Muchas veces se consideran y valoran los sacramentos con categorías de transmisión de la gracia casi en forma “cosificada” y la preocupación única en torno a la validez, la licitud y los efectos, pero considerados éstos de forma privada e individual, una devoción privada, particular, más junto a otras. El lenguaje teológico y la misma espiritualidad que en otras épocas se inculcaban y vivían era una piedad privada, de corte sumamente intimista, centrada en el alma del sujeto que recibe los sacramentos si cumple las condiciones requeridas, pero habiendo perdido la perspectiva más amplia, y el mejor sentido, más tradicional, de la sacramentalidad y de los sacramentos de la Iglesia.
Pero vayamos a consideraciones más amplias de los sacramentos, en perspectiva eclesial, de unidad de la Iglesia y uniéndonos a la Iglesia, Cuerpo social.
La vida de la Iglesia es sacramental, y por tanto, los sacramentos son eclesiales no únicamente en cuanto a la forma –siempre determinada por la Iglesia para su validez- sino también en cuanto a su efecto; los sacramentos son eclesiales, asimismo, en su efecto, pues incorporan a la Iglesia, acrecientan la comunión eclesial y, por ello mismo, los sacramentos son “sociales”. ¿En qué sentido?
La vida de la Iglesia es sacramental, y por tanto, los sacramentos son eclesiales no únicamente en cuanto a la forma –siempre determinada por la Iglesia para su validez- sino también en cuanto a su efecto; los sacramentos son eclesiales, asimismo, en su efecto, pues incorporan a la Iglesia, acrecientan la comunión eclesial y, por ello mismo, los sacramentos son “sociales”. ¿En qué sentido?
La tesis del autor es ésta en una de sus obras de referencia:
“Siendo los sacramentos los medios de salvación, deben ser comprendidos como instrumentos de unidad” (Catolicismo. Aspectos sociales del dogma, p. 60),
ya que, como ha establecido en los dos capítulos anteriores de esta obra, la salvación es social, comunitaria, eclesial. Si los sacramentos son medios de una salvación que es común y eclesial, deben ser igualmente instrumentos de unidad. Unen a Cristo, a su Persona, pero al mismo tiempo y por lógica, unen a la Iglesia. Es más: entre estos dos aspectos no cabe separación alguna, por lo que “se puede a veces muy bien decir y aun en ciertos casos se debe decir que el cristiano se une a Cristo por su unión a la comunidad” (p. 60).
A partir de esta tesis, el primer razonamiento que ofrece el autor atañe a la naturaleza misma de la Redención (ya que los sacramentos serán los signos eficaces de ella). Si la Redención –y la Revelación- desde luego implican y se dirigen a cada alma, y cada persona debe responder libremente y situarse ante el Misterio, en principio “no son individuales sino sociales”, los sacramentos que producen y mantienen la gracia van más allá de “una relación puramente individual entre el alma y Dios o Cristo”, sino que la gracia cada cual “la recibe en la medida en que se agrega socialmente al único organismo por el que corre la savia fecundante”.
A partir de esta tesis, el primer razonamiento que ofrece el autor atañe a la naturaleza misma de la Redención (ya que los sacramentos serán los signos eficaces de ella). Si la Redención –y la Revelación- desde luego implican y se dirigen a cada alma, y cada persona debe responder libremente y situarse ante el Misterio, en principio “no son individuales sino sociales”, los sacramentos que producen y mantienen la gracia van más allá de “una relación puramente individual entre el alma y Dios o Cristo”, sino que la gracia cada cual “la recibe en la medida en que se agrega socialmente al único organismo por el que corre la savia fecundante”.
Aquí, en unas breves líneas, que en el fondo volverán a aparecer con matices y acentos suaves y nuevos, De Lubac habla del ser de la Iglesia en relación con la anterior afirmación. ¿Qué es la Iglesia, qué valor poseen en ella los sacramentos, cuál será su relación íntima con la Redención? Los sacramentos son esencialmente “sacramentos en la Iglesia”, en ella y sólo en ella producen su efecto porque, y he aquí la razón básica, ella sola es la “sociedad del Espíritu”, la societas Spiritus, donde “se participa normalmente del Don del Espíritu”. La realidad de la Iglesia-Misterio es ser societas Spiritus, “sociedad del Espíritu”, donde Dios obra la redención de los hombres reuniéndolos en la unidad y otorgando su Espíritu Santo.
Leamos a De Lubac:
Al ser los sacramentos los medios de salvación, deben ser comprendidos como instrumentos de unidad. Realizando, restableciendo o reforzando la unión del hombre con Cristo, realizan, restablecen o refuerzan, a su vez, su unión con la comunidad cristiana. Y este segundo aspecto del sacramento, aspecto social, está tan íntimamente unido al primero, que se puede a veces muy bien decir, y en ciertos casos se debe decir, que el cristiano se une a Cristo por su unión a la comunidad.
Tal es la enseñanza constante de la Iglesia, en la práctica pococonocida, y así debemos reconocerlo. Por lo mismo que la Redención y la Revelación, a pesar de alcanzar direcamente a cada alma, no son en su principio individuales sino sociales, así la gracia que producen y que mantienen los sacramentos no establece una relación puramente individualista entre el alma y Dios o Cristo, sino que cada cual la recibe en la medida en que se agrega socialmente al único organismo por el que corre la savia fecundante (De Lubac, Catolicismo, p. 61).
La Iglesia es algo más que sociedad jurídicamente perfecta, o su contrapunto, una organización caritativa teñida de “buenismo” moral: es la sociedad del Espíritu y los sacramentos comunican esta vida e incorporan a esta sociedad. Veremos uno a uno todos los sacramentos bajo este prisma.
Nunca había oído hablar de la Iglesia como la sociedad del Espíritu, donde se recibe el don del Espíritu, esa "savia fecundante" que viniendo de la Cabeza -Cristo-, recorre todo el Cuerpo -la Iglesia-, de esa planta que es la Vid verdadera, que sería el Cristo total.
ResponderEliminarNo sé si he hecho correctamente mi reflexión en voz alta, o sólo he hecho teología barata, pero me gusta esa imagen.
Creo que, de forma más o menos consciente, esto lo perciben las personas, cuando, por ejemplo, han estado alejadas un tiempo y luego vuelven y lo cuentan diciendo: he vuelto a la Iglesia.
Quizás por provenir de una situación previa de Cristiandad, no valoramos suficientemente lo que significa incorporarnos y estar unidos a la Iglesia por medio de los sacramentos: sacándonos de nuestro individualismo, es un regalo donde poder celebrar juntos la salvación y los dones del Señor, donde poder compartir la vida nueva, con otros que también la han recibido.
Don Javier, con todo respeto, si lo que pretende decir el autor es que cuanto mayor sea la unión con el Cuerpo de Cristo más gracia se recibe y más santo se puede ser, entonces está claro que es verdad.
ResponderEliminarNo hay más que ver que los cristianos o las iglesias locales disidentes, desobedientes, poco eclesiales, dan menos fruto de santidad y suscitan menos vocaciones.
Cuanto más lejos de la Iglesia, más lejos de Cristo.
Cuanto más "sumergido" por la gracia en el Cuerpo de Cristo, más santidad, más bienes sobrenaturales distribuye a los otros miembros del Cuerpo.
Otra cosa es que la salvación sea algo personal, que el juicio será personal, y que la santidad es personal, en muy diversos gracias, carismas y particularidades.
Pero a la vez es eclesial, porque si no es eclesial, la relación con Cristo no puede ser personal.
Se subjetiviza, se vuelve individualista, como bien dice. Se despersonaliza por el subjetivismo.
Es decir, la eclesialidad es garantía de mayor intimidad entre el alma y Cristo.
La santidad es una relación personal entre Cristo y el alma, un desposorio, un matrimonio místico. Somos miembros del Cuerpo, pero un miembro no es el cuerpo, es un miembro, que puede estar vivo o muerto según su fe operante por la caridad.
Porque el cristiano no se salva por el hecho de pertenecer a una sociedad, pero sí se salva GRACIAS A pertenecer a esa sociedad que es la Iglesia.
Creo que esto es lo que quiere decir el autor. Por esto, fuera de la iglesia no hay salvación, porque la salvación viene por la pertenencia a la Iglesia.
Creo que lo que dice este autor es que cuanto más eclesial sea la vida de un cristiano más santo será. Cuanto más eclesial, más personal. Cuando menos eclesial, más individualista y menos personal. Es una paradoja. A mayor eclesialidad más íntima y personal es la unión con Cristo.
Un saludo
Lo más importante de esta "socialidad" de la salvación está expresada de forma impresionante por el Magisterio de la Iglesia, y creo que resume lo que quiere decir De Lubac, si lo he entendido bien:
ResponderEliminar""«Misterio verdaderamente tremendo, y que jamás se meditará bastante, es el que la salvación de muchos dependa de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo, dirigidas a este objeto,» (Mystici Corporis 1943,19)
Aprendiz:
ResponderEliminarSocietas Spiritus es una definición preciosa de la Iglesia; de memoria, le diría que es de san Ambrosio, pero no lo aseguro. Hay una catequesis de Pablo VI en 1970 sobre este concepto. A mí me gusta, desde luego.
sí, por supuesto: ¡felices de ser miembros de la Iglesia! Es un Don y una Gracia.
Alonso Gracián:
ResponderEliminarVd. lo explica perfectamente.
La obra de De Lubac "Catolicismo" debe leerse en su integridad. Aquí únicamente quería destacar el peligro del individualismo y del subjetivismo al vivir en la Iglesia, "consumiendo" sacramentos y privatizándolos.
El misterio, la paradoja (palabra que Vd. cita y que es típica de De Lubac) es que cuanto más eclesiales somos, más personas concretas somos; lo eclesial-social no anula lo personal, lo eleva y perfecciona; y viceversa...
Es una maravilla pertenecer a la Iglesia,
ResponderEliminarCuerpo de Cristo, cuya Cabeza es El. Y todos
juntos, salvándonos, colaborando con la
redención.
¡Feliz domingo!
Que descanse D. Javier
Unidos en oración.
Dios les bendiga.
Rezo por todos. Que el Señor os bendiga. Hasta otro día.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Marian:
ResponderEliminarSí: ¡¡qué grande es pertenecer a la Iglesia!! A mí me maravilla y lo palpo en grandes celebraciones, cuando nos juntamos personas tan distintas en vocaciones, carismas, ministerios, familias...
Capuchino:
¡¡Muy buenas!! Me alegro que se pueda conectar unos momentos y venga por aquí. Un abrazo cordial.
Que Dios les bendiga. :)
ResponderEliminar! Que lujo de blog, de post, y de comentarios !
ResponderEliminarGracias a todos.
Que los que estais de vacaciones y los que no sigamos entrando aqui y rezando unos por otros .
..." A mayor eclesialidad mas íntima y personal es la unión con Cristo "...
..." Lo eclesial eleva y perfecciona lo personal y viceversa "...
En el fondo lo sabemos, pero que gratificante es verlo escrito , pensar sobre ello y tenero siempre presente.
Un abrazo a todos
María M.
Perdone mi torpeza, D. Javier, no es mi intención matizar las palabras de Lubac, pero si la expresión, "Realizando, restableciendo o reforzando la unión del hombre con Cristo, realizan, restablecen o refuerzan, a su vez, su unión con la comunidad cristiana" es meridianamente clara y, a mi parecer, nos conduce a la verdadera unidad, la conclusión del párrafo ( "en ciertos casos se debe decir, que el cristiano se une a Cristo por su unión a la comunidad") ha llevado a que algunos se sientan muy a gusto en su comunidad más cercana, muy comprensible en terminos de compañía, y ahí se han quedado.
ResponderEliminarLe ruego disculpe mi disgresión pero desde hace tiempo me ha preocupado mucho cristiano amigo "entretenido" en lo que denomina su comunidad.
Julia María:
ResponderEliminarNada que perdonar ni torpeza alguna.
Vd. ha hilado bien fino y abre una nueva puerta que, hasta ahora, no habíamos mencionado (¡yo no había caído!).
El cristiano se une a Cristo por su unión a la comunidad, dice De Lubac, pero con la frase que Vd nos recordaba, se alcanza el sentido pleno. No es la identificación con una comunidad pequeña, donde los vínculos son puramente afectivos, "amigos entretenidos"; es la Gran Comunidad, la Católica.
A veces la vivencia particular que tenemos de la Iglesia la identificamos únicamente con "mi" comunidad, y no vamos más allá. De Lubac escribe "comunidad" pero en el sentido social más amplio: la Católica, la Iglesia entera.
Lo otro es su perversión: buscar y vivir sólo unos grupúsculos afectivos.