sábado, 30 de julio de 2011

Humanismo cristiano integral

El humanismo cristiano es integral, porque no se detiene a considerar al hombre en sí mismo, considerándolo casi un producto acabado y perfecto, olvidando su origen y su destino. Es más, el humanismo cristiano mira al hombre y ve en él al ser creado por el amor de Dios, que encuentra su plenitud humana en Jesucristo (que es el modelo y revelación de todo hombre), que tiene vocación de eternidad en la comunión con Dios.


Muchas pueden ser las corrientes humanísticas que hoy pululan... que hablan del hombre, su dignidad y derechos, pero todo está supeditado al hombre mismo y a su capricho, determinando el hombre mismo cuáles son sus derechos y creándolos (derecho al aborto, por ejemplo). Pero eso no es humanismo, es una caricatura del mismo. Ni ven en el hombre más que el portador de un voto y por tanto ha de ser convencido, engañado y manipulado, o ven un hombre que simplemente es un consumidor en el mercado: habrá que crearle necesidades nuevas para que requiera consumir y que se crea que así es feliz.

Nada de eso corresponde a la estructura de lo humano.

El humanismo cristiano en su valoración del hombre (creado, redimido, agraciado) lo potencia en todo aquello que sea bueno, bello y verdadero y le oriente y acompañe en su camino de comunión con Dios. De lo contrario el hombre está siempre frustrado, nostálgico, perdido. Esa es la grandeza del humanismo cristiano integral:


“En el vértice de todo se sitúa vuestra conciencia moral y religiosa. La tentación de irse quedando apagados, mientras que se han satisfecho las necesidades materiales y temporales, insidia a las sociedades que han alcanzado vuestro nivel de vida: existe el riesgo de reducirlo todo a un humanismo terreno, olvidado de la dimensión moral y espiritual de la vida, y de no preocuparse más de la necesaria relación del hombre con el Creador de todo bien y con el Supremo Regulador de su recto uso. ¡Qué vacío entonces en el corazón humano! ¡Qué tentación de suplirlos mediante falsificaciones, de las cuales algunas, como el egoísmo, el hedonismo, el erotismo y muchas otras más, llevan al desprecio del hombre mismo, sin que además satisfaga su profunda inquietud! El corazón del hombre está hecho para Dios, y no existe humanismo integral si no es en su servicio!”
(Pablo VI, Homilía en el Hipódromo Randwick, Sydney (Australia), 1-diciembre-1970).

Mal estamos con las continuas confusiones y falsificaciones sobre el hombre, las visiones parciales y destructoras que hay sobre el hombre:

-No es un ciudadano anónimo, ni un voto viviente, al que dirigirle y engañarle arrogándose el Estado el papel de educador de la moral, de los afectos, y controlando el pensamiento (sólo lo que es políticamente correcto)

-No es un sujeto pasional al que distraer moviendo sus pasiones: ya sean los deportes de masas, ya sean los programas que sin pudor desmenuzan la vida de "famosos" y "varios", ya sea el erotismo...

-No es un consumidor que halle su felicidad en la adquisición de nuevas cosas, viviendo para comprar, tener dinero y llamar "calidad de vida" a la alienación del consumo.

-No es un mero animal instintivo, sino un sujeto racional, con inteligencia, con sed de infinito y vocación de trascendencia hacia Dios.

¡Son tantas y tantas las falsificaciones! ¡Son tantos los falsos humanismos encerrados en sí mismos, los humanismos ateos y filosofías vitalistas o nihilistas!

Por eso, el bendito Papa Pablo VI, en la Populorum progressio, resumía así el humanismo cristiano como camino común hoy para la Iglesia:


Es un humanismo pleno el que hay que promover[36]. ¿Qué quiere decir esto sino el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero «al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano»[37]. No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre a lo Absoluto, en el reconocimiento de una vocación, que da la idea verdadera de la vida humana. Lejos de ser norma última de los valores, el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de Pascal: «el hombre supera infinitamente al hombre»[38].(n. 42).

P.D. Para que nadie se escandalice: "el hombre es el camino de la Iglesia" es frase de Juan Pablo II en su primera encíclica, Redemptor hominis, en el n. 14.




14 comentarios:

  1. Querido padre Javier,

    siempre me alegra que escriba según la Palabra de Cristo sobre este tema importantísimo, sobre el que tanto se escribe según doctrinas humanas.

    Nosotros los cristianos seguimos la doctrina divina sobre el hombre, no la doctrina humana sobre él, como ha de recordarnos el sufriente Pablo VI, que tanto sufrió por ese pseudohumanismo autónomo que pretendía secularizar el humanismo teotrópico bíblico y tradicional del cristianismo.

    Por eso entendemos al hombre según el Espíritu de la Verdad que lo hizo a imagen y semejanza de Dios Todopoderoso.

    Porque si este tema lo entendemos bien, en clave cristo-céntrica, es decir, bajo la óptica bíblico-tradicional, nuestro apostolado y vida cristiana en general irá bien.

    Si lo entendemos mal, en clave antropotrópica, mucho perjuicio causaremos a nuestra vida cristiana.

    Claro que el hombre es el camino que transita la Iglesia. De otra forma, en ese camino, no podría el hombre encontrarse con Aquel que viene a su encuentro caminando por ese mismo camino de Gracia: Jesucristo mismo.

    El hombre es el camino que transita la Iglesia para que Cristo mismo lo encuentre en ese camino, pues es el único camino en que el hombre puede encontrar a Cristo,

    (en su Cuerpo, en los caminos de su Cuerpo, caminos "sociales" ((que diría De Lubac)) en el sentido en que son caminos de encuentro entre todos los hombres redimidos ((por la Comunión de los Santos)) y Cristo).

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  2. Querido Alonso:

    Gracias. Creo que Vd. y yo llegamos a las mismas conclusiones sobre este tema.

    Sabía que hoy vendría y escribiría; me parece muy sensible a este tema, el humanismo cristiano, tan querido por mí. Le agradezco sus aportaciones, siempre enjundiosas.

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  3. pero hay que reconocer que cierta tendencia de los "muy catoliquísimos" -a los que ya hemos hecho referencias más de una vez- confunden el lenguaje y simplemente al ver la palabra "humanismo" no acaban ni de leer: atacan pensando en un antropocentrismo estéril... y rematan atacando el Concilio Vaticano II.

    Si pudieran, desde luego, anularían la humanidad del Señor para destacar sólo la omnipotencia de su naturaleza divina; quitarían lo que fuera cultura, arte y pensamiento, para construir una Iglesia un tanto repulsiva, árida, que se volviera inquisitorial en definitiva.

    Al menos esa es mi impresión de ciertas corrientes y movimientos de católicos en la Iglesia (léase: católicos en Internéss).

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  4. La Iglesia sitúa sacramentalmente al ser humano en el Camino de Cristo.

    Le cambia el sentido de sus pasos (le hace nacer de nuevo por la Gracia) para que se encuentre con el Crucificado que viene por ese camino a buscarle y abrazarle.

    Y se encuentran y la vida del hombre cambia y ya no es el mismo,

    lo humano queda transfigurado sin merma de humanidad,

    y ya no camina en la ciudad terrena, sino se dirige hacia la nueva Ciudad, la Ciudad celeste, en la vive el ser humano a imagen de Cristo, el Hombre Celestial (1 Cor 15, 47)

    La misma "Redemptor hominis" nos habla de este encuentro en el Camino a la Ciudad Celeste, que es el que transita la Iglesia, y que no es sino el camino que ha de transitar el hombre:

    ""Jesucristo sale al encuentro del hombre de toda época, también de nuestra época, con las mismas palabras: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn 8, 32)""

    En "Redemptor hominis" se dice "el hombre es el camino de la Iglesia" después de decir en el n. 13:

    Jesucristo es el camino de la Iglesia: ""Él mismo es nuestro camino «hacia la casa del Padre» y es también el camino hacia cada hombre. En este camino que conduce de Cristo al hombre, en este camino por el que Cristo se une a todo hombre, la Iglesia no puede ser detenida por nadie.

    Es un camino sobrenatural, pues, en que la Iglesia no puede ser detenida, porque Cristo vence. Es el camino del hombre en Gracia, que vence por Cristo. Es el camino de la Ciudad celeste, que nunca será destruída.

    Por esto, el hombre y su historia personal concreta es el camino que recorre la Iglesia, porque en cada hombre se instaura la Ciudad celeste. Y por Gracia. Inmerecidamente, gratuitamente. Por por méritos meramente humanos, sino por los méritos del Nuevo Hombre, Cristo mismo, el nuevo Adán, que hace nuevas todas las cosas.

    Es el camino nuevo por el que debe transitar el ser humano. El camino de la Gracia.

    Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo, el Nuevo Hombre, por el que todos podemos ser Hombres Nuevos a su imagen celeste.

    Un abrazo

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  5. No había leído sus dos comentarios anteriores. estaba esribiendo el mensaje anterior, continuación del primero. Estoy de acuerdo por completo con lo que dice.

    No sabe cómo me alegra compartir este tema con usted.

    La clave está en esto que dice: !"Si pudieran, desde luego, anularían la humanidad del Señor "

    Un abrazo muy fuerte

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  6. Amigo mío:

    son los vaivenes en la historia del pensamiento y en la historia de la Iglesia.

    Ahora se empieza a enrarecer el ambiente con un clima de sospecha para todo, y a mí no me gusta eso.

    Antes, a mí se me criticaba -según esos vaivenes- como un conservador recalcitrante... pero ahora con los nuevos aires, algunos -incluso en otros blogs- me ven un progre peligrosísimo. ¡Qué cosas!

    Estos vaivenes reflejan que, en el fondo, no tenemos la mentalidad de Cristo y la firmeza de la fe, porque entonces permaneceríamos fieles, sino que son inestables y piensan según las corrientes de moda (eclesiales, o ideológicas...)

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  7. También es cierto lo que dice: ""atacan pensando en un antropocentrismo estéril... y rematan atacando el Concilio Vaticano II.""

    Sin embargo, estará de acuerdo conmigo en que el Concilio Vaticano II tiene y expresa la misma visión bíblica y tradicional del hombre expresada en todo el Magisterio de la Iglesia anterior. No hay cambio sino de óptica, como si se pusieran las verdades sobre el ser humano en un prisma y se girara a la luz, para resaltar la visión cristiana de lo humano que el hombre de hoy necesita saber.

    Bueno, coincidimos. Simplemente, como me dijo el otro día.

    La Gracia y la Paz.

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  8. Me ha hecho gracia eso del progre peligrosísimo.

    Esos vainenes es verdad que, como bien dice, ""reflejan que, en el fondo, no tenemos la mentalidad de Cristo y la firmeza de la fe""

    Así es.

    El cristianismo bíblico-tradicional proporciona firmeza, solidez, quietud, perfección. Es perfecto como Cristo su Señor lo es. Sociedad perfecta la Iglesia, como su Cabeza. Vida perfecta ha de ser por ello la vida del cristiano y de la Iglesia, sin vaivenes temporales.

    En la fe auténtica "non est transmutatio nec vicissitudinis obumbratio (Sant 1, 17) : No existe vaivén ni oscurecimiento efecto de la variación.

    Por cierto, estoy leyendo a De Lubac :) Ya le contaré, aunque le aviso de que yo no me hablo con progres peligrosos.

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  9. Como no existe un verdadero humanismo,"un pensamiento serio y fuerte", en la sociedad secularizada en la que vivimos, a los católicos se nos espetan normalmente insultos y descalificaciones; sólo es necesario ver y oir declaraciones y manifestaciones públicas. No existe ningún tipo de humanismo en esta sociedad pagana, pues no son tales las máximas: mi deseo es mi derecho, el voto de la mayoría...No recuerdo quien dijo que el hombre no sabe adonde va porque ha olvidado de donde viene, pero me parece una buena descripción del hombre de nuestra época.
    Unos me llaman conservadora, otros progre y sólo soy una mujer católica que pretende lo que parece inalcanzable: encontrarse cara a cara con el Maestro. La situación que hemos provocado en la Iglesia, que no califico porque no soy quien para hacerlo, y de la que somos responsables nosotros, los católicos, aunque afecte al mundo entero, me produce una profunda tristeza. Pero ¿qué hemos hecho? ¿qué seguimos haciendo?
    ¡Qué Dios le bendiga!

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  10. Pululan en la red muchas cosas raras de quienes se dicen católicos.
    Su blog para mi es muy esclarecedor.
    DTB!!

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  11. Alonso:

    Deseo que le agrade mucho la lectura de De Lubac. A mí, hace años, bastantes ya, me impactó para siempre.

    ¿No se habla con progres? ¿Y qué hace aquí, se preguntarán algunos?

    Julia María:

    Certeras sus palabras. En la Iglesia, una vez más, estamos viviendo la ley del péndulo. De un modernismo atroz, progresismo de salón, etc., alotro extremo, espíritu inquisitorial, tradicionalismo anclado.

    Simplemente, la ley del péndulo.

    María del Rayo:

    En la red se ve de todo, pero en ámbitos católicos también: hay que ser prudente y sagaz para saber leer y discernir.

    Gracias por sus palabras. El blog-comunidad pretende ser siempre luz, orientación fiel, por supuesto en el seno de la santa Iglesia.

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  12. Esto tiene mucho de Jacques Maritain. Se nota que Pablo VI era amigo suyo.

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  13. Amigo y padre Javier, he escrito algunos pensamientos personales sobre el humanismo cristiano en mi blog.

    Como lo he escrito pensando especiamente en los diálogos que hemos mantenido aquí en su blog, sepa que a usted, que tanto ama este tema, están dedicados. [Aunque sea un peligrosísimo pogre :)

    Un abrazo en Cristo

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  14. Adolfo:

    Sí. Se nota que su maestro fue Maritain, al menos en los primeros años de Maritain. Su "humanismo integral" sigue siendo una obra interesante a mi gusto.

    Alonso Gracián:

    Pues allá voy.

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