miércoles, 6 de julio de 2011

"Cantad al Señor un cántico nuevo": ¡vamos a ello!

La liturgia de la vida como alabanza es la liturgia del cántico nuevo. 
Hacemos de la vida un cántico nuevo en la medida en que, siendo hombres nuevos, no hombres viejos, elevamos al Señor el cántico de nuestras obras, de nuestros afectos, de nuestros deseos, de nuestra santidad en el vivir cotidiano. 
¡Somos nosotros mismos el cántico nuevo al Señor!

    S. Agustín es el Padre de la Iglesia que más ha profundizado en esta línea del culto espiritual al hacer una teología estética partiendo de la misma música. “La alabanza del canto reside en el cantor... Sed vosotros mismos la alabanza que cantáis” (Serm. 34,6). Por tanto, se aplica a cada alma todas las exhortaciones que al inicio recordábamos; es cada alma la que tañe la cítara delante de los ángeles; es cada alma la que consagra su música al Señor; es cada alma la que alaba al Señor porque la música es buena, y el Señor se merece la alabanza armoniosa de una vida santa; es cada alma la que despierta el arpa y la cítara de sus actos y pensamientos elevando al Señor el canto de lo cotidiano vivido santamente. “La alabanza del canto reside en el cantor... Sed vosotros mismos la alabanza que cantáis”. Cada alma consagrada por el bautismo y la confirmación ha de ser un canto hermoso, diferente, armonioso, melódico, que agrade a Dios.

    “¿Quieres que la alabanza resulte agradable a tu Dios? No juntes al buen canto la estridencia de tus malas costumbres... Él se fija más en tu vida que en el sonido de tu voz. Naturalmente, quieres estar en paz con Aquél a quien tú alabas: ¿Y cómo quieres tener paz con Él, cuando estás en disonancia contigo mismo? Sí, una cosa resuena en tus labios y otra indica tu vida” (S. Agustín, Enar. 146,3).
Es la moralidad del canto, la vida santa, las virtudes, las buenas obras realizadas en el Amor de Cristo. Vivamos así y nuestro canto será agradable a Dios.

    ¡Somos nosotros mismos el cántico nuevo al Señor!

  
Tomando pie S. Agustín del “Aleluya”, que en la Iglesia de Hipona se reservaba para la cincuentena pascual, predicaba bellamente:

    “Luego ahora, hermanos, os exhorto a que alabéis a Dios, pues esto es lo que todos nos decimos cuando pronunciamos el Aleluya. Tú dices a uno: Alabad al Señor, y esto mismo te lo dice a ti él. Cuando todos se exhortan mutuamente, todos dicen lo que se exhortan. Pero alabad, por lo que toca a vosotros, íntegramente;  es decir, no sólo alabe a Dios la lengua y la voz, sino también vuestra conciencia, vuestra vida y vuestros hechos. En efecto, ahora alabamos cuando nos hallamos congregados en la iglesia; pero, cuando cada uno va a su casa, parece que deja de alabar a Dios. No deje de vivir bien, y siempre alabará al Señor. Dejas de alabar a Dios cuando te apartas de la justicia y de aquello que a Él le agrada. Pero, si no te apartas jamás de la vida buena, aunque calle tu lengua, vocea tu vida, y el oído de Dios está atento a tu corazón. Pues así como nuestros oídos atienden a nuestras voces, igualmente el oído de Dios atiende a nuestros pensamientos” (Enar. 148,2).    
 Cantamos como peregrinos que anhelan la patria celestial –liturgia del cielo- que se animan y consuelan en la tierra cantando y soñando la meta a la que Dios nos llama, el premio que Cristo ha merecido para nosotros:
    “¡Oh hijos de la paz, hijos de la Iglesia una y católica, caminad por la Ruta que es Cristo! ¡Cantad en la Ruta, como hacen los viajeros, los peregrinos, para consolarse de la fatiga del camino! ¡Cantad en la ruta! ¡Yo os conjuro a ello por Aquel que es nuestra Ruta! ¡Cantad el Cántico nuevo!, nada de viejos estribillos. ¡Ruta nueva, Hombre nuevo, Cántico nuevo!” (s. Agustín, Enar. 66,6).
Así, por ejemplo:

¿Podemos cantar "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra...", cuando la vida en lugar de buscar la gloria de Dios busca su propia vanagloria? 

¿Podemos cantar "Aleluya", si en vez de "alabar al Señor" nuestra vida transcurre protestando a Dios, o murmurando de su obra en nosotros, desconfiando de Él?

¿Podemos cantar "Señor, ten piedad" si en nuestra vida nos consideramos justos, sin conciencia de pecado, sin necesidad de la misericordia de Cristo?

¡Sea nuestra vida un canto de alabanza que luego se hace cántico litúrgico!

5 comentarios:

  1. Hoy mas que nunca quisiera ser un Canto de alabanza al Señor....pero cuando sientes el desprecio y el rechazo tengo que recurrir a la Fé que me ilumina este sufrimiento...espero ser paciente y ofrecerme a El ...y que El haga lo que a mi me es imposible...amar al que me rechaza porque la verdad no la puede escuchar.....he de callarme?.....siempre que aparece la Verdad viene el rechazo......y he de adentrarme en el silencio interior para no dejar paso al tentador......quiero Cantar este silencio como una melodia que llegue al Corazón de Cristo......tantas veces se sentiria El asi.....me ha gustado mucho su entrada.

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  2. "¿Podemos cantar "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra...", cuando la vida en lugar de buscar la gloria de Dios busca su propia vanagloria? "

    Ciertamente no. Todo sea para mayor gloria de Dios.

    Seguimos unidos en oración.

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  3. Alabar al Señor con nuestras vidas, no solo con
    los labios.Sed una alabanza de gloria a la
    Santísima Trinidad, como decía Sor Isabel de la
    Trinidad.Lo deseo, lo anhelo, la vida no tiene
    sentido si no es viviendo en esta sintonia.
    pero tengo que reconocer con humildad que me queda mucho.¡Cuento con vuestra oración!
    ¡Muchas gracias don Javier!.
    El Señor les bendiga.

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  4. Ay don Javier, que siempre he entrado aquí para decir lo que me gusta el canto en la liturgia, etc pero hoy Vd nos habla del canto de nuestra vida, de las obras, y eso ya es... otro cantar!

    Es imposible no estar de acuerdo con Vd y con san Agustín, y es cierto que no puede ir nuestro canto por un lado y nuestra vida por otro, pero creo que también el propio canto y la propia alabanza son una ayuda y un estímulo para luego poder continuar realizándolos en nuestra vida.

    Puede que esté en un error pero creo que, igual que no podemos esperar ser pluscuamperfectos para ponernos a orar, sino que una oración humilde desde nuestra pobreza, nos ayudará a mejorar, así el canto, que es rezar dos veces, y la alabanza, nos obtendrán la gracia e incluso el efecto psicológico de alegrarnos y de mejorar poco a poco.

    Para mí que, gran parte del éxito de Taizé e incluso de Kiko Argüello reside en sus cantos.

    Aunque la Iglesia lo ha promovido siempre a lo largo de la historia, creo que, la participación de todo el pueblo en los cantos de las celebraciones litúrgicas, sigue siendo una asignatura pendiente. Me gustan los coros y lo suelen hacer muy bien, pero si canta sólo el coro, creo que la celebración queda incompleta.

    Aún cuando se entonan cantos conocidos, al final sólo cantan unos pocos. Tenemos mucho miedo a "dar la nota"

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  5. ¡Seamos todos un canto de alabanza a Dios!

    Concuerde nuestra vida con nuestra voz.

    El canto es algo más que un medio de solemnizar la liturgia, o de hacerla amable y espiritual. Conlleva implicaciones espirituales muy concretas para que sea el cántico nuevo que elevamos al Señor.

    En esa línea, el canto busca a Dios, su gloria, su alabanza, y la vida deberá ir en consonancia con aquello mismo que entonamos.

    Complementando lo que decía Aprendiz, a mí me gusta en ocasiones, cuando imparto la formación al coro parroquial (siempre he intentado hacerlo en todas las parroquias en las que he estado), hacer una glosa o catequesis del canto mismo que se ensayaba.

    A veces, preocupados por la técnica musical en el ensayo y luego por su ejecución, apenas caemos en la cuenta del contenido profundo de las letras, de lo que estamos diciendo. Suelen ser llamativas las caras en el coro cuando descubren que es verdad, que no se habían fijado en la letra, ni la habían rezado, ni se cuestionaban sus propias vidas a partir del canto.

    En referencia al canto en general: hay cantos que son de la schola o coro, y otros que son para el coro y los fieles. Lo que no puede convertirse la liturgia es en un concierto hermoso y los demás en "mudos y pasivos espectadores".

    Saludos a todos. pax. +

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