martes, 24 de abril de 2012

Alabad al Señor con la belleza de la música

El canto litúrgico, es decir, aquel que forma parte de la naturaleza de la liturgia, aquel que debe responder y convenir a una acción sagrada litúrgica, debe poseer, santidad, belleza en las formas, tanto en música como en texto.

El canto litúrgico, lejos de ser un añadido superficial, es connatural al culto litúrgico; de ahí que debe ser cuidado, educado, potenciado; tal vez hoy pulido, es decir, purificado de tantas canciones y ritmos ajenos a la liturgia pero que se han introducido con tal de 'cantar' y 'entretener' en la liturgia.

"El canto sagrado, unido a las palabras constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne" (SC 112).

Música, instrumentos y voces se unen elevando al Señor la plegaria y la alabanza, la adoración y la acción de gracias, la contemplación y la respuesta.

Ya dice el salmo 150:
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todos los instrumentos y voces unidos en la alabanza. El órgano es el instrumento más adecuado, sin desdeñar otros que cuadren con el tono sagrado y orante de la liturgia: 

"Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales. En el culto divino se pueden admitir otros instrumentos, a juicio y con el consentimiento de la autoridad eclesiástica territorial competente, a tenor de los arts. 22 § 2; 37 y 40, siempre que sean aptos o puedan adaptarse al uso sagrado, convengan a la dignidad del templo y contribuyan realmente a la edificación de los fieles" (SC 120).

La belleza de la música y del canto litúrgico es tan importante como la ortodoxia y verdad de la letra, de aquello que se canta.

"Es necesario descubrir y vivir constantemente la belleza de la oración y de la liturgia. Hay que orar a Dios no sólo con fórmulas teológicamente exactas, sino también de modo hermoso y digno.

A este respecto, la comunidad cristiana debe hacer un examen de conciencia para que la liturgia recupere cada vez más la belleza de la música y del canto. Es preciso purificar el culto de impropiedades de estilo, de formas de expresión descuidadas, de músicas y textos desaliñados, y poco acordes con la grandeza del acto que se celebra.

Es significativa, a este propósito, la exhortación de la carta a los Efesios a evitar intemperancias y desenfrenos para dejar espacio a la pureza de los himnos litúrgicos: «No os embriaguéis con vino, que es causa de libertinaje; llenaos más bien del Espíritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo» (Ef 5,18-20)" (Juan Pablo II, Audiencia general, 26-febrero-2003).

Música y texto en la liturgia están unidos, son inseparables, con primacía del texto que debe ser claro, inteligible, y la música al servicio del texto litúrgico como lo es el canto gregoriano, modelo de todo canto. La armonía de la melodía, su suavidad y bondad de formas ayudan a orar, contemplar, memorizar los textos de la fe; lo que mueva el cuerpo por su ritmo desde luego no mueve el alma a Dios, por muy buena intención que se tenga al introducir esos cantos con tantísimo ritmo que podrían sonar en una discoteca, en un fuego de campamento, en una catequesis o en una representación teatral.

"La música desempeña, entre las manifestaciones del espíritu humano, una función elevada, única e insustituible. Cuando la verdad es bella e inspirada, nos habla más aún que todas las otras artes, de la bondad, de la virtud, de la paz y de las cosas santas y divinas. Por algo siempre ha sido y siempre será parte esencial de la liturgia, como podemos deducir de las tradiciones litúrgicas de los pueblos cristianos de todos los continentes" (Juan Pablo II, Discurso al coro "Harmonici Cantores", 23-diciembre-1988).

14 comentarios:

  1. ¿Que sería de nosotros sin la música? La música es belleza que se bebe con el alma y se siente en el corazón. Pero no cualquier música vale... ese es le problema. A cada sensibilidad le va un tipo de música diferente, lo que conlleva desavenencias y malestares.

    Que Dios le bendiga D. Javier :)

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    1. Amigo Miserere:

      sí y no. que hayas sensibilidades diferentes sí, pero eso no justifica el empobrecimiento máximo de la música y canto litúrgicos introduciendo cada cual lo que más le guste. La música en la liturgia tiene unas notas muy bien definidas y no todo puede entrar en ella.

      Hace falta depurar la práctica y también elevar la sensibilidad musical de cada coro y parroquia, una tarea educativa... porque la Belleza es siempre Belleza y es reconocible por todos.

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  2. Coincido perfactamente con el comentario de Nestor.
    Creo que la música debe ir acorde a la liturgia y también al grupo catecumenal. Si son pequeños de catequesis hay que enseñarlos a respetar la oración cantada con ritmo acorde a sus edades y palmas y movimientos acordes. Hay personas que no estan de acuerdo con canciones para los niños, por poner un ejemplo con coreografia sin moverse del banco me refiero. pero son las que más gustan a los niños y me atreveria a decir que hasta a Dios. Yo me imagino al Padre, rodeado de ángeles sonriendo al ver a los pequeños como cantan para Él. Esas canciones pueden parecer escandalosas, pero en la misa de doce de niños suenan a canto de ángeles. Y luego en casa es un placer divino estar haciendo la comida o iendo la tele y escuchar a tu hijo cantandola y haciendo su coregrafia. Eso te arranca un momento del mundo y te lleva a estar de cara al Señor. No se porque cuento todo esto, bueno, es mi propia experiencia de la musica en la liturgia, con los niños yo me la llevo a cas. Luego los laudes, nosotros tambien solemos cantar los salmos, como mejor podemos, aunque a veces sean aritmicos,pero los niños se quedan con ellos y luego los repiten cuando menos lo esperas y en más de una ocasión cuando más falta te hace una palabra del Señor. Siempre digo que Dios sabe hablar por estas boquitas.
    Un abrazo Javier, feliz dia a todos.

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    1. Lo que se enseñe a los niños ha de ser profundamente educativo, pero no pueril. Estos niños, en cuanto crezcan y vayan a una Misa "normal" de su propia parroquia, no saben ningún canto ni saben rezar cantando, proque se les ha acostumbrado a lo pueril-divertido.

      Caso distinto serán celebraciones de la Palabra con los niños, o una convivencia. Pero no es la liturgia la que se va rebajando y modulando a gusto de los distintos consumidores, sino que somos nosotros, adultos y niños, los que tenemos que ser preparados e iniciados en la liturgia para entrar en ella.

      Feliz día en el Señor!

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  3. Aunque san Agustín ensalza el canto litúrgico, no todos los Santos Padres fueron entusiastas del canto en la liturgia. Algunos como San Juan Crisóstomo fueron muy críticos por entender que la música era un factor de dispersión y un halago de los sentidos, incluso santo Tomás se muestra un tanto cohibido al defender el canto litúrgico; es posible que pensaran y temieran lo que nos comenta la entrada “… lo que mueva el cuerpo por su ritmo desde luego no mueve el alma a Dios”.

    El canto litúrgico debe hacer comunidad porque cantar en común une. El coro, que según algunos estudios surgió a partir de grupos de personas que se situaban entre la gente para animar y guiar el canto, puede ser un elemento importante para la participación litúrgica en general y para el canto del pueblo en concreto. Todo depende de que se plantee bien su función. No se trata de que un coro suplante el canto del pueblo. “La participación activa de todo el pueblo, expresada por el canto, se promoverá diligentemente… se llevará gradualmente al pueblo, por medio de una catequesis y pedagogía adaptada, a participar más en los cantos que le corresponden hasta lograr una plena participación” (SC). El canto litúrgico, el salmo se deben cantar “técnicamente bien” pero sobre todo se cantan desde dentro (desde la fe) y en la sacralidad del acto litúrgico.

    Qué sea nuestro canto un anticipo del gozo desbordante de la liturgia celestial tanto más santo cuanto más íntimamente se halle unido a la acción litúrgica.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Le matizo con la venia, señora letrada. Algunos Padrese se oponían no al canto ni a la música, sino al excesivo enriquecimiento musical que podría desembocar en un mero deleite estético de los sentidos. El canto recto o el semitonado se conoce desde siempre en la liturgia, y en casi todos los ritos, que yo recuerde, todo lo que el sacerdote reza no es rezado, sino cantado con un tono recto.

      Dicho lo cual, destaco lo que vd. dice y que tanto se olvida: "la sacralidad del acto litúrgico". ¡La hemos olvidado! Hay tal antropocentrismo extendido, que se ha llegado a meter en la liturgia, que busca sólo al hombre, y rebaja en nuestro caso el canto litúrgico para distraer al hombre, divertirlo. Los protagonistas son ya "los niños", "los jóvenes", "los...", pero no el Señor. La música se busca para excitar los sentidos y la afectividad, pero se relega la sacralidad y el espíritu orante de la música y del canto litúrgico, "cantando para Dios".

      (El post sobre los abogados ya está programado).

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    2. Gracias. Lo leeré con toda atención. Matización aceptada.

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  4. Me llega tu entrada especialmente porque la musica es mi vocacion..y soy salmista de mi Cdad...los salmos han salvado tantas veces situaciones concretas en mi vida...y sé positivamente que en el cielo hay MUSICA....una musica celeste que una en comunion a todos los santos ya todos los angeles....y en momentos cruciales de la Eucaristia se unen tantas veces con nosotros...sobre todo en el Santo, Santo, Santo.....

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    1. Cantando en la tierra nos unimos al canto perenne del cielo. O también: el canto del cielo , entra en la liturgia terrena. El "Sanctus" es el caso más evidente.

      De ahí la reverencia al cantar, la letra, la música, la belleza y bondad de las formas musicales, que no pueden ser los ritmos mundanos, atroces, antropocéntricos, sino la que una al alma con su Dios.

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  5. Gracias por recordar el órgano, es instrumento que ya no se incluye en las nuevas iglesias "garaje". La cita de SC dice que "se pueden admitir otros instrumentos". Habría que preguntarse si más bien en algunos lugares se "toleraría" la existencia del órgano.

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    1. Tienes toda la razón: en algunos lugares se "tolera" que exista un órgano.

      Creo que hemos vuelto -mejor, han vuelto- la liturgia del revés en muchísimas cosas...

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  6. La música en la liturgia es muy importante para mí. Lástima que no tengo muchas ocasiones de poder utilizarla como elemento de oración. Mas bien sufro de pena ajena en la misa dominical, cuando comienza un canto que los instrumentos y las palmas de la Asamblea no me permiten apreciar la letra.
    Con los niños pasa algo diferente, les enseño con mímica, y de esa manera les encanta, aunque sea una canción" muy suave"

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    1. ¿Y por qué no enseñarles a los niños y a sus alumnos los cantos normales que cantan "los mayores" cuando celebran la Eucaristía?

      Lo de las palmas... en fin... Ante la presencia del Altísimo sustituimos la reverencia y el decoro por el ritmo entretenido. Claro los fieles salen contentos, pero no por el crecimiento purificador en fe y en esperanza, aumentando la caridad sobrenatural, sino por lo divertida, distraída y simpática que ha sido esa Misa (otra vez el antropocentrismo).

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  7. Me ha encantado tu entrada... siempre tan "afinado", jejeje. Un fuerte abrazo amigo!!!

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