Dios en la zarza le dará a Moisés tres signos para que los egipcios crean en él: el bastón que se convierte en serpiente, la mano que al meterla en el pecho se le cubre de lepra y luego, cuando la vuelve a meter, queda sanada, y el agua del Nilo que puede convertir en sangre.
Moisés sabe que los egipcios le preguntarán quién le envía, cómo lo demuestra, quién es él para hablar así, y que va desprotegido a una misión, sin nada que le avale. Presenta esta objeción al Señor: ni tiene autoridad moral, ni le van a dar crédito a su persona ni a sus palabras. Sabe que es Dios quien debe acreditarle.
“Las credenciales que Dios ofrece a Moisés es la capacidad de realizar signos. Primero se le exigía fe para poner mano a la empresa, y sólo al terminar vendría el signo a sellar su autenticidad; ahora, en cambio, Dios está dispuesto a dar a los israelitas algunas señales previas de tipo prodigioso, y Moisés deberá asumir de algún modo las funciones de mago o prestidigitador, en competencia con los magos del Faraón. Este poder sobrehumano dará crédito a su misión, y deberá ejercerlo ante los ojos atónitos de los israelitas, en una serie de transmutaciones o metamorfosis que tendrán lugar en su bastón de pastor, en su mano de jefe y en las aguas del Nilo. Las dos primeras tienen un significado particular íntimamente vinculado a la persona: mientras el cayado es el instrumento de su oficio de pastor, la mano es sede y órgano de la acción. La tercera se refiere al Nilo, que es linfa, corriente vital y arteria única que mantiene la vida de Egipto. Son los tres elementos en los que se va a manifestar el poder transmutador, taumatúrgico, de Moisés” (Shökel).
Moisés sabe que los egipcios le preguntarán quién le envía, cómo lo demuestra, quién es él para hablar así, y que va desprotegido a una misión, sin nada que le avale. Presenta esta objeción al Señor: ni tiene autoridad moral, ni le van a dar crédito a su persona ni a sus palabras. Sabe que es Dios quien debe acreditarle.
“Las credenciales que Dios ofrece a Moisés es la capacidad de realizar signos. Primero se le exigía fe para poner mano a la empresa, y sólo al terminar vendría el signo a sellar su autenticidad; ahora, en cambio, Dios está dispuesto a dar a los israelitas algunas señales previas de tipo prodigioso, y Moisés deberá asumir de algún modo las funciones de mago o prestidigitador, en competencia con los magos del Faraón. Este poder sobrehumano dará crédito a su misión, y deberá ejercerlo ante los ojos atónitos de los israelitas, en una serie de transmutaciones o metamorfosis que tendrán lugar en su bastón de pastor, en su mano de jefe y en las aguas del Nilo. Las dos primeras tienen un significado particular íntimamente vinculado a la persona: mientras el cayado es el instrumento de su oficio de pastor, la mano es sede y órgano de la acción. La tercera se refiere al Nilo, que es linfa, corriente vital y arteria única que mantiene la vida de Egipto. Son los tres elementos en los que se va a manifestar el poder transmutador, taumatúrgico, de Moisés” (Shökel).
Los tres signos de Dios son visibles en la representación del icono:
-En la escena izquierda del icono, Moisés desciende del Horeb con el báculo convertido en serpiente con cabeza de dragón,
-en la escena derecha del icono, la túnica de Moisés tiene a la altura del pecho un círculo amarillento con algunos trazos en negro, representando el lugar donde va a meter la mano contagiándose de lepra, y al volverla a meter, aparecerá otra vez limpia y sana (Ex 4, 6-8),
-en la parte inferior, en el centro del icono, las aguas que serán las aguas del Nilo, aquellas que si Moisés las tomaba y la derramaba en el suelo se convertían en sangre (Ex 4,9).
Tres signos que Yahvé concede a Moisés.
Dios da sus credenciales a quien él envía, lo acredita mediante signos y señales para que los hombres puedan creer. Dios es siempre más elocuente de lo que pensamos y también más delicado aún con quien Él ha elegido amorosamente como enviado.
Las plagas de Egipto siempre me han hecho reflexionar. Pueden ser entendidas como los males terrenales que nos asolan cuando nos oponemos a la voluntad de Dios. Pueden representar la necesidad de superar el pecado para salir en busca de la Tierra Prometida. También pueden hacernos reflexionar sobre la figura de Moisés, como adelanto de lo que la Cristo y su postura frente al mundo.
ResponderEliminarEl episodio de la Zarza ardiente parece no tener fondo en la profundidad del Misterio que se nos revela.
Que Dios le bendiga D. Javier. Seguimos unidos en oración todos los lectores del blog. :)
Cuando Dios elige una persona concreta para una
ResponderEliminarmisión, le concede las gracias, carismas,dones
que la persona va a necesitar.
Dios siempre elige al humilde,para resaltar Su
Grandeza y confundir al soberbio.( Señor mira que yo sé hablar).
Dios es quien acredita.La persona sólo se fía,y va en el nombre del Señor.
Igual con nosotros; Dios nos ha ha elegido a cada uno de nosotros para una misión concreta y El nos dará los dones que necesitemos. Tenemos que fiarnos de El. Aquí está la riqueza de la Iglesia, cada uno cumpliendo su misión.
Unidos en oración.
Dios les bendiga.
...la mano que al meterla en el pecho se le cubre de lepra y luego, cuando la vuelve a meter, queda sanada...
ResponderEliminarNo recuerdo haber leído este signo que se le dió a Moisés. Los otros sí los recuerdo, pero éste no.
Al leerlo hoy como si fuera por primera vez, me ha venido a la cabeza inmediatamente el Costado de Cristo. He pensado que, al ponernos en contacto Cristo, por ejemplo, con su Palabra, vemos nuestra lepra. Y ante ese espectáculo a veces salimos huyendo.
Pero esa es una mala solución porque entonces la lepra persiste.
Lo mejor es todo lo contrario: acercarse más a Cristo y volver a introducir nuestra mano leprosa en su Costado, porque sólo El puede sanar nuestras enfermedades, del cuerpo y del alma. Lo mejor es dejarnos sumergir en la fuente de Gracia que de ahí brota y nunca cesa de manar.
Aprendiz:
ResponderEliminarLea el texto de Ex 3 completo y verá el signo de la lepra.
Me gusta su interpretación del costado!!
Marian:
Acierta en lo que dice. La lectura de san Bernardino de Siena del Oficio de lecturas, en el día de san José, señala las gracias para las misiones encomendadas por Dios.
Miserere:
ResponderEliminarLas plagas son los signos del poder de Dios ante la dureza del Faraón, a ver si reconoce el poder divino.
Es verdad que el episodio de la zarza parece no agotarse, unido a ese icono que nos acompaña. Trabajé a fondo ese texto durante unos meses y aquí está el fruto de ese estudio. A mí me parece apasionante.