sábado, 28 de abril de 2012

La experiencia de ser ungidos

Ser ungidos constituye una hermosa experiencia espiritual. Junto a la belleza del rito en sí, con el aceite perfumado (santo crisma), el hecho de sentir el aceite santo en la piel, el olor que se difunde, está la vivencia de ser consagrado, y, desde ese momento, pertenecer al Señor y saber que el Señor mismo va a dirigir, guiar nuestra vida, enviarnos a lo que Él quiera.


El santo crisma sella nuestra cabeza en el Bautismo y marca nuestro ser en la frente en el sacramento de la Confirmación, otorgándonos el Espíritu Santo. Tertuliano lo explicaba así:

"La carne es ungida, para que el alma quede consagrada. La carne es sellada para que el alma quede protegida" (De resurrectione mortuorum VIII,3).

El santo crisma, también, se emplea en el Sacramento del Orden; la cabeza del nuevo obispo se unge con el crisma, así como las manos del sacerdote.

Es presencia, acción y gracia del Señor llamando, santificando.

"Desde el Antiguo Testamento, la unción con el óleo santo ha sido fuente de experiencia divina que ha consagrado a la persona para siempre.

Cuando alguien es ungido en su cabeza, en su frente, o en sus manos, experimenta de tal modo la presencia de Dios en su vida que lo hace suyo totalmente de cara al bien de los demás, que queda invadido por la paz, la confianza divina. Queda consagrado y protegido por el amor divino.

Una de las características siempre de la experiencia de Dios es que como fruto queda la paz, la confianza y la seguridad en Dios. Así la unción divina que va acompañada con tal signo da como fruto tal don, por lo que se puede decir que al vivir tal gesto se entra de lleno en la experiencia de Dios.

Con la unción la persona queda transformada para ser el "buen olor de Cristo" y así al ser ungido se puede incluso cerrar simbólicamente los ojos, cerrarse a cuanto te rodea para que profundamente Dios venga a habitar en lo más íntimo del corazón y desde ahí emerja el mayor bien posible, el mayor aroma de él. Se puede decir que el que se encuentra con el Ungido "huele" a Dios, experimenta su presencia y gracia en esa mediación.

Además se entra en una gran experiencia Trinitaria, pues es el Padre quien unge a la persona a través de su Espíritu para conformarla cada vez más en otro Hijo. Es así como la experiencia de Dios cobra pues su dimensión más profunda y amplia, entra con este signo en su esencia más profunda.

Es también una experiencia íntima, que no se puede expresar ni con palabras, una experiencia en lo más profundo del corazón donde el creyente al ser ungido siente de verdad que Dios le está diciendo que cuenta con él, que cuenta con todo lo que es paraseguir manifestándose al mundo. El ungido experimenta la promesa divina que constantemente ha dirigido a todos los llamados para alguna misión: "No temas, yo estoy contigo".

Y la experiencia de Dios, experiencia de consagración lleva consigo siempre una carga de expropiación que también marca la unción. Se deja todo lo propio para ser sólo del Señor, al ser ungido-consagrado se sabe poseído e invadido por el Otro, de tal manera que todo lo demás sobra, pasa a un segundo plano".

(BUGEDA, A., "Liturgia y experiencia de Dios" en: Phase 304 (2011), 353-354).

1 comentario:

  1. “Cuando Moisés comunicó a su hermano el designio de Dios de hacerlo sumo sacerdote, lo ungió tras haberlo lavado con agua y fue llamado ungido por un crisma o unción que eran figura. También cuando el sacerdote promovió rey a Salomón, lo ungió después de haberlo lavado en el Guijón. Y esto les sucedía en figura; pero a vosotros, no en figura, sino en verdad, porque realmente habéis sido ungidos por el Espíritu Santo.

    Date cuenta que no se trata de un ungüento pobre y vil. Pues así como el pan de la Eucaristía, tras la invocación del Espíritu Santo, no es pan común sino el cuerpo de Cristo, así también este santo ungüento, después de la invocación, ya no es un simple ungüento ni, por decirlo así, un ungüento común; se da en él a Cristo y al Espíritu Santo, es presencia de su divinidad y realidad efectiva. Y mientras se unge el cuerpo con ungüento visible, queda santificada el alma por el Espíritu Santo que da la vida… Guardad incontaminado este crisma. Os instruirá acerca de todo si permanece en vosotros”, (san Cirilo de Alejandría).

    ¡Qué Dios les bendiga!

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