jueves, 14 de julio de 2011

Pensamientos de San Agustín (IV)

San Agustín es un verdadero maestro y como tal su enseñanza no pasa de moda, se convierte siempre en una fuente de espiritualidad para quienes tengan sed de Dios y quieran vivir según Dios.

Seguimos, pues, con algunos pensamientos suyos (recopilados por Miserere mei).


Fe y oración van unidas, se reclaman la una a la otra. La fe -que cree- quiere tratar con Aquel a quien conoce; la oración es ferviente y continua en los hombres de fe, en los verdaderos creyentes:
Creamos, pues, para poder orar. Y para que no decaiga la fe mediante la cual oramos, oremos. De la fe fluye la oración; y la oración que fluye suplica firmeza para Ia misma fe (San Agustín. Sermón 115,1).
San Agustín es llamado también el Doctor de la humildad, el maestro de la humildad, porque la establece como la virtud fundamental para que, descendiendo, subamos a Dios, mientras que el soberbio, cuanto más se sube él solo, más desciende al abismo apartándose de Dios:
Los humildes son como la piedra; la piedra aparece cosa baja, pero es sólida. Y los soberbios, ¿Cómo aparecen? Como humo; cuanto más alto suben, tanto más pronto se disipan (San Agustín Comentarios a los Salmos 92,3).
Unidad y crecimiento de la Iglesia van unidos; si favorecemos la unidad de la Iglesia y en nada desgarramos su unidad mediante criterios particulares, bandos, grupúsculos cerrados en sí mismos, entonces edificamos la Iglesia como un Cuerpo hermoso, variado, lleno de armonía:
Quien desgarra la unidad, profana el templo de Dios, unido y compaginado mediante la universal acción de la suministración alimenticia, según la operación de los miembros, obra a la medida de cada uno el incremento del cuerpo para edificación de si mismo en caridad (San Agustín, Comentario a los Salmos 10,7).
¿Qué amor hay en el corazón por el Señor? ¿Suficiente? Difícilmente lo podremos calibrar o medir, pero seguro que siempre necesitaremos más amor para abrazar a Dios que es Amor:
No puedo medir a ciencia cierta cuánto me falta del amor para que sea bastante, a fin de que mi vida corra entre tus brazos, Señor, y no me aparte hasta que sea escondida "en lo escondido de tu rostro" (San Agustín, Confesiones 13,8,9).
El hombre, para aprender de Dios y sobre Dios, debe acudir a la lectura de la Palabra: leerla, rumiarla, meditarla... por un contacto directo con el Verbo que habla al corazón y a la inteligencia:
Leyendo y rumiando, si además suplicas con pureza a Dios, dador de todos los bienes, aprenderás todo lo que es digno de conocimiento, o por lo menos mucho, más bien por inspiración de Dios que por amonestación de los hombres (San Agustín, Carta 140,37.85).
Creer es encontrar el verdadero alimento. ¿Quién no siente hambre y sed de algo mayor y último? Es el corazón que busca y que necesita algo más:
Creer en El es lo mismo que comer el pan vivo. El que cree, come. Se nutre invisiblemente el mismo que invisiblemente renace. Es niño en la interioridad, y en la interioridad es algo renovado. Donde se renueva, allí mismo se nutre (San Agustín. Tratado sobre el Evangelio de San Juan 26,1).
Señor, danos crecer en Ti.

Señor, aliméntanos de Ti.

Señor, haz que acudamos a nuestro interior donde Tú nos instruyes como Maestro.


4 comentarios:

  1. Cuantas verdades plocama el conocimiento.
    Señor dame humildad que tambien yo pueda conocerte como tú eres.

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  2. ¿Qué amor hay en el corazón por el Señor? ¿Suficiente?. Sí, necesito más amor para abrazar al Amor...

    Que me sea permitido volver los ojos hacia tu luz desde lejos o del fondo de mi abismo. Enséñame a buscarte, muéstrate al que te busca, porque no puedo buscarte si no me enseñas el camino. No puedo encontrarte si no te haces presente. Yo te buscaré deseándote, te desearé buscándote, te encontraré amándote, te amaré encontrándote. San Anselmo de Canterbury.

    Saludos a todos, con mi oración. Feliz día.

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  3. La humildad es la virtud diríamos, más amada por
    Dios.( Te doy gracias Padre...)
    ( Proclama mi alma la grandeza...)
    En comunión de oraciones.
    Dios les bendiga!!!

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  4. El corazón ha de vaciarse de lo que no debe para llenarse de lo que debe; vaciarse de lo que estorba, para llenarse de Dios. ¡Cuántas veces no lo habremos de pedir!

    En cuanto a la humildad... ¡ay, qué falta nos hace!

    Espero que estos textos de san Agustín os agraden y sirvan para todos.

    Eso sí, dando las gracias a Miserere que es quien las recopila... y luego aquí las presentamos de vez en cuando.

    pax.

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