En toda catequesis de adultos (que tantas dimensiones debe abarcar: lo doctrinal, litúrgico, moral y espiritual), junto al sentido de misión-vocación apostólica, una peculiar línea, o tono característico, será la eclesialidad.
A los catequizandos habrá que conducirles, de mil maneras distintas y en muchos momentos, a amar la Iglesia, sentirse Iglesia, reconocer la Iglesia como seno materno y casa de salvación, y, por tanto, a no detenerse en las mediaciones que a veces pudieran ocultar la vida cristiana. Por encima de cualquier sacerdote está la Iglesia, y la vinculación ha de ser con la Iglesia, no una vinculación afectiva con éste o aquél sacerdote; por encima de un grupo concreto, un camino o un movimiento, está la Iglesia a la que uno pertenece sin encerrarse en la exclusividad de “lo mío”; los sacramentos son celebraciones de la Iglesia, y en ellos hay que buscar al Señor, sin detenernos en la mediación del templo (más hermoso o menos) o del sacerdote... o incluso de participar en la catequesis de adultos por el catequista responsable o quien la imparta, sino por el bien que en sí mismo supone la catequesis. Por encima de todo, debe brillar Jesucristo y la Iglesia, y las mediaciones si conducen a ello estarán bien, y si lo entorpecen hay que tener la madurez de superarlas.
La eclesialidad se manifiesta en la seriedad y fidelidad de la doctrina y de sus instrumentos: Escrituras, Catecismo de la Iglesia Católica, encíclicas, supeditando las opiniones particulares al Magisterio de la Iglesia e iluminando la inteligencia y la conciencia con la fe de la Iglesia. Igualmente con la liturgia: la liturgia es la liturgia de la Iglesia y se explica y se introduce a ella con los diversos rituales, los prenotandos y documentos de liturgia del Magisterio.
Y educar en la eclesialidad se puede hacer prestando atención y dedicando alguna sesión de catequesis a momentos especiales de la vida de la Iglesia: por ejemplo, tras algún viaje apostólico del Papa, explicarlo en catequesis y leer algunos de los párrafos de sus discursos, o si hay una Jornada Mundial (de la Juventud, de la Familia...) ver los materiales oficiales en catequesis y empezar a orar...
Quien participe de la catequesis de adultos debe, al final, "dilatar su alma", "ensanchar su corazón" que diría san Agustín, para vivir más eclesialmente, con mayor conciencia eclesial.
Maravilloso post en su sencillez y claridad. Mi pequeñíta experiencia se une a san Agustín, se dilata el alma, se ensancha el corazón cuando eres consciente de pertenecer, sin mérito alguno por tu parte, a la Iglesia universal que trasciende espacio y tiempo ¡Qué Dios le bendiga!
ResponderEliminarSiempre he tenido una visión de la Iglesia;" ES MI MADRE" De la cual yo me voy formando, voy creciendo, alimento mi fe. Pero mi madre no es perfecta, tiene sus arrugas, pero yo la amo como es.Y gracias a Dios siempre he tenido la visión
ResponderEliminaruniversal( Quizás debido a los buenos pastores
que el Señor ha puesto en mi caminar) También
la formación que en diversas partes he realizado.Vivo y participo en mi parroquia pero si hay otros encuentros en otras parroquias, de (adoración, apostolado, etc,) allá voy.
Es muy importante siempre centrarnos en Cristo
y desde ahí, toda nuestra vida, todo lo demás.
Unidos en oración.
Dios les bendiga.
No sé por qué asociación de ideas, he recordado al leer el post de hoy, lo que decía don Demetrio, obispo de Córdoba, al ser entrevistado en la película-documental La última Cima.
ResponderEliminarHablaba de que la Iglesia no es algo que se ingiere suavemente como si fuera un mejillón, un invertebrado, sino que la Iglesia tiene aristas, como espinas o huesos, a veces difíciles de digerir, y lo decía a propósito de Pablo Dominguez, que, decía, tenía la virtud de hacerte fácilmente tragables esas espinas o aristas que a veces presenta la Iglesia, y yo añado que, esas espinas son probablemente más grandes para los que más involucrados están en ella, a los que más trabajan por ella.
Pido disculpas por salir esta vez por los cerros de Ubeda, más aún que otras veces (:-)
Otro punto que no he comentado y que vivo con regocijo; es sentirme Iglesia, Cuerpo de cristo,formando todos una unidad. Unos son los pies, otros las manos, otros el corazón, etc. Todos unidos a la Cabeza que es Cristo. Toda una familia en la fe, enriqueciéndonos también de la comunión de los santos.
ResponderEliminar¡Alabo al Señor porque un día me bautice
y entre a formar parte de los hijos de Dios!.
Dios es mi PADRE, y lo amo con locura.
Bendiciones!!!
Tan sólo saludar. Hasta dentro de 5 ó 6 días no podré contestar los comentarios.
ResponderEliminarUnidos en el Señor. Pax!!