Sí, es que están las abejas laboriosas mencionadas en el canto del pregón pascual, aunque algunas versiones cantadas omiten dicho párrafo.
"En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas.
Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa.
¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!"
Es simpático el párrafo, y es antiguo. La cera pura la ha elaborado la abeja laboriosa, símbolo de la virginidad, y son recordadas en el pregón pascual.
Así lo canta el Praeconium paschale o Laus cerei (: Alabaza del cirio):
Se inspira su mención en las Geórgicas del poeta latino Virgilio y a san Jerónimo jamás le hizo gracia tanta poesía y además cantada por un diácono (Carta al diácono Praesidius, año 378; PL 30, 188). San Jerónimo piensa que es una frivolidad hablar de "prados, abejas y flores" y es una frivolidad el uso de un canto pascual ejecutado por un diácono.
En esa carta lamenta que los textos que corren y se difunden se parecen más a la literatura pagana, "virgiliana", que a la bíblica; protesta ya que en la Biblia no hay alabanzas a los cirios ni a las abejas y burlándose, le dice al diácono que no está dispuesto a componer un pregón pascual por sus ruegos, que sea el mismo diácono el que lo haga, como las abejas, seleccionando los mejores textos... Le repugna a san Jerónimo tanta composición literaria y poética que se aparta del lenguaje bíblico, aunque más que apartarse tendría que haber visto que modulaba con nuevos tonos y formas lo ya contenido. A él le parecía demasiada euforia. Tengo el texto latino (Schmidt, Hebdomada sancta, II, pp. 629ss) pero no una traducción a mano de esa epístola para ofrecerla aquí.
Nuestro pregón pascual, con sus alusiones a la abeja y la belleza de la cera ofrecida en forma de cirio, tiene precedentes o al menos textos paralelos.
En la oración "Deus mundi conditor" del Gelasiano, por tanto con influencias carolingias, hallamos este elogio bellísimo:
"Al comenzar admirados la fiesta de la luz,es necesario que alabemos el origen de las abejas.Las abejas, en efecto, se abastecen de hierbas,aunque para procrear se comportan de manera castísima;construyen sus celdas fundiendo el licor de la cera,a cuyo arte no iguala maestría humana alguna.Liban las flores con los pies,pero no causan ningún daño a las flores.No provocan el parto,sino que, libando con la boca,convierten los fetos concebidos en enjambre,siguiendo el ejemplo admirable de Cristoque procede de la boca del Padre".
Otro ejemplo más, en los sacramentarios galicanos:
"¡Oh abeja verdaderamente admirable y dichosa!
Cuyo sexo no lo violan los machos,
ni golpean éstos al feto,
ni los hijos mancillan la castidad;
del mismo modo que santa María concibió siendo virgen,
parió sin dejar de ser virgen,
y permaneció siempre virgen".
O una "Laus cerei" beneventana, del siglo VI:
"Las abejas conciben por la boca y paren por la boca;
copulan a través de un casto cuerpo
y no movidas por un repugnante deseo;
finalmente, guardando la virginidad,
paren muchos hijos y disfrutan de la prole;
se llaman madres,
permanecen inmaculadas;
paren hijos pero no conocen a los varones.
Usan a la flor como pareja,
hacen de la flor su linaje,
con la flor construyen las casas,
con la flor acumulan riquezas,
gracias a la flor producen la cera.
¡Oh qué admirable el ardor de las abejas!
Para realizar una obra común
contribuye una muchedumbre pacífica;
para una pluralidad de trabajadores
se obtiene un producto único.
¡Oh qué capacidad tan invisible...!
¡Oh destellos de la virginidad...!
Despojan a las flores de la piel
y la mordedura no deja cicatriz alguna.
Pero entre todo lo que creemos, proclamamos la gracia de este cirio".
La abeja, su laboriosidad, y el modo de su fecundidad, se adapta bien para entender la virginidad de María y la pureza santísima de Jesucristo. El cirio pascual es el gran signo que concentra esos significados.
Volvamos a nuestro actual Pregón pascual y recordemos su texto:
en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas.
Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa.
Benedicto XVI ha aludido a esta mención de las abejas en su homilía pascual. ¡Qué no diría san Jerónimo viendo a Pedro alabar algo así! En la homilía del Papa, era la laboriosidad de las abejas, imagen eclesial de un trabajo constante y constructor:
"El gran himno del Exsultet, que el diácono canta al comienzo de la liturgia de Pascua, nos hace notar, muy calladamente, otro detalle más. Nos recuerda que este objeto, el cirio, se debe principalmente a la labor de las abejas. Así, toda la creación entra en juego. En el cirio, la creación se convierte en portadora de luz. Pero, según los Padres, también hay una referencia implícita a la Iglesia. La cooperación de la comunidad viva de los fieles en la Iglesia es algo parecido al trabajo de las abejas. Construye la comunidad de la luz. Podemos ver así también en el cirio una referencia a nosotros y a nuestra comunión en la comunidad de la Iglesia, que existe para que la luz de Cristo pueda iluminar al mundo" (Hom. en la Vigilia pascual,2012).
Son las riquezas del Pregón pascual: lirismo puesto al servicio y en honor del Señor resucitado.
Buenos días don Javier, me alegro de pensar en algo de forma parecida a san Jerónimo nada menos (:-)
ResponderEliminarLa reflexión de B XVI me gusta más:
"La cooperación de la comunidad viva de los fieles en la Iglesia es algo parecido al trabajo de las abejas. Construye la comunidad de la luz...
... nuestra comunión en la comunidad de la Iglesia.... existe para que la luz de Cristo pueda iluminar al mundo"
Aprendiz2:
Eliminar¡Qué pena que coincida con san Jerónimo! Es un gran santo, un gran biblista, lo que queramos..., pero seco, árido, impetuoso protestando por todo. Ya su protesta porque la difusión de un pregón pascual cantado por un diácono me hace ponerme en guardia.
La reflexión del Papa señala dos direcciones: a) toda la creación entra en juego al servicio del Señor, b) el papel laborioso de la Iglesia construyendo la luz.
A eso hay que añadir el simbolismo del pregón pascual: c) la virginidad de María en la Encarnación del Señor, d) la unión de las abejas como expresión de la comunión eclesial, etc.
Lo siento por el bueno de san Jerónimo pero a mí me gusta la referencia a las abejas y su fecundidad, ¡será por amor a los insectos!
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Desde luego, amiga, ¡¡será por su amor a los insectos!!
EliminarPero a mí también me parece preciosa la alusión a las abejas en el pregón pascual.
Me ha parecido precioso. Digo lo mismo que Julia María.
ResponderEliminarEs que soy muy animalera.
Muy feliz sábado a todos.
Yo no soy muy animalero: me gustan en los documentales y en los simbolismos bíblicos y literarios. Pero de cerca, excepto los perros, más bien pocos animales...
EliminarSaludos cordiales
Me ha encantado esta entrada (como la mayoría) ... tanta abeja, tanta abeja... si San Jerónimo lo dijo... por algo sería. Un abrazo amigo.
ResponderEliminar¡¡Carísimo Oscar!! Has vuelto por el blog.
EliminarSe te echaba de menos, y echaba de menos la santísima ironía y disputa entre nosotros. No faltes, no me dejes sin nuestras batallitas, hombre.
Para empezar a ti, precisamente a ti, las entradas de este blog te deberían apasionar, por su variedad y estética teológica, pero claro, ya atacas diciendo "como la mayoría", o sea, hay algunos que te desagradan. ¡¡Jesús, Jesús!! Te falta un prisma teológico más amplio para ver y valorar lo que aquí se ofrece (jeje).
¡Tanta abeja, tanta abeja! Pues sí señor. Y no porque lo dijera san Jerónimo tiene razón. Es más, estoy seguro de que con tal de pincharme un poco, eres capaz hasta de aliarte con san Jerónimo en contra mía.
¿Qué voy a hacer contigo? ¡ay, ay!
No faltes, en serio, que se echa de menos.
ci vediamo!
jajajaja... nunca he dejado de leerte, pero las cosas por aquí son durillas, sobra trabajo con la música, la teología... y la "dichosa" liturgia, jajajajaja, al final, para que cada uno haga lo que le parece.
EliminarPor cierto, llevo tiempo dándole vueltas a una idea... y después de algunas conversaciones creo que... si no queremos sufrir debemos cambiar de especialidad, jajajaja, porque en los ámbitos eclesiásticos rara vez encontrarás que discuten de filosofía, de patrística o de sagrada escritura... el más atrevido quizás de teología, jeje... pero de MÚSICA y de LITURGIA... todo el mundo sabe (o peor aún, cree saben... y pontifican), así que ... no tenemos futuro, jajaja. Pero bueno, yo aún puedo tocar en la calle, un liturgista... (jejeje).
Qué alegría volver a comentar mi respeto y admiración reverencial por tu labor. (pero piensa lo del cambio, jijiji... la fotografía puede ser una buena salida ;-)
Un abrazo amigo.