La Iglesia es el Pueblo de Dios entendido esto en el sentido bíblico original y reconociendo una nación santa, un pueblo sacerdotal, constituido por Dios.
En la Iglesia-Pueblo de Dios, se reconoce el Don que hace Dios de la Iglesia. Ésta no se constituye a sí misma, ni tiene su origen en sí misma ni se interpreta desde la sociología y la democracia interna de la Iglesia. Ante todo, la Iglesia viene de Dios como algo dado, es un don.
La categoría "Pueblo de Dios" posee ciertas ventajas y matices para el lenguaje teológico, para la catequesis y para la compresión de la Iglesia misma.
Seguimos a Ratzinger:
"Era preciso poner en claro de nuevo, y así se dijo, la diferencia cristológica: la Iglesia no se identifica con Cristo, sino que está ante Él. Es Iglesia de pecadores, que necesita purificarse y renovarse continuamente, hacerse siempre de nuevo Iglesia. De este modo, la idea de reforma se convirtió en elemento decisivo del concepto de pueblo de Dios, elemento que no era tan fácil desarrollar partiendo de la idea de Cuerpo de Cristo.
Se nos ofrece aquí un tercer aspecto, que contribuyó sin duda a promover la idea de pueblo de Dios. En 1939, el exegeta protestante Ernst Käsemann escribió una monografía sobre la Carta a los Hebreos que tituló El pueblo de Dios peregrinante. En el clima de los debates conciliares, este título vino a convertirse en una especie de eslogan, pues en él resonaba algo que en el curso del debate en torno a la constitución sobre la Iglesia se había hecho objeto de una conciencia cada vez más clara: la Iglesia no ha alcanzado todavía su meta. Ella tiene todavía ante sí una verdadera esperanza. El momento "escatológico" del concepto de Iglesia se tornó claro. De esta manera se hizo posible, sobre todo, expresar la unidad de la historia de la salvación, que comprende justamente a Israel y a la Iglesia en el camino de su peregrinación. Se pudo expresar así la historicidad de la Iglesia, que peregrina en la tierra y que sólo llegará a ser enteramente ella misma cuando los caminos del tiempo, una vez recorridos, vayan a desembocar en las manos de Dios.
Se hizo también posible expresar la unidad interna del mismo pueblo de Dios, en el cual, como en todo pueblo, se dan diferentes ministerios y servicios, pero en el que, a través y por encima de todas estas distinciones, todos son peregrinos en la única comunión del pueblo de Dios en camino. Si queremos, pues, hacer una somera síntesis de los elementos del concepto de pueblo de Dios que resultaron importantes para el Concilio, podría decirse que aquí se manifiesta con claridad el carácter histórico de la Iglesia, la unidad de la historia de la revelación de Dios a los hombres, la unidad interna del pueblo de Dios, incluso más allá de las fronteras del ámbito sacramental; la dinámica escatológica; la provisionalidad y fragmentariedad de la Iglesia, necesitada siempre de renovación, y, por último, también la dimensión ecuménica, es decir, las diversas maneras en que se hacen posibles y reales la unión y la ordenación a la Iglesia, aún por encima de los confines de la Iglesia católica.
Con esto queda ya indicado todo aquello que se puede buscar en el concepto de pueblo de Dios".
(Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y política, pp. 20-21).
Resumamos los puntos sobre el Pueblo de Dios:
-revela su carácter escatológico, un pueblo en marcha hacia el Reino de los cielos
-unidad del Pueblo de Dios, integrado por diferentes miembros
-historicidad de la Iglesia, la cual camina en la historia sin atarse a ella ni detenerse en ella en ninguna etapa, momento histórico o estética, sino que avanza y se reforma (ecclesia semper reformanda) y necesita renovación de las posibles adherencias históricas.
En la liturgia esto se plasma en algunos ritos litúrgicos y como tal deben entenderse; por ejemplo:
1) La procesión solemne de entrada en la liturgia, con el incensario humeante, cruz y cirios, Evangeliario, ministros y sacerdote caminando hacia el altar revela la índole escatológica de la Iglesia que avanza hacia el Santuario del cielo
2) La dinámica personal como miembro del pueblo de Dios expresada en el rito exequial: sus tres estaciones o peregrinaciones en la casa del difunto, luego en la iglesia parroquial, finalmente al cementerio. La Pascua personal del cristiano, que peregrina en la Iglesia, se configura a la luz de la Pascua del Señor y su encuentro con Él, durmiendo el sueño de la paz hasta la resurrección de la carne al final de los tiempos. Siempre nos toca peregrinar... y lo hacemos como miembros de un Pueblo Santo, la Iglesia.
El pueblo mesiánico … aunque no incluya a todos los hombres actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra (Lumen Gentium).
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
La Lumen Gentium presenta todo el capítulo II como la "Iglesia Pueblo de Dios", y nada sociológico o democraticista hay en él, sino una visión profundamente bíblica, histórico-salvífica.
EliminarComo pueblo de Dios caminamos hacia Dios, pero un pueblo organizado, jerárquicamente constituido, con vocación de cielo.
Es post se complementa con el otro, procede conceptualmente del otro, y el resultado de ambos es una buena hermenéutica de la continuidad referida a este concepto, una hermenéutica que hace mucha falta hoy día.
ResponderEliminarQuise decir hermenéutica de la reforma en la continuidad, je, je
EliminarAsí es, Alonso: se complementa, prolonga, el anterior. (No recuerdo si hay programado alguno más sobre esta cateqeusis).
EliminarSiempre viviendo estas realidades y catequesis con una "hermenéutica de la reforma, en la continuidad del único sujeto-Iglesia".
Saludos!
Me ha gustado mucho esta entrada. Yo no se nada de teologia y estas cosas más para serias para gente más preparada, pero cuando alguien lo hace llegar a un lenguaje más cercano. Me maravillo descubriendo que es lo mismo que Jesucristo a mi lenguaje me cuenta y me instruye y me invita a estar en la Iglesia para este cambio interno y personal. Gracias por hacer más cercanas estas catequesis a personas como yo.
ResponderEliminarUn abrazo javier.
saludos a tod@s los seguidores y comentaristas.
Mento:
EliminarLeyendo aquí cada día, seguro que de teología va aprendiendo algo, a dosis pequeñas y continuas. Lo importante es que esas gotas diarias se almanecen y vayan formando un pozo.
Saludos!!!!