El racionalismo vigente desde hace unos decenios ha elevado a la ciencia como el criterio último de todas las cosas; basta decir que algo es "científico" para que sea sagrado, intocable. Pero hay cosas que no son terreno de la ciencia porque no son objetos experimentables, capaces del método prueba-error, además de que toda ciencia es sostenida siempre por una determinada y previa filosofía del conocimiento.
Esa mentalidad "científica" (que no lo es tanto, claro) más el nihilismo reinante, donde todo se niega, nada existe sólo uno mismo y su poder, han elevado la pregunta sobre Dios y la han constituido en un problema contemporáneo. ¿Dios tiene sitio? ¿Tiene cabida en nuestro mundo hoy? ¿No es algo irracional, precientífico? La fe, ¿puede hablar de Dios hoy? ¿O sólo existe lo que vemos y dominamos?
El ateísmo "científico" nacido en el siglo pasado cobra una extensión descomunal en la cultura post-moderna; el nihilismo sumado a la dictadura del relativismo (no hay verdades, todo son opiniones igualmente válidas y respetables) y la fe debe situarse ante estas realidades de pensamiento para dar una respuesta y ofrecer razones de nuestra esperanza.
Por eso debemos formarnos y reflexionar sobre la cuestión de Dios y, más que nada, para ofrecer palabras verdaderas y buenas que ayuden a buscar y encontrar a Dios. También para saber qué terreno pisamos y mirar la cultura en la que vivimos y no andar despistados, entretenidos en pequeñeces "pastorales".
"Hemos tenido noticia también del tema que interesa las lecciones y discusiones del Congreso; tema tremendo: "El problema de Dios en el pensamiento teológico hoy".
Este tema, si bien recordamos, se conecta con el del año pasado, que estudiasteis también en Albano; índice éste de la seriedad de vuestro estudio y de la riqueza del tema. El cual se presenta hoy, sin embargo, en la penumbra de las más arduas dificultades; no sólo porque tantas veces como se quiere considerar cuanto se oculta de verdad, de realidad bajo el nombre inefable de Dios, se queda al mismo tiempo arrastrados por la profundidad que tal nombre oculta, y anonadados por las asombrosas e incircunscriptibles dimensiones suyas, pero también por las condiciones en que hoy se encuentra, no ciertamente en el ámbito de la enseñanza eclesiástica y de la especulación sinceramente cristiana, sino en la circulación prevalente de la cultura moderna; condiciones, como es sabido, favorables a la negación radical, a la crítica demoledora, a la búsqueda de un presunto realismo fundamentamente ateo. Dios es presentado como problema; y la solución del problema es, por un complejo de causas, dirigida a desilusionar el pensamiento hoy corriente de poder asignar a Dios un puesto en la certeza y un influjo irradiante sobre la vida del hombre.
Otras veces el "itinerarium mentis" estaba espontáneamente dirigido a la conquista de algo superior y de un iluminado conocimiento de Dios; más aún, de cierta relación con Él, que imprimía a la vida un sentido propio, un orden propio, un movimiento propio. Hoy el "itinerarium" tiende al alejamiento, al apartamiento de Dios, ya sea que este alejamiento se detenga en la sustitución de la teología por la antropología; esto es, haga del hombre el ser primero y el valor absoluto, ya sea que más lógicamente prosiga hacia el abismo de la nada o al menos de lo absurdo, y a menudo de la locura o la desesperación
La Iglesia de frente a toda realidad.
¿Cómo se ha llegado a estas conclusiones que para el cristiano son absolutamente inaceptables, y por ello fuente de agudo desánimo espiritual, y estímulo para reacciones mentales y prácticas que lo sitúan en un estado complejo de angustia, de polémica, de esfuerzo mental? Demasiado largo y demasiado difícil sería responder a semejante pregunta. Está bien para vosotros, que habéis dedicado a ella una serie de reflexiones y que tenéis valientes maestros que conocen bien el estado presente de esta teología profana y que saben identificar fenómenos y testimonios, también en este campo tenebroso, que pueden tener para nosotros y para todos algún efecto bienhechor; el primero entre todos, el de profundizar y de purificar el concepto, a menudo pueril y antropomórfico, que nos hemos forjado de Dios, para tratar de restituirlo a su sublime trascendencia, a su soberana alteridad, a su delicadísima comunicabilidad.
Vosotros sabéis que Nos mismo hemos querido instituir un Secretariado, que forma parte de los órganos de la curia romana, "para los no creyentes", reconociendo así una realidad de hecho de grandísimas proporciones que presentan a los creyentes una selva de problemas y de dificultades y que les obliga a apreciar, en primer lugar, como una verdadera gracia, nuestra suerte de "hijos de la luz", y en segundo lugar, les invita a penetrar en el laberinto de la humanidad privada, de la ciencia de Dios y de la luz de la fe. Es lo que estáis haciendo vosotros, que ciertamente os preocupáis de reforzar vuestras convicciones religiosas, poniéndolas en contraste con las corrientes de pensamiento que las someten a una impugnación problemática y sistemática.
Una hora incierta y turbia para los hombres ignorantes
A este respecto os percataréis de la dificultad característica de esta hora incierta y revuelta del pensamiento humano; éste ha perdido la confianza en sí mismo. No quiere ni lógica formal ni metafísica; no quiere sistema orgánico de verdades, por autorizadas que sean; no quiere razonamientos probatorios y silogísticos; no quiere esquemas prefijados y ordenados; todo es mito, todo es discutible, todo es incierto; sólo el pensamiento científico conserva un valor provisional, sin que el mismo pueda esclarecer los profundos problemas de la inteligencia y puede dar a la vida y sus exigencias espirituales y religiosas cualquier útil respuesta. El pragmatismo suple de algún modo este vacío, pero a menudo más para agudizar el hambre de verdades supremas que para saciarla.
Vosotros os hacéis exploradores de este inmenso mundo de las opiniones ganadas mediante la duda y la negación de las certezas insuficientes y prontas a ceder bajo el paso de quien quisiera fundamentarse sobre ellas. La vuestra es sabiduría que quiere percatarse de las condiciones espirituales de nuestro tiempo; la vuestra es caridad que trata de de encontrar algún nuevo sendero que conduzca fuera de la "selva salvaje, áspera y fuerte" para vosotros mismos, pero todavía más para tantos hombres hermanos que serían bien dignos del descubrimiento y bien necesitados de encontrar un recuperado sentido religioso y, en la fe, el concepto de la vida humana y de su destino, así como la capacidad de infundir en las gigantescas expresiones prácticas del genio moderno un alma nueva y superior.
Diagnóstico de algunas tendencias contemporáneas
Pero vuestra exploración, como quiera que no se da sin fatiga (¿cómo comprender a veces el significado de un lenguaje especulativo arbitrario y de un procedimiento lógico totalmente subjetivo que la discusión filosófica actual nos presenta?), así tampoco carece de peligro. El abandono del "ars cogitandi", a la que el honesto uso del "buen sentido" y la sabia iniciación en el pensamiento humanístico-escolástico nos han habituado, hace perder la brújula de una orientación hacia la verdad, a la cual se tiende sin tener ya la guía de criterios seguros de razonamiento, pero casi atraídos por ciertos contrapesos parciales y momentáneos que encantan precisamente por nuevos, por originales, por no perjudiciales, por genialmente formulados, pero capaces de aportar más confusión que claridad, más desaliento que confianza.
No es éste vuestro caso, ciertamente, porque estáis anclados en la certeza de vuestra formación cristiana; pero quizá es el caso de tantos espíritus, ya en los cenáculos de la cultura para los iniciados, ya de las multitudes de hombres que piensan con el cerebro de otros y que son conducidos por las corrientes de la opnión pública. Mirando a esta situación del pensamiento contemporáneo se comprende cómo la afirmación de Dios se oscurece y casi se disuelve; y contemplando desde la orilla sólida y amiga, desde la que se desenvuelve nuestro ministerio de salvación cristiana, el espectáculo impresionante del desastre mental de tanta gente de nuestro tiempo, viene a nuestra memoria la imagen tremenda de las arenas movibles sobre las cuales parece a veces que están tratando de caminar y de avanzar tatnos que han preferido a la solidez de la vieja sabiduría y de nuestra misma orilla la peligrosa y aventurada excursión en el terreno inseguro de las modernas filosofías; es entonces cuando quisiéramos gritar, lejanos de hecho pero cerquísima con el corazón: "¡Prestad atención!"; y quisiéramos tender una mano o señalar una salida.
Indestructible confianza
Pero tengamos confianza, sí, de poder ofrecer esta providencial y amigable asistencia, este servicio de la verdad, discípulos como somos del Maestro de las palabras que no fallan, y después también maestros, repetidores e intérpretes de su mensaje de luz humana y divina.
Y tenemos también confianza de que aquel mismo Dios, que tantos olvidan, que tantos insultan, que tantos niegan, que otros quieren muerto y sepultado, defienda por sí, y defenderá para nosotros, hombres modernos, la teología de su gloria y de nuestra salvación. Siendo como es infinitamente bueno, Él tiene su peculiar memoria, y no de castigo, esperamos aplicar a nuestros espíritus hechos ciegos y volver hacia Él a los que yerran. Él vela sobre nuestros pasos vacilantes; Él está presente. Él socorre nuestra natural caída. Dios es necesario. Él aprovecha incluso nuestros errores; Dios sabe sacar bien del mal. Él tiene compasión de nuestra miseria y de nuestra desolación. Sí, Él posee la llave de los corazones y puede de un momento a otro hacer reaparecer en el fondo de las conciencias, resurgir en ellas y soplar en sus labios nuevos testimonios. Porque Él existe; Él está vivo y verdadero; Él es nuestro Creador y nuestro Padre amoroso y vigilante. Debemos recordar que si existe un itinerario nuestro hacia Dios, existe también, y mucho más valioso, mucho más misterioso, mucho más bello, un itinerario de Dios hacia nosotros. ¿Qué es el Evangelio, qué es la venida del Verbo de Dios en nuestra carne sino un buscar de Dios a la Humanidad?
Queridos hijos y amigos:
profundizad en estos pensamientos. Y puesto que sois católicos, recordad cómo y cuándo la Iglesia, maestra, os lo presenta planos y urgentes. Y como cristianos que sois, acordaos de la gran ley que preside la Divina Revelación, la de la humidad que escucha, que acepta, que guarda en el corazón, que traduce lo que recibe en ofrenda de oración vivida y de caridad generosa. Los humildes, los pequeños, son los preferidos en la escuela de Jesús. Escuchemos de nuevo, para terminar, el eco de su palabra: "Yo te alabo y te doy gracias, Padre y Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y a los poderosos y las has revelado a los sencillos" (Mt 11,25)".
(Pablo VI, Disc. al Congreso del Movimiento de graduados de la Acción Católica Italiana, 29-agosto-1967).
Una aguda y filosófica reflexión sobre el cientificismo.
ResponderEliminarPorque más que de ateísmo científico o mentalidad científica, se trata de mentalidad cientificista, de ateísmo cientificista. Pues la ciencia, por sí, lleva a Dios. Se trata de un abuso de la razón científica, como vd y Pablo VI, ya en camino de los altares, gracias a Dios, quieren mostrarnos.
Y el texto de Pablo VI, certerísimo, como siempre.
Permítame un comentario anexo, que no viene directamente de su post, pero que se relaciona con él a modo de consecuencia, aunque no sea el tema que vd tan afinadamente trata.
EliminarEn teología existe un cientificismo muy dañino, que pretende usar "el método cientifico" para teologar, bajo la excusa del profetismo.
Es una manera espúrea y falsa de hacer teología, que utiliza el siguiente presupuesto: "el pensamiento teológico ha de ser independiente y ponerlo todo, proféticamente, en tela de juicio, y dudar científicamente de todo, hasta no ser probado"
Pero el teólogo no empieza su reflexión con una duda programada y sistemática, falsamente "profética", sobre la fe de la Iglesia, que no se puede probar de forma empírica ni historicista, aunque no contradice la razón -pero pertenece a otro plano, como vd bien indicaba.
Porque el teólogo es cristiano antes que teólogo,
y está comprometio por la gracia bautismal con la integridad de la fe, a cuyo servicio se debe.
“Porque aquellos que recibieron la fe bajo el Magisterio de la Iglesia, no pueden tener nunca ninguna causa justa de mudar o de poner en duda la misma fe” (Denzinger 1794)
Por tanto, el empirismo teológico, el positivismo teológico, es gravemente incompleto, y sin duda ilícito, por traicionar la fe bautismal y minusvalorar la necesidad que tiene la razón de la gracia.
Saludos escolasticísimos
Exceptuando, querido Alonso, la ironía malísima de los saludos "escolasticísimos" (¡qué palabro!), lo demás se lo admito.
EliminarLa ciencia, per se, no es mala; el cientifismo que eleva la ciencia a absoluto sí es malo porque es su misma perversión, su destrucción.
Igualmente de acuerdo en su disquisición sobre la teología. Nace como reflexión sobre algo dado, la revelación, la Verdad manifestada, y a ella se ajusta. Pero querer partir de cero convierte a la teología en ideología pura y dura. Rompe su lazo con la fe (aceptación). El teólogo deviene simplemente historiador de los dogmas. ¡Qué lejos de la unión teología y santidad, o de la "teología arrodillada" de Balthasar frente a la "teología sentada" de los academicistas.
Ha estado bien eso de la teología sentada de los academicistas. Por ser teología burguesa, acomodada, sin el compromiso de la obediencia sobrenatural de la fe, si es posible hasta el martirio.
EliminarAlgo así decía Bloy, los teólogos desobedientes son principalmnente los de poltrona, los burgueses.
Qué malo es vd, rechazar mis saludos escolasticísimos. Yo que lo decía con candidez de paloma, jeje
Mentalidad cientificista y su hijo el bienestar de la técnica, nihilismo, relativismo, filosofías que son manifestaciones nuevas de pecados de siempre, “nadie niega a Dios sino aquel a quien le conviene que Dios no exista” nos dice san Agustín; flechas todas contra Dios o contra el hombre (Dios no existe y si existe, no interesa), que persiguen a Cristo mediante el ataque a nuestra débil fe.
ResponderEliminarEl Papa: “….sin tener ya la guía de criterios seguros de razonamiento, pero casi atraídos por ciertos contrapesos parciales y momentáneos… capaces de aportar más confusión que claridad, más desaliento que confianza……quisiéramos gritar, lejanos de hecho pero cerquísima con el corazón: "¡Prestad atención!"; y quisiéramos tender una mano o señalar una salida…..Pero tengamos confianza… Él está presente... Dios sabe sacar bien del mal (es el especialista- añadido mío)…” Nos encontramos en el tiempo de la espera y de la esperanza, el tiempo del Adviento.
¡Qué importante!: - …la fe debe situarse ante estas realidades de pensamiento para dar una respuesta y ofrecer razones de nuestra esperanza…..no andar despistados, entretenidos en pequeñeces "pastorales".-
¡Ven, Señor Jesús!
Querida Julia María:
EliminarAsí, tal como escribe, no me da lugar a réplica, ni disenso, ni pelea "cibernáutica". Estoy de acuerdo, con lo cual se acaba hoy el diálogo.
Pero eso sí, acudo a su comentario, la saludo y beso respetuosamente su mano.
Atte., la parte contratante de la primera parte.... (jeje)
Me da por pensar que el presentar a DIOS como un problema es más cuestión de comodidad que de cientificismo. Pero bueno, al final, todo es lo mismo. Quien no quiere adentrarse en el camino de la cruz, cualquier cosa es una buena escusa. Es más cómodo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Padre.
DIOS le bendiga.
No creo, amigo, que se trate de comodidad. Hubo corrientes de filosofía -supongo que desde el nominalismo en la Edad Media, pero eso nos lo pueden aclarar aquí otros expertos- en que la ciencia se endiosó. No era comodidad para no preguntarse por Dios, sino la imposibilidad conceptual de que Dios pudiera entrar en un mundo regido por leyes cientifistas. Es distinto.
EliminarLa comodidad más bien viene de quien incluso creyendo en Dios y escuchando su Evangelio, aminoran el golpe en la conciencia, adaptan el Evangelio a ellos y no ellos al Evangelio.
Saludos cordiales
Buenos días don Javier. Grande Pablo VI. Meditaré el fundamento de mi confianza: " Él existe; Él está vivo y verdadero; Él es nuestro Creador y nuestro Padre amoroso y vigilante." Un abrazo.
ResponderEliminarSí, xtobefree: estoy convencido de que Pablo VI fue grande de verdad.
EliminarMuchas cosas lo avalan, entre ellas, un Magisterio luminoso.