Cada año, la mañana del Jueves Santo o un día cercano a él, la Iglesia bendice los nuevos óleos que serán utilizados en la Pascua. Cristo resucitado todo lo hace nuevo, y nuevos serán los óleos para comunicar su vida nueva en la vigilia pascual.
Se bendecirá el óleo de los enfermos para el sacramento de la Unción de enfermos; se bendecirá el óleo de los catecúmenos para aquellos que se prepararán para la Iniciación cristiana y deben ser fortalecidos para luchar contra ellos mismos, incluso, en la medida en que necesitan convertirse, cambiar, modelar su vida según el Evangelio. Se consagrará el santo crisma: primero se mezclará bálsamo con aromas en la vasija del aceite, el obispo soplará sobre ella, como soplo de Cristo comunicando el Espíritu, y recitará la solemne plegaria de consagración del Crisma.
Este antiguo rito, junto con las oraciones de la Misa y las lecturas bíblicas, constituyen la Misa crismal como una fiesta del Espíritu Santo, que será comunicado mediante los distintos óleos, y una fiesta de Cristo en cuanto tal, en cuanto Ungido, que sigue haciendo partícipes a sus hermanos de su Unción.
Preciosa liturgia -cuando se realiza bien, sin clericalismos- y precioso contenido espiritual.
"El símbolo de la infusión del Espíritu Santo es la unción. Hoy la Iglesia bendice los óleos que se emplean en la unción; concretamente: el santo crisma, el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos. Con esta liturgia matutina especial del Jueves Santo, la Iglesia desea confesar:
-que Cristo, poseyendo la plenitud del Espíritu Santo por ser Hijo de Dios y Redentor del mundo, de esta plenitud va sacando para enriquecer continuamente una y otra vez a la Iglesia
-y en la Iglesia y mediante la Iglesia desea sacar de esta plenitud inagotable del Espíritu Santo para enriquecer a todos y a cada uno de los que se abran a la potencia de su redención,
-en particular la Iglesia desea sacar de esta plenitud del Espíritu Santo de Cristo para enriquecer a todos y cada uno con la administración de los sacramentos, signos de salvación y gracia.
Los santos óleos -crisma, óleo de los catecúmenos y óleo de los enfermos- están destinados al ministerio sacramental de la Iglesia" (Juan Pablo II, Hom. en la Misa crismal, 19-abril-1984).
Es una liturgia única, anual, que expresa muy bien la sacramentalidad de la Iglesia y la centralidad de Cristo, el Señor, comunicando su Espíritu Santo.
La Misa crismal es muy bonita y merecería que se la conociera más. Igual que se organizan excursiones para las catequesis de comunión y confirmación ¿Por qué no organizar la asistencia a la Misa crismal por parte de las parroquias? Se que me meto en camisa de once varas, pero por proponer que no quede.
ResponderEliminarGracias D. Javier. Que Dios le bendiga :)
Mi querido amigo:
EliminarNo se organiza nada para que el pueblo cristiano asista, por parte de las parroquias, porque se ha inculcado falsamente que esta es una Misa sacerdotal, donde lo importante es la renovación de las promesas sacerdotales.
Eso es falso, es un añadido hecho en la reforma litúrgica (1965 y 1970) que ha calado mucho y ha desplazado el sentido de la sacramentalidad de los óleos y del Santo Crisma.
Es, para mí, uno de los más claros ejemplos de clericalismo litúrgico.
Pues vamos apañados. ¡Cuantos descosidos por zurcir! Pero como todo: piano, piano. Todo se andará mientras no nos falte la Esperanza.
EliminarA los que se preparan para la confirmación les vendría estupendamente asistir y empaparse del sentido sagrado del óleo que van a recibir. Sería hermoso que cuando recibieran el óleo tuvieran presentes cómo fue consagrado y pudieran resonar los ecos en sus corazones.
Pero también no viene bien a todos los demás fieles. Pensemos que los óleos se emplean para el bautismo y para la unción de enfermos. Si conocemos de donde vienen, seríamos un poco más consciente del sacramente que se recibe.
Un abrazo D. Javier :)
En entradas de años anteriores sugería: en relación con el Crisma, la participación de los confirmandos, padrinos y catequistas, así como las nuevas parroquias que se van a dedicar con ese Crisma; referente al óleo de catecúmenos, todos los catequistas de catecumenado (sensu stricto), y catequesis prebautismales, y en relación al óleo de los Enfermos, a todos los que trabajan en el campo de la sanidad y el apostolado con enfermos.
EliminarA eso mismo, más reforzado, llegué en las conclusiones de la tesina. Pero... aunque sea una voz en el desierto, alguna vez se impondrá un poco esta idea pastoral, esta forma de entender y vivir la sacramentalidad que se contiene en la Misa crismal.
Buenos días don Javier. ¿Está soplando el Papa sobre el óleo? ¿Los materiales que componen los óleos se exorcizan? Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarAmigo:
EliminarSe sopla sobre el santo crisma, recordando aquel primer soplo de Yahvé sobre el hombre creado de arcilla y el soplo del Resucitado infundiendo el Espíritu sobre los Apóstoles en el Cenáculo.
Es un bellísimo gesto que hoy sólo realiza el Obispo -antes de la reforma litúrgica era más complicado y lo realizaban también 12 sacerdotes-.
Los óleos antes de ser consagrados recibían una oración de exorcismo, luego se recitaba la plegaria de consagración o la de bendición. Con la reforma del 1970 se suprimieron los exorcismos, creo que en eso sí fue acertadamente.
Recuerdo que el Año Pasado, con la catequesis que nos dio sobre los óleos y el santo crisma, resolví asistir a la catedral de mi ciudad para participar de la celebración, se realiza el Miercoles Santo. Llegué una hora antes, pero fue imposible conseguir un lugar, así que solo me imaginaba lo que ocurría, pues no podía ver nada. Habrá que ir muy temprano y esperar que habrán las puertas de la catedral para lograr un lugarcito. De todas maneras ese día lo viví plenamente siguiendo la liturgia pues excelente sonido había. Ya tendré otra oportunidad con el favor de Dios.
ResponderEliminar¡Qué alegría! ESte blog sirvió entonces para animar a algunas personas a que participasen en la Misa crismal.
EliminarTal como lo narra, parece que su catedral estaba llena, y acude el pueblo cristiano junto al obispo con sus sacerdotes y diáconos. Aquí más bien sobra sitio en las catedrales: muy pocos fieles, y la inmensa multitud de los sacerdotes.
Si! usted me animó, y yo comuniqué mi entusiasmo a otros,aunque le digo no es nada fácil ir al Centro de la ciudad y exponerse a muchos peligros. Llena no es la palabra, abarrotada estaba la Catedral, de personas de diversos sectores de la ciudad,de diferentes parroquias , lo que si le puedo decir es que no todos sabían lo que ocurría.
ResponderEliminarHoy llego un poco tarde, cosa de las visitas... La participación de los fieles en la Misa crismal tiene en mi diócesis dos hándicaps: la hora de su celebración para aquellos que trabajamos y su poca publicidad en las parroquias. Aún así, tal y como dice Maria Auxiliadora, la única vez que pude participar la catedral estaba llena de fieles.
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Pues me alegro por vosotras, Mª Auxiliadora y Julia María, pero en general, o mi experiencia al menos, es que sí van fieles, pero ni mucho menos las catedrales llenas. ¿200, 300 personas?
EliminarDisfrutemos de esta liturgia de la Misa crismal que anticipa el sabor de la Pascua y la acción del Señor por su Espíritu Santo en los sacramentos (y en la liturgia en general).
Sobre la reforma de la Misa crismal.
ResponderEliminarDesde mi visión filosófica y no litúrgica, creo que el problema de fondo es este:
hay un cambio del idiotropion, de la idea direccional.Se pasa de resaltar la unción (chrisma) a resaltar la vocación.
--Es un problema pastoral: --Creo que hay que eliminar el moralismo docente de los años postconciliares y volver a la sacralidad santificante de la Liturgia,
--y en el contexto de la Misa crismal, hay que abandonar la enseñanza de "los valores de la vocación" y volver a la ritualidad expresiva de la unción.
Este cambio de idiotropion implica una pastoral moralizante en que la realidad sobrenatural de la unción deja paso al valor de la vocación.
Aquí esta la confusión, creo.
De la santidad universal a la santidad sacerdotal. Con una inyección de moralismo incluído.
La ritualidad crismocéntrica y su sentido tradicional de la unción, de la separación del mundo, del toque sobrenatural y su distinción por el buen olor de Cristo, deja de ser el eje litúrgico, que pasa a las implicaciones morales de la vocación.
Es evidente que hay un cambio de centro de atracción, que deviene en un desplazamiento del centro pendular, de forma que el crisma y su teología dejan de ser el tropus, el eje directivo.
Durante muchos años, en mi diócesis, la Misa crismal era algo lejano, e ir a ella una especie de capricho o de inspiración laical.
Es fruto de este cambio idiotrópico.
Yo creo que es un problema mistagógico, esencialmente.
Un abrazo muy fuerte
Plantea cosas interesantes sin duda, pero me toca matizar, afinar.
Eliminar-Pasar del crisma al envío: puede, tal vez, pero realmente veo y oigo muy pocas homilías explicando qué es el crisma, de qué se compone, porqué se usa y por tanto qué sentido, envío y misión confiere.
-Problema pastoral, el moralismo. Sí, pero en este caso concreto se suelen ofrecer moniciones y homilías tendentes a subrayar la santidad y la gracia. No es el moralismo, es la falta más bien de una exégesis litúrgica de un acto litúrgico, precisamente litúrgico. Las llamadas a la santidad son apremiantes, pero el centro son los óleos, la Pascua cercana que todo lo renueva y la participación en el Ungido, es decir, la potencia del Espíritu.
Los textos se cambiaron. Desgracisamente el prefacio, muy sentido para nosotros sacerdotes, carece del sentido romano, de su concisión, y se convierte en lenguaje moral y exhortativo sobre qué es el sacerdocio ministerial. La introducción de la renovación de las promesas sacerdotales se convierte en el punto álgido (incluso es anunciada en carteles) y los óleos son un apéndice que se ejecuta con cierta rapidez y poca expresividad.
Tenemos una fiesta para "la santificación del clero" en la solemnidad del Sgdo. Corazón de Jesús y después de Pentecostés la "Fiesta de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote". En muchas diócesis son momentos de encuentro y fraternidad sacerdotal: ¿por qué no se desplaza a una de esas fiestas la renovación de las promesas sacerdotales? Despejaría la Misa crismal de un elemento reciente (1965) y los óleos volverían a ocupar su lugar central.
EliminarAsí como habría que revisar los textos de la Misa y la realización ritual: ya el crisma ni se venera por parte del obispo, y la procesión va llevarlo en ofrenda resulta paupérrima: al menos el incensario debería preceder los óleos.
Sí, le he entendido, su matización es aguda, se ve que conoce vd el tema a fondo.
ResponderEliminarGracias por los matices.Yo estaba un poco desenfocado.
un abrazo