domingo, 30 de diciembre de 2012

¡Jesucristo, Jesucristo! (y II)

Jesucristo es único, realmente único, y para quien ha tenido la dicha de ser encontrado por Él, resulta la Presencia más importante y decisiva, el factor que integra y restaura toda su humanidad, todo lo humano.

Su encarnación -y nacimiento- es el Acontecimiento decisivo que tiene que ver, y cuánto, con nuestra vida hasta en sus elementos más sencillos y cotidianos.


Todo, con Él es elevado a la mayor altura posible. Todo es recapitulado en Él (cf. Ef 1,15), su Cabeza, porque todo tiende a Él y encuentra su plenitud en Él, y fuera de Él, todo estaría incompleto.

El deseo del Padre es "recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra" (Ef 1,15) porque Cristo es la Meta y el Centro.

"Vino, por tanto, el Hijo, enviado por el Padre, quien nos eligió en El antes de la creación del mundo y nos predestinó a ser hijos adoptivos, porque se complació en restaurar en El todas las cosas (cf. Ef 1,4-5 y 10)" (LG 3).

"El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó para que, Hombre perfecto, salvará a todos y recapitulara todas las cosas. El Señor es el fin de la historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones. El es aquel a quien el Padre resucitó, exaltó y colocó a su derecha, constituyéndolo juez de vivos y de muertos. Vivificados y reunidos en su Espíritu, caminamos como peregrinos hacia la consumación de la historia humana, la cual coincide plenamente con su amoroso designio: "Restaurar en Cristo todo lo que hay en el cielo y en la tierra" (Eph 1,10)" (GS 45).



"Con todo lo cual es espíritu humano, más libre de la esclavitud de las cosas, puede ser elevado con mayor facilidad al culto mismo y a la contemplación del Creador. Más todavía, con el impulso de la gracia se dispone a reconocer al Verbo de Dios, que antes de hacerse carne para salvarlo todo y recapitular todo en El, estaba en el mundo como luz verdadera que ilumina a todo hombre (Io 1,9)" (GS 57).


Ese carácter de Cristo, de ser recapitulador, es mostrado por el papa Pablo VI en una insuperable y conocida alocución en Belén, en 1964; al leerlo, experimentaremos también nosotros la irresistible atracción que Jesucristo ejerce llevándonos a Él:



                "Es el mensaje del Hombre al hombre. El Cristo que nosotros traemos a la humanidad es el “hijo del hombre”, como se halla Él a sí mismo. Él es el más sublime nacido en el mundo, el prototipo de la nueva humanidad; es el hermano, el compañero, el amigo por excelencia. Solamente de Él puede decirse con toda verdad que “Él sabía que lo pasaba en el hombre”. Él es el enviado de Dios, pero no para condenar al mundo, sino para salvarlo.
                Él es el Buen pastor de la humanidad. No hay cualidad humana que no haya respetado, realzado, redimido. No existe sufrimiento humano que no haya comprendido, compartido y valorado. No hay necesidad humana –excepción hecha de toda imperfección moral- que no haya asumido y experimentado en sí mismo y propuesto a la ingeniosidad y al corazón de otros hombres como objeto de los deseos y del amor de ellos, y por así decirlo, como condición de la propia salud y bienestar de ellos. Incluso ara el mal, que en calidad de medicina de la humanidad Él ha conocido y denunciado con el vigor más enérgico, ha tenido una infinita misericordia hasta el punto de hacer surgir, por medio de la gracia, en el corazón del hombre, las fuentes supremamente maravillosas de la redención y de la vida (PABLO VI, Alocución en la gruta de Belén, 6-1-1964).



Si todas las cosas del cielo y de la tierra tienden hacia Él como a su centro... también las cosas de nuestra vida sencilla y cotidiana, nuestros trabajos, deseos e ilusiones, nuestros afectos, nuestras luchas tienden hacia Él y Él es el centro que todo lo atrae y unifica.

Así viene Jesucristo a nuestra vida: recapitulando todo.


4 comentarios:

  1. Cuando se dice que Cristo es el primogénito de María se lleva a la confusión (digo yo) porque más de uno creerá que tuvo má hijos y después viene lo que viene.
    Yo lo tengo CLARÍSIMO, pero el pueblo llano no tanto.

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    1. Como yo he utilizado el término primogénito, me permito explicarle que lo utilizo porque el texto evangélico dice lo que dice y no lo podemos modificar por temor a la ignorancia salvable ya que, para salir de ella, basta acudir a un sacerdote fiel a la doctrina de la Iglesia y a la verdad de las cosas.

      Sin embargo, creo que tiene Vd razón al señalar la necesidad de explicación del significado de la primogenitura en el pueblo hebreo en relación a la filiación, bendición y herencia así como a su consagración a Dios (como tantos otros términos o matices que deberían ser explicados o aprendidos).

      En todo caso, las distorsiones (“después viene lo que viene”) que se han producido no han nacido del pensamiento o dudas de personas sencillas como mi abuela María por ejemplo, sino de posiciones doctrinales de personas, a las que no les sería atribuible precisamente la cualidad de la sencillez, que han utilizado indebidamente otros pasajes evangélicos mediante interpretaciones insostenibles y, por tanto, fáciles de rebatir para cualquiera que conozca mínimamente las culturas y lenguas de origen semita.

      Para evitar la contaminación de insostenibles y erróneas interpretaciones, la formación de todos los católicos, siempre necesaria, ha adquirido con los siglos el tinte de urgencia.

      Un saludo.


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  2. Ese Niño cuyo nacimiento celebramos dirá años después: “Yo, el camino, la verdad, la vida”, no en nuestro lenguaje abstracto sino en el lenguaje semita dinámico: sin mí no hay camino que conduzca a la verdad y a la vida; conmigo, si caminas en mí, caminas en la verdad, en la vida. El mismo que dijo: Permaneced en mí, sin Mí no podéis nada.

    Cristo ilumina el por qué y el para qué de la vida humana porque en Él Dios Padre, el Creador, recapituló todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, como dice san Ireneo en su tratado Adversus haereses: “hay un solo Dios Padre y un solo Jesucristo, nuestro Señor, que vino con su plan y recapituló en sí todas las cosas. Entre todas ellas está también el hombre, plasmado por Dios. Por tanto, recapituló también al hombre en sí mismo, haciéndose visible, Él que es invisible, comprensible, Él que es incomprensible y hombre Él que es el Verbo”.

    Parafraseando a Claudel, que dijo “Jesús no ha venido a explicarnos el sufrimiento sino a llenarlo de su presencia”, Cristo no vino a explicarnos qué es el hombre, se hizo hombre. Jesús es el antivirus por excelencia.

    ¡Qué el Niño Jesús les bendiga!


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  3. Para mi es un misterio insondable, inescrutable. Intuyo que hay cosas que mi intelecto no podrá alcanzar nunca. Si acaso, con los ojos del alma, y siempre con la gracia de DIOS. Ni que decir tiene, que no aspiro a tanto. Con todo, esta cuestión siempre me hace reflexionar y me gusta. De nuevo muchas gracias, Padre por todo. Abrazos en CRISTO.

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