lunes, 25 de julio de 2011

¡Amigo del Señor!


Título de gloria, honrosísimo, mereció el apóstol Santiago: ¡amigo del Señor!

Leemos en el libro del Eclesiástico, capítulo 6, que "el que encuentra un amigo encuentra un tesoro" porque "vale más que las perlas". Santiago encontró en Cristo a su Amigo, al mejor tesoro; Cristo, su amigo, fue para Santiago el tesoro escondido en el campo y la perla fina. Todo lo supeditó a esta amistad con el Señor, todo lo vendió, lo despreció, lo dejó con tal de gozar de la amistad de Jesús.

El encuentro con Cristo fue decisivo para la vida de Santiago. Fue llamado, dejó a sus padres y las redes, y junto con su hermano Juan, lo siguió inmediatamente. Ya nada fue igual. La amistad con Cristo fue cambiando a Santiago, moldeándolo poco a poco; y el impulsivo y vehemente amigo llegó a ser el valiente y audaz apóstol y evangelizador que da su vida.

Pero también Cristo encontró en Santiago un amigo. Con Santiago el Señor va compartiendo las confidencias de su corazón, su intimidad; quiere su compañía al resucitar a la hija de Jairo y sobre todo en el monte de la Transfiguración y en el momento de la agonía en el Huerto de los Olivos. Cristo lo amó y lo quiso como amigo íntimo.


Santiago es el amigo del Señor, amistad hecha de fidelidad y perseverancia, de trato asiduo, de vida compartida. La amistad no se improvisa, ni funciona esporádicamente, ni es un conocimiento lejano del otro: la amistad es vida compartida, intimidad abierta, una misma mirada al futuro caminando juntos. Hoy damos un sentido amplísimo a la palabra "amistad", incluimos a cualquier conocido al que sólo hemos saludado una vez, o presumimos de "amistad" con alguien con quien remotamente tuvimos un contacto fugaz. La amistad es cercanía, libertad, afecto, destino.



Como Santiago, "el amigo del Señor", habremos nosotros de cuidar nuestra amistad con Cristo, sabiendo que es el mejor amigo y así tratarlo en la oración, abrirle el corazón y dejar que Él nos muestre su Corazón. Entonces seremos transformados, como Santiago.

4 comentarios:

  1. Pues si Javier, un verdadero amigo es aquel que lo sabe todo de ti y te ama y viceversa. Hay de quien encuentre en Jesucristo ese tipo de amistad, lo habrá logrado todo en la vida. No hay nada más grande a lo que aspirar.
    Señor, ayudame a conocerte, como tu me conoces a mi. Danos tu Santo Espiritu Padre, para que podamos llamar amigo a Jesucristo.
    Un abrazo para todos.

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  2. Santiago fue, junto con Juan, un hijo del trueno. Su madre solicitó que se sentase junto a Cristo en el Reino y no dudó en aceptar la muerte a cambio de ello.

    Nos dice al comienzo de su carta apostólica: "Si alguno de vosotros está a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará.Pero que la pida con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una a otra parte.Que no piense recibir cosa alguna del Señor un hombre como éste, un hombre irresoluto e inconstante en todos sus caminos."

    Evidentemente no era un hombre falto de valentía y resolución.

    Tras una semana lejos de casa, vuelvo a incorporarme a la comunidad. Que Dios les bendiga :)

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  3. La amistad es vida compartida, intimidad abierta.Dice santa Teresa ( La oración es estar a solas con Aquel que sabemos nos ama)No podemos ser amigos del Señor, si no oramos. Podíamos preguntarnos; ¿ cómo es nuestra oración? ¿ cuanto tiempo le dedicamos?
    ¡Señor danos sed de TI, que cada minuto deseemos
    decirte lo mucho que te queremos!
    Muchas gracias D. Javier
    Dios les bendiga.

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  4. Mento:

    San Agustín pedía: Que me conozca, que te conozca. En eso hemos de insistir, eso hemos de alcanzar: conocer a Cristo y conocernos a nosotros de verdad.

    Miserere:

    ¡Bienvenido! Ya se le echaba de menos.

    Marian:

    La oración es amistad, y tratar muchas veces a solas con Él. Buena reflexión y, desde luego, buen examen de conciencia el que nos propone.

    Saludos a todos.

    Pax!

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