martes, 17 de abril de 2012

Pensamientos de San Agustín (IX)

Frases y textos de san Agustín siguen aquí, como luminarias que nos orienten en el camino cristiano de nuestra santificación, en el conocimiento de Dios, en la educación de la propia conciencia, en saborear una teología sana que unió, admirablemente, razón y fe.

Por eso nos disponemos a escuchar a san Agustín, algunos pensamientos, intentando almacenarlos en la memoria y desentrañarlos con la inteligencia para que el corazón se llene de Dios.

La virtud teologal menos ejercida, o más desconocida, es la esperanza. Y sin ella, ¿qué hacemos y adónde nos dirigimos? Sin la esperanza, ¿qué color tiñe la vida? Sin esperanza, nos olvidamos de Dios.
"También la esperanza es necesaria durante la peregrinación; es ella la que nos consuela en el camino. El viandante que se fatiga en el camino, soporta la fatiga porque espera llegar a la meta. Quítale la esperanza de llegar, y al instante se quebrantarán sus fuerzas" (San Agustín, Sermón 158,8).
Trigo y cizaña se encuentran mezclados; justos y malvados se hallan unos al lado de los otros. Pero Dios irá realizando su obra.
"El mundo entero es el crisol del orfebre. En él están los justos cual si fuesen oro; allí los malvados cual paja; allí la tribulación cual fuego; allí Dios en condición de orfebre; el piadoso alaba a Dios; el malvado blasfema contra Dios" (San Agustín, Sermón 301,6).
La condición de peregrinos determina la vida cristiana. Ni estancados ni parados ni instalados: siempre en camino, siempre progresando, siempre avanzando. Pero en el oleaje del mundo y las persecuciones que se abaten, jamás dejemos la barca de la Iglesia que nos llevará a buen puerto.
"En este siglo no hay nadie que no sea peregrino, aunque no todos deseen regresar a la patria. Y el mismo camino nos proporciona oleajes y tempestades; pero es menester que vayamos en la barca" (San Agustín, Sermón 75,2).
San Agustín gozó de la amistad y la enalteció con su reflexión. ¡Cuán dulce, cuán amable es la amistad! Para vivirla, la verdad es su fundamento básico, y, en la verdad y por la verdad, el amigo ayuda al amigo incluso si lo corrige o si opina de manera diferente. La amistad es un caminar juntos.
"Por eso, con la mejor intención que podamos, demos a nuestros amigos, a los que se interesen con sinceridad en nuestros trabajos, este ejemplo: que sepan que entre los amigos cabe una recíproca oposición en las palabras, sin que se disminuya por eso la caridad ni produzca odio la franqueza que se debe a la amistad" (San Agustín, Cartas 82,4.32).
El silencio permite escuchar. El murmullo, el ruido, el discurso vano, no hacen bien ni al alma ni al intelecto, porque para "pensar bien", reflexionar acertadamente, el silencio es el reposo que permite entrar en lo interior. Y allí, el Maestro, habla a lo interior.
"Si os mantenéis en silencio, podréis oír. No encuentra lugar para sí la sabiduría donde no existe paciencia. Hablamos nosotros, pero es Dios quien instruye; hablamos nosotros, pero es Dios quien enseña" (San Agustín, Sermón 153,1).
Una definición redonda, perfecta, la que nos ofrece san Agustín: el sacrificio..., hacer de la vida un sacrificio..., es ofrecer algo santo, bien hecho, agradable a Dios.
"El verdadero sacrificio es toda obra hecha para unirnos a Dios en santa alianza" (San Agustín, La Ciudad de Dios, 10,6).
Hombres creyentes, hombres de Dios, movidos por la fe, evitarán y lucharán contra el pecado. Jamás se acomodan al pecado, ni se habitúan a él, sino que lo detestan. El creyente es un luchador contra el pecado y contra el mal.
"Tu fe es tu justicia, porque ciertamente, si crees, evitas los pecados; si los evitas, intentas obras buenas; y Dios conoce tu intento, y escudriña tu voluntad, y considera la lucha con la carne, y te exhorta a que pelees, y te ayuda a vencer, y contempla al luchador, y levanta al que cae y corona al que vence" (San Agustín, Comentario al salmo 32,2,s.1,4).
Actitud virtuosa la de san Agustín, llena de prudencia, templanza y moderación:
"Corrijo con la palabra y la enseñanza del Señor a los que pueda, y tolero a los que no puedo enmendar. Huyo de la paja para no ser paja, pero no de la era, para evitar no ser nada" (San Agustín, Réplica al gramático Cresconio 3,35,39)
Por último, un pensamiento sobre la virtud de la paciencia. Todos sabemos lo necesaria que es y cuánto nos falta para adquirirla como un hábito en el alma. Pero nuestra paciencia, laboriosa, será un reflejo de la paciencia de Dios:
"Esa virtud del alma que llamamos paciencia es un don de Dios; tan grande, que el Señor, que nos lo otorga, pone de relieve la suya, por la que da largas a los pecadores para que se conviertan" (San Agustín, Tratado sobre la Paciencia 1,1).

3 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. " Jamás se acomodan al pecado, ni se habitúan a él, sino que lo detestan. El creyente es un luchador contra el pecado y contra el mal." por eso es tan importante la Dirección espiritual, para sacarle todo el jugo al sacramento de la Confesión, tácticas y disciplinas para la guerra con la ayuda de Dios y la esperanza de que un feliz día Él venga a por nosotros y cesen nuestras batallas para descansar en su regazo. Es también bonita la expresión y reflexión: Salvados en la Esperanza, que más que mover a presunción lleva a la confianza. Un abrazo.

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  2. La razón por la que se ha dado tradicionalmente en el cristianismo una importancia notable a la virtud de la paciencia, en estrecha correspondencia con la perseverancia, puede deducirse de unas palabras de San Agustín en su Tratado sobre la paciencia, que describe como “un don tan grande de Dios, que debe ser proclamada como una huella de Dios que reside en nosotros”.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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  3. A buenas horas llego hoy :-))) Pero merece la pena. Releer los pensamientos agustinianos nos ayuda a reflexionar sobre lo que nos rodea, Dios y nosotros mismos. Gracias D. Javier :)

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