"¡Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación!", cantábamos en la liturgia de la Palabra. Ahora, ya, el Misterio pascual va a actuar eficazmente con las aguas del Bautismo, fuente de la salvación. Es la tercera parte de la santísima Vigilia pascual: la liturgia bautismal.
Pero hagamos memoria para situar este momento. La Cuaresma vive ante un gran deseo: llegar a los sacramentos pascuales y ser regenerados por el agua y el espíritu; por eso en Cuaresma no es ni mucho menos apropiado bautizar, sino esperar a la Pascua. Antes la fuente bautismal se ha cerrado y sellado (como en el rito hispano-mozárabe) y en la Vigilia pascual la abre el Obispo. Los catecúmenos ansían recibir el don de la Vida; los ya bautizados renovar las promesas bautismales tras las mortificaciones y penitenciales cuaresmales y ser renovados y confirmados en la Gracia.
Aquel que, Resucitado, todo lo hace nuevo, va a renovar la creación por las aguas del Bautismo: hombres nuevos serán engendrados en la fuente bautismal, novedad de vida para aquellos que por el Bautismo mueren y resucitan con Cristo.
¡Ha llegado el momento! Del costado de Cristo traspasado brotan el agua y la sangre, el Bautismo y la Eucaristía, ríos de agua viva que fecundan y alegran la Ciudad de Dios, que es la Iglesia. La fuente bautismal está iluminada, incluso adornada con flores. La Iglesia, unida a su Esposo Jesucristo, se va a mostrar una Madre fecunda y santa.
Tras la homilía comienza la liturgia bautismal en la Vigilia pascual, que se realiza de tres maneras, según convenga:
a) Si hay bautizos de niños o adultos, como es lo propio de esta Noche: Procesión a la fuente bautismal con el cirio pascual, ministros y catecúmenos mientras se entonan las letanías de los santos, solemnísima plegaria de bendición del agua bautismal, renuncias y profesión de fe de los bautizandos, Bautismo, vestición de la vestidura blanca, entrega del cirio encendido y crismación (Confirmación si son adultos); tras lo cual todos los fieles, con las velas encendidas del cirio pascual en sus manos, renuncian al pecado, renuevan las promesas bautismales, reciben la aspersión con el agua bendecida y finalmente se reza la oración de los fieles en la cual, por primera vez, participan los neófitos.
b) Si no hay bautizos, pero hay que bendecir la fuente bautismal (en parroquias o catedrales), tras la plegaria solemne de bendición del agua, se renuevan las promesas bautismales de los fieles y la aspersión para concluir con la oración de los fieles.
c) Si tampoco hay ni que bendecir la fuente bautismal (en iglesias no parroquiales y monasterios), se procede a la "bendición del agua común", renovación de las promesas bautismales, aspersión y oración de los fieles. Esta bendición tiene una plegaria propia, diferente de la solemne plegaria de bendición del agua bautismal.
Leamos las rúbricas de la Carta de la Cong. para el Culto divino:
"88. La liturgia bautismal es la tercera parte de la Vigilia. La pascua de Cristo y nuestra se celebra ahora en el sacramento. Esto se manifiesta más plenamente en aquellas Iglesias que poseen la fuente bautismal, y más aún cuando tiene lugar la iniciación cristiana de adultos, o al menos el bautismo de niños. Aun en el caso en que no haya bautizos en las iglesias parroquiales se hace la bendición del agua bautismal. Si esta bendición no se hace en la fuente bautismal sino en el presbiterio, el agua bautismal debe ser trasladada después al baptisterio, donde será conservada durante todo el tiempo pascual. Donde no hayan bautizos ni se deba bendecir el agua bautismal, hágase la bendición del agua para la aspersión de la asamblea, a fin de recordar el bautismo.
89. A continuación tiene lugar la renovación de promesas bautismales introducidas por la monición que hace el sacerdote celebrante. Los fieles, de pie y con las velas encendidas en sus manos responden a las interrogaciones. Después tiene lugar la aspersión: de esta manera los gestos y las palabras que los acompañan recuerdan a los fieles el bautismo que, un día, recibieron. El sacerdote celebrante hace la aspersión pasando por toda la nave de la iglesia, mientras la asamblea canta la antífona "Vidi aquam" u otro canto de índole bautismal"".
¿Qué destacar para la celebración?
-Importancia central del bautismo, tanto si hay bautizos como si sólo hay que renovar las promesas bautismales todos los presentes. Es un rito expresivo, espiritual, pascual. La aspersión ha de ser generosa y abundante, rociando con agua, tal como el Señor en Ezequiel prometió: "derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará..."
-La fuente bautismal o si hubiere que colocar un recipiente al pie del presbiterio, sea adornado con flores, digno, hermoso.
-La renuncia al pecado y a Satanás y la profesión de fe representan el fruto maduro de los ayunos, mortificaciones y penitencias. Ha de hacerse bien y solemne, con claridad y sin rutina, destacando el singular: "Sí, renuncio", "Sí, creo".
-El canto también tiene su lugar en los ritos bautismales:
- la letanía de los santos si hay bautismos;
- si es posible, el canto de la bendición del agua bautismal,
- la aclamación "Manantiales, bendecid al Señor" una vez bendecida el agua,
- una breve aclamación después del bautismo de cada catecúmeno (RICA 221)
- Si son muchos los catecúmenos, durante el bautismo "es de desear que se entone algún canto por el pueblo" (RICA 222)
- Durante el rito de la Crismación o Confirmación de los neófitos adultos, "se puede entonar algún canto apropiado" (RICA 231)
- Si vuelven desde el baptisterio en procesión al altar los ministros y los neófitos, "se entona un cántico bautismal" (CE 366)
- y un canto apropiado durante la aspersión a todos los fieles con el agua bendecida por las naves del templo.
-La oración de los fieles quiere decir la oración de los "fieles cristianos", de los "fieles bautizados" porque es propia de los hijos de Dios que interceden por la salvación del mundo porque pueden orar como hijos a Dios que es Padre. En esta noche santísima participan de ella, por vez primera, los neófitos. Es sumamente conveniente que esta oración, es decir, la respuesta de los fieles -que eso es la oración, no el proponer la intención- se cante: "Kyrie éléison", "Señor, ten piedad", "Te rogamos óyenos" o "Señor escucha y ten piedad". En la nocha santa de la Pascua pedimos la vida de Cristo para la Iglesia, para el mundo, para los que sufren, para la asamblea local. ¡Y lo hacemos cantando, con fuerza y solemnidad pascuales! Es muy distinta la simple recitación de la respuesta de los fieles a su canto por parte de todos: cuando se canta, recibe fuerza, expresividad, se convierte en una letanía suplicante, en una oración donde el Espíritu gime en nuestro interior con gemidos inefables.
¿Y espiritualmente?
¡¡Somos hijos de Dios!!, por pura gracia, por gratuidad de Dios, hemos recibido la filiación divina, hay un germen en nosotros de vida eterna y de llamada a la santidad. La Vigilia pascual nos despierta del aletargamiento espiritual y de vivir a veces todo como normal, aburrido, sin darnos cuenta del gran Don de Dios, acostumbrados, sin darle valor, al don preciosísimo de que Dios es Padre porque nos ha regenerado en el seno de la Iglesia Madre. Hay un acto de conciencia real, una apropiación de las palabras, reflexivo, forjado a fuego, cuando renunciamos al pecado, a Satanás, a sus seducciones y profesamos que creemos en Dios, solamente en Él nos apoyamos, únicamente en Él confiamos y sobre Él edificamos nuestra existencia correspondiendo a nuestra vocación de hijos.
¡Cuánto amor de Dios! ¡Cuánto amor ante tanta ingratitud nuestra! En esta noche nos enorgullecemos sanamente de ser hijos adoptivos de Dios, hijos en el Hijo, felices de que otros se han incorporado a esta filiación al ser bautizados, esperando que otros muchos respondan a la llamada evangélica a la conversión y entren en la familia de Dios, en el pueblo santo y sacerdotal, en la edificación de Dios.
Tan importante es este momento que incluso está enriquecido con indulgencia plenaria: "Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que renueve las promesas del bautismo, valiéndose de cualquier fórmula usual: si lo hace en la celebración de la Vigilia pascual o en el día del aniversario de su bautismo, gana indulgencia plenaria" (Enchiridion, n. 44; siempre con las condiciones acostumbradas).
Los textos eucológicos muestran la grandeza del Bautismo en el contexto pascual de esta noche santa.
La bendición del agua bautismal ofrece una síntesis tipológica de la historia de la salvación, donde Dios usó del agua como elemento de salvación y que esta noche se va a concretar, una vez más, en el Bautismo:
"Oh Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible, y de diversos modos te has servido de tu creatura, el agua, para significar la gracia del bautismo.Oh Dios, cuyo espíritu, en los orígenes del mundo, se cernía sobre las aguas, para que ya desde entonces concibieran el poder de santificar.
Oh Dios, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.
Oh Dios que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abrahán, para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón fuera imagen de la familia de los bautizados.
Oh Dios, cuyo Hijo al ser bautizado por Juan en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo;colgado en la cruz vertió de su costado agua junto con la sangre;y después de su resurrección mandó a sus apóstoles:«Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».
Mira ahora a tu Iglesia en oración y abre [recordemos que la fuente bautismal estaba cerrada y sellada] para ella la fuente del bautismo..."
O igualmente expresiva la introducción a la Bendición del agua común (cuando no hay bautismos ni fuente bautismal):
"Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle que nos renueve interiormente para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido".
La exhortación sacerdotal para la renovación de las promesas bautismales enlaza la Cuaresma con este momento litúrgico (¡y tan existencial!) de la Pascua; al fin y al cabo, la Cuaresma se orienta para esta Vigilia pascual (no en tono dolorista, triste y gris para luego ausentarse el pueblo cristiano: la Cuaresma está en función de la Pascua). Por ello, exhorta el sacerdote:
"Hermanos: Por el misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la Santa Iglesia católica".
Las mismas renuncias, en el formulario segundo y tercero, son toda una catequesis sobre qué es el pecado, qué es pecado, quién es Satanás. Daría para una amplísima catequesis y para un buen retiro cuaresmal, previo a la Vigilia pascual.
Esta parte de la liturgia de la Vigilia pascual a la que se refiere la entrada es la que más “disfruto”. Las palabras de Apocalipsis 21: “He aquí yo hago nuevas todas las cosas” se vuelven a cumplir al renovar las promesas del bautismo. Una pregunta-reflexión por si alguien me escucha: ¿Cómo es posible que año tras año los fieles no recordemos que la profesión de fe es individual antes que colectiva? La comunidad cree y renuncia porque cada uno de nosotros desde el fondo del corazón cree en Dios y renuncia al pecado ¿por qué somos tan olvidadizos y necesitamos que anualmente se nos recuerde?
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Es que si todos se acordaran todos los años, ¡¡me quedaba sin trabajo en el blog!! (jeje)
EliminarSí pienso que es necesario cada año, parroquialmente, en comunidades y Monasterios, una catequesis, charla, meditación, desglosando paso a paso cada celebración litúrgica del Triduo pascual, afinando espiritualmente, pero también esos pequeños detalles prácticos que nunca salen bien (p.e. entramos con las velas encendidas, en procesión todos por el pasillo central, o la profesión de fe es personal y respondemos "Sí creo", nunca decimos "Sí creemos").
Vuelvo ahora de la Misa crismal.
Pedid un poco más todos por aquellas dos intenciones que os encomendé.
Me ha gustado mucho esta catequesis pues es precioso el símbolo del agua, originada en el Costado de Cristo y por eso, fuente de salvación para nosotros. Preciosas las plegarias para bendecirla.
ResponderEliminarEs curioso que siempre he querido recibirla esa noche en abundancia, sin importarme que me manche el traje o me entre en el ojo.
Y en alguna Vigilia me he alegrado cuando, justo en ese momento, el cielo parecía asociarse a la liturgia con una abundante lluvia.
Don Javier, le animo a que, cuando buenamente pueda, escriba esas catequesis de renuncia al pecado, a Satanás, etc.
Y, si puede ser, otra sobre esa vestidura blanca que recibimos todos en el bautismo.
(Le repito, cuando buenamente pueda, para el año que viene, que, aquí estaremos si Dios quiere)
A mí me gusta rociar a lo grande con el agua bendecida. Me temian en mis parroquias y capellanías cuando yo asperjaba.
EliminarMe parece bien sus propuestas, pero si tiene interés en ello, cuando sea febrero del año que viene, me lo recuerda y las preparo: renuncia y renovación, también la túnica blanca, etc.
Se acerca ya la Pascua del Señor. A mí ya me pone en situación espiritual y con ganas el celebrar la Misa crismal.
Saludos cordiales!!!!
Tengo que hacer un trabajo para catequesis y me pregunta:
ResponderEliminarCuando renovamos las promesas bautismales, decimos 3 veces : Si, ...........
Y 3 veces: Si, .....
Por favor, ayudenme!
Decimos tres veces: "sí, renuncio", y luego, con el Credo en forma de preguntas y respuestas, decimos otras tres veces: "Sí, creo".
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