Gracia y hacen inútil la Cruz del Señor.
La liturgia reza una oración: "que tu gracia INSPIRE, sostenga y acompañe nuestras obras..."
Este santo tan lleno de sabiduria me ensancha el alma!
ResponderEliminargosspi:
EliminarEnsacha el alma, y con razón. A mí también.
Cuando tenga tiempo (¿Cuándo?) debo seguir preparando series de pensamientos de san Agustín. Es un santo interesantísimo.
Un abrazo.
Padre, San Agustín me resulta absolutamente nítido. Me dan ganas de quedarme ahí, de lo claro que me parece, me da por preguntarme ¿para qué meterse en el cvii, si lo entiendo a duras penas y si tan fácil es crear malos entendidos, tergiversarlo, o hacer de su capa un sayo? Posiblemente sea una pregunta retórica, o tal vez una verdadera tentación para evitar meterse en tan "espinoso" concilio.
ResponderEliminarEn fin, la medida del AMOR es AMAR sin medida.
Muchas gracias por lo escrito, Padre. DIOS le bendiga.
Lo siento, amigo, pero no me es admisible que califique de "espinoso" al XXI Concilio Ecuménico de la Iglesia, el Concilio Vaticano II, tan Concilio como Nicea, Éfeso, Trento o Vaticano I.
EliminarOtra cosa muy distinta son los super-entendidos en todo que escriben abiertamente en contra de este Concilio, o incluso solapadamente, y lo califican de "espinoso", dudoso, y que mejor que no se hubiera convocado.
Pero es un Concilio Ecuménico convocado por el Papa; los documentos fueron sancionados por el Colegio Episcopal y el Santo Padre y mandados a promulgar.
No podemos detenernos en un momento histórico o en un Padre de la Iglesia. La Tradición está viva, es un elemento vivo, y avanza y se enriquece.
Con todo afecto.
Padre, acepto sumamente complacido su "llamada al orden". Venceré la tentación y procuraré de concretar lo antes posible mi intención de ponerme en serio con sus farragosos documentos, que es posible que me parezcan lo mismo de farragosos que cualquier otro concilio.
ResponderEliminarBueno, Padre, estoy por pensar que tengo cierta alergia a esos documentos. También me da por pensar que sencillamente son puros y duros prejuicios. Procuraré deshacerme de ellos lo antes posible.
Muchas gracias por todo, especialmente por su afecto. DIOS le bendiga.