Si normalmente nuestro canto
litúrgico en general es muy pobre (lleno de buena voluntad, sí, pero
pobre), cuando llega el tiempo de Navidad, la liturgia en muchísimas
ocasiones baja aún más en calidad, al introducir sin criterio alguno,
villancicos populares como cantos de entrada, ofrendas o comunión ("Los
peces en el río", "El camino que lleva a Belén", "Hacia Belén va una
burra...", etc., etc.), ignorando los cantos principales tales como el
"Gloria" o el Salmo responsorial. Se convierte la liturgia en un
concurso de villancicos y disfraces de pastorcitos que no cuadra con la
naturaleza de la liturgia, y se califica de "antiguo" a quien no pueda admitir semejantes inventos en la liturgia.
Hay que distinguir cuidadosamente aquello que es "popular", "folclórico", apto para una reunión familiar o de amigos, del ámbito sagrado de la liturgia. No todo lo que se canta en casa, o con amigos, y que es simpático y alegre, cuadra por su letra, música y ritmo, en la celebración de la liturgia. Introducirlos sin más, es rebajar más aún el nivel de la música y canto en nuestras celebraciones. No basta cantar cualquier cosa en la liturgia para justificar que al menos todos cantan, sino que se trata de cantar realmente LA liturgia, elevando el nivel de todos también. No es cantar por cantar, para que "todo quede bonito".
El Directorio "Canto y música en la celebración" es la pauta tanto para formarnos como para elevar el nivel del canto litúrgico en parroquias y monasterios. En él encontramos las directrices oportunas y claras, muy claras:
"El “Gloria a Dios en el cielo” es el gran canto de Navidad. Al celebrar la Liturgia el “magno y admirable misterio” del Dios hecho hombre por nosotros debemos cantar, y no sólo con villancicos, la Navidad. Las Eucaristías de este tiempo no pueden reducirse a meras pastoradas. Los villancicos de corte litúrgico bien seleccionados en texto y música tienen su momento en la presentación de los dones y al final de la celebración durante la adoración del Niño. No se olvide el “Adeste fideles” ni los cantos del Propio y del Ordinario" (Directorio Canto y música en la celebración, nº 212).
Así pues:
-el gran canto de Navidad es el "Gloria", que por el primer verso se introdujo en Roma para la celebración de la Natividad de Cristo y luego se extendió su uso a todo el rito romano. Cualquier coro parroquial debería tener en su repertorio 2 ó 3 versiones elegantes, solemnes, del Gloria. En este día, un Gloria alegre, que todos puedan cantar. Sobre el Gloria y los demás cantos del Ordinario de la Misa, los cantos fijos, esta entrada de nuestro amigo Óscar sería útil.
-El "Adeste fideles", que muy bien puede ser Canto de entrada por su invitación a "venir", "adorar".
-Los cantos del Propio, especialmente, el salmo responsorial de cada una de las solemnidades de Navidad.
-El canto en las ofrendas o en la comunión del salmo 97 ("Cantad al Señor... Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios"), del salmo 71 ("Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente... Los reyes de Tarsis y de las islas..."), del salmo 2 ("Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy..."). Y siempre es adecuado el canto para la comunión del salmo 33 ("Gustad y ved qué bueno es el Señor").
-Los villancicos tan populares que al principio citábamos, si no hay más remedio que cantarlos (aunque no cuadran mucho con la liturgia), hágase después del "Podéis ir en paz", mientras se besa la imagen del Niño Jesús como algo fuera dela misma liturgia.
Hay que procurar que los cantos expresen en sus letras la fe de la Iglesia, y no lugares comunes o típicos de Navidad ("Peces", "chocolate", "pastorcitos"), y los grandes temas de la Navidad deben aparecer en esos cantos (un buen Cantoral los ofrece, por ejemplo, el Cantoral Litúrgico Nacional de España...):
- Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios
- Divinización de la humanidad por la Humanidad salvadora de Cristo (el "admirabile commercium")
- Inicio de la Redención
- Adoración ante el Misterio
- Salvación a todos los hombres y naciones, universalidad
- Entrada de Dios en la historia de los hombres...
Totalmente de acuerdo, don Javier. "Ni hay que cantar, ni hay que rezar durante la misa; hay que cantar y rezar la misa", dijo el Papa Pío X. Para mí, el canto en la liturgia expresa nuestra postura ante Dios y ante el misterio que celebramos.
ResponderEliminarHipólito Taine (filósofo francés) pronunció las siguientes palabras, a la salida de una misa de esponsales: "Muy linda ópera: análoga al quinto acto de Roberto el Diablo; solamente, que Roberto el Diablo es más religioso".
Siempre que comparto la celebración de la Santa Misa en otros países y oigo cantar (y canto) a todos los fieles (incluso en latín), guiados o no por un coro, me pregunto por qué no sucede lo mismo en España.
Excusa suele ser la falta de educación musical en España, pero ¿por qué no empezar a educar, en la práctica concreta, a los fieles en este aspectol? Habitualmente una serie de personas que integran un coro, sin ser Caruso ni La Callas, se apropian de los cantos, adoptando (al menos mis amigas) actitudes de divismo, y no educamos ni enseñamos a los fieles los cantos litúrgicos.
¡Qué el Niño Jesús los bendiga!
Julia María:
EliminarHa citado vd. unas palabras clásicas que se citan casi obligatoriamente en cualquier charla o conferencia de liturgia; yo siempre lo hago.
En España es distinto el tema del canto... aunque veo en Bilbao, cuando voy en verano, que el pueblo cristiano canta entero. Es otra forma de educación musical.
Un abrazo!!
Padre, un saludo desde Argentina. Continuamente tengo la discusión en mi parroquia respecto a éste aspecto de la música en la liturgia. Siempre se apunta a que la gente cante, a lo conocido y popular, incluso divertido... y no sé qué debo hacer para intentar cambiarlo con caridad. No se qué documentos de la Iglesia puedo aconsejar para leer, y que le tomen importancia. Es muy triste ver cómo en las Iglesias locales se mira a Roma con malos ojos. Un abrazo!
ResponderEliminarReferente al canto litúrgico, está lo poco que se afirma (o lo mucho, según se quiera) la constitución Sacrosanctum concilium y la instrucción Musicam sacram. Además, siempre conviene leer la Introducción General del Misal romano. Ahora mismo no recuerdo ningún otro documento -pero debe haberlo- sobre música y canto litúrgico.
EliminarEl magisterio de la Iglesia es pauta para todos.
Saludos, amigo argentino!!
En algunas ocasiones me ha parecido que se considera la iglesia, como una sala multiusos. En algunos instantes de mi vida, estando dentro de una iglesia, me ha dado por pensar que el hecho de que esté CRISTO en el Sagrario es irrelevante y que las cosas que se hacen en la iglesia, con tal de ser multitudinarias, es lo que cuenta. He conocido a personas para quienes las formas en la liturgia son irrelevantes. Tal vez no seamos plenamente consciente de la importancia de la Liturgia. Ser conscientes de esta importancia implicaría el interés por mimarla, por cuidarla hasta en el más pequeño detalle. Tal vez, que también, además de educarnos musicalmente, a la vez tendríamos que aprender a amar la Liturgia. Muchas gracias, Padre, por hacerme reflexionar, una vez más. DIOS le bendiga.
ResponderEliminarEl templo es el lugar de la acción litúrgica. El canto litúrgico y la música es consustancial y connatural a la liturgia misma, lo excepcional es que nos hemos acostumbrado a "las Misas rezadas" y encima lo vemos como mejor, más devoto, más recogido, más espiritual...
EliminarHay que reeducar -para ello está también este blog- el paladar litúrgico.