La espiritualidad agustiniana mantiene su vigencia gracias a su lenguaje, sus profundas intuiciones y su forma de conectar rápida, intensamente, con la experiencia de cada uno, con su deseo y sus búsquedas.
Un Maestro universal, permanente, es san Agustín. Quien se acerque a él con frecuencia verá el mucho bien que le hace tanto a su intelecto como a su corazón, a su pensamiento y a su plegaria. Es una buena escuela, ya lo estamos viendo y si no, recordad toda esta amplia serie de "Pensamientos de San Agustín" y pinchad en la etiqueta.
¡Que gran valor tiene la resurrección de Cristo! Ya no vuelve a morir, está vivo para siempre. Algo podemos barruntar en la experiencia personal de nuestras pequeñas resurrecciones después del pecado, o en los impactos y obras de la Gracia en nosotros, vivificándonos.
La obra de Dios es increíble. El asombro, el estupor, nos conmueve al contemplar lo que Dios realizó en Cristo al resucitarlo de entre los muertos y la obra lograda en los discípulos. De la nada, del cenáculo cerrado por miedo, sale la Iglesia fuerte y valiente; del silencio de los discípulos acobardados, surge la predicación kerygmática, decidida, de los apóstoles anunciando que Cristo es el Señor porque ha resucitado.
Flaqueza y fortaleza se dan en Cristo, la de su humanidad y la de su divinidad; con ambas obra en el hombre, con ambas se realiza la redención.
¡Entra en tu conciencia! Allí se produce un descubrimiento: la propia alma mendigando la limosna de la Verdad, la limosna de Dios mismo. Si se vive como un "infiel", como un pagano, un no-bautizado, habrá que descubrir al alma llamando a la puerta para entrar y encontrarse con Dios. Sólo el silencio interior nos permitirá oír a nuestra alma pidiendo y mendigando.
Enemigos y amigos; de ambos podemos aprender... aunque si la amistad es verdadera y muy sólida, nada la puede enturbiar, ni siquiera la corrección.
La caridad conduce nuestra vida. Sin ella no caminamos, no avanzamos. Así nos lo enseñó Aquél que es el Camino porque sus pies caminaron por nuestros senderos por caridad.
Me quedo con esta: "Tu alma mendiga ante tus puertas; entra en tu conciencia. Quienquiera que seas, si vives mal, si vives como un infiel, entra en tu conciencia y allí encontrarás a tu alma pidiendo limosna... (San Agustín, Sermón 106,4)"
ResponderEliminarGracias D Javier. Que tenga un feliz y santo día.
Igualmente, aunque ya mejor le deseo una buena semana.
EliminarEl enemigo sólo empieza a ser terrible cuando tiene razón. Agustín, incansable buscador de la verdad, no podía pasar por alto que el enemigo se puede convertir aún a su pesar en una fuente de revelación. Yo creo que deberíamos pedir sinceramente a los amigos, a los verdaderos amigos, que ejerciten con nosotros la corrección fraterna porque el amor ni es ciego ni tiene prejuicios, y un verdadero amigo debería ser una luz en nuestra vida.
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
O, al menos, que cuando los busquemos para consultar algo o discernir, sean siempre luz para la verdad, lámpara de nuestros pasos.
EliminarY es una bendición tener amigos así, con suficiente visión sobrenatural como para orientarnos.
Un abrazo!!
El último párrafo sobre los dos pies me ha gustado mucho. Claro y lúcido. Alabado sea DIOS, que nos ha dado a este gran santo. Muchas gracias por la reflexión. DIOS le bendiga
ResponderEliminarDesde luego, es para dar gracias a Dios por la persona y la enseñanza de san Agustín. Para muchos, y yo me cuento entre ellos, le debemos eterna gratitud por ser un maestro para nuestra vida.
Eliminartambien a mi el párrafo ultimo ,sobre la caridad ...ten dos pies corre hacia Dios para que no deje de correr mas intensamente ,sin cesar -aunque visite la tristeza ,aunque visite el desaliento no cese de mirar a Jesus y seguirle ...gracias saludos afectuosos Maria
ResponderEliminarNo hemos de detenernos en el camino, por grande que sea el desaliento o áspero el camino. Seguir, siempre con el doble amor a Dios y al prójimo. Entonces, sin duda, dejaremos un surco, una huella, en esta vida.
EliminarUn abrazo!!