lunes, 6 de junio de 2011

Para Pentecostés...

 Una catequesis de preparación para Pentecostés, impartida por el papa Juan Pablo II, es nuestra catequesis de hoy.

Es un alimento sólido, casi solidísimo, pero pensemos en la necesidad de catequesis que sean doctrinales para edificar nuestro conocimiento de los misterios de la fe sobre roca.


"Es importante, ante todo, tener presente la relación que existe entre la fiesta judía de Pentecostés y el primer Pentecostés cristiano.

Al inicio, Pentecostés era la fiesta de las siete semanas (cf. Tb 2, 1), la fiesta de la siega (cf. Ex 23, 16), cuando se ofrecía a Dios las primicias del trigo (cf. Nm 28, 26; Dt 16, 9). Sucesivamente, la fiesta cobró un significado nuevo: se convirtió en la fiesta de la alianza que Dios selló con su pueblo en el Sinaí, cuando dio a Israel su ley.

San Lucas narra el acontecimiento de Pentecostés como una teofanía, una manifestación de Dios análoga a la del monte Sinaí (cf. Ex 19, 16-25): fuerte ruido, viento impetuoso y lenguas de fuego. El mensaje es claro: Pentecostés es el nuevo Sinaí, el Espíritu Santo es la nueva alianza, el don de la nueva ley. Con agudeza descubre ese vínculo san Agustín: «¡Gran misterio, hermanos, y digno de admiración! Si os dais cuenta, en el día de Pentecostés (los judíos) recibieron la ley escrita con el dedo de Dios y en el día de Pentecostés vino el Espíritu Santo» (Ser. Mai, 158, 4). Y un Padre de Oriente, Severiano de Gabala, afirma: «Era conveniente que en el mismo día en que fue dada la ley antigua, se diera también la gracia del Espíritu Santo» (Cat. in Act. Apost., 2, 1).



3. Así se cumplió la promesa hecha a los padres. En el profeta Jeremías leemos: «Ésta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días, dice el Señor: pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré» (Jr 31, 33). Y en el profeta Ezequiel: «Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que viváis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis leyes» (Ez 36, 26-27).

¿De qué modo el Espíritu Santo constituye la alianza nueva y eterna? Borrando el pecado y derramando en el corazón del hombre el amor de Dios: «La ley del Espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte» (Rm 8, 2). La ley mosaica señalaba deberes, pero no podía cambiar el corazón del hombre. Hacía falta un corazón nuevo, y eso es precisamente lo que Dios nos ofrece en virtud de la redención llevada a cabo por Jesús. El Padre nos quita nuestro corazón de piedra y nos da un corazón de carne, como el de Cristo, animado por el Espíritu Santo, que nos impulsa a actuar por amor (cf. Rm 5, 5). Sobre la base de este don se instituye la nueva alianza entre Dios y la humanidad. Santo Tomás afirma, con agudeza, que el Espíritu Santo mismo es la Nueva Alianza, actuando en nosotros el amor, plenitud de la ley (cf. Comment. in 2 Co 3, 6).


4. En Pentecostés viene el Espíritu Santo y nace la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de los que han «nacido de lo alto», «de agua y Espíritu», como dice el evangelio de san Juan (cf. Jn 3, 3. 5). La comunidad cristiana no es, ante todo, el resultado de la libre decisión de los creyentes; en su origen está primariamente la iniciativa gratuita del amor de Dios, que otorga el don del Espíritu Santo. La adhesión de la fe a este don de amor es «respuesta» a la gracia, y la misma adhesión es suscitada por la gracia. Así pues, entre el Espíritu Santo y la Iglesia existe un vínculo profundo e indisoluble. A este respecto, dice san Ireneo: «Donde está la Iglesia, ahí está también el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu del Señor, ahí está la Iglesia y toda gracia» (Adv. haer., III, 24, 1). Se comprende, entonces, la atrevida expresión de san Agustín: «Poseemos el Espíritu Santo, si amamos a la Iglesia» (In Io., 32, 8).

El relato del acontecimiento de Pentecostés subraya que la Iglesia nace universal: éste es el sentido de la lista de los pueblos —partos, medos, elamitas... (cf. Hch 2, 9-11)— que escuchan el primer anuncio hecho por Pedro. El Espíritu Santo es donado a todos los hombres, de cualquier raza y nación, y realiza en ellos la nueva unidad del Cuerpo místico de Cristo. San Juan Crisóstomo pone de relieve la comunión llevada a cabo por el Espíritu Santo, con este ejemplo concreto: «Quien vive en Roma sabe que los habitantes de la India son sus miembros» (In Io., 65, 1: PG 59, 361).


5. Del hecho de que el Espíritu Santo es «la nueva alianza» deriva que la obra de la tercera Persona de la santísima Trinidad consiste en hacer presente al Señor resucitado y con él a Dios Padre. En efecto, el Espíritu realiza su acción salvífica haciendo inmediata la presencia de Dios. En esto consiste la alianza nueva y eterna: Dios ya se ha puesto al alcance de cada uno de nosotros. En cierto sentido, cada uno, «del más chico al más grande» (Jr 31, 34), goza del conocimiento directo del Señor, como leemos en la primera carta de san Juan: «En cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas —y es verdadera y no mentirosa— según os enseñó, permaneced en él» (1 Jn 2, 27). Así se cumple la promesa que hizo Jesús a sus discípulos durante la última cena: «El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 14, 26).


Gracias al Espíritu Santo, nuestro encuentro con el Señor se lleva a cabo en el entramado ordinario de la existencia filial en el «cara a cara» de la amistad, experimentando a Dios como Padre, Hermano, Amigo y Esposo. Éste es Pentecostés. Ésta es la nueva alianza" (Juan Pablo II, Audiencia general, 17-junio-1998).

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Y ahora, en esta semana, oremos juntos, unos por otros, cual Cenáculo virtual:

Señor Jesucristo, que has sido glorificado a la derecha del Padre, envíanos el Espíritu prometido, para que nos veamos revestidos de la fuerza de lo alto.

Oremos.
Tu Hijo, Señor, después de subir al cielo, envió sobre los apóstoles el Espíritu Santo, que había prometido, para que penetraran en los misterios del reino;
te pedimos que repartas también entre nosotros los dones de este mismo Espíritu.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Y cantamos:


9 comentarios:

  1. Amén.

    Bellísimo "Veni creator spiritus" a ver si logro aprenderlo.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Cristo nos prometió que no nos dejaría solos... y lo cumplió con creces. Veni Creator Spiritus.

    Que Dios les bendiga a todos :)

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  3. «Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que viváis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis leyes»

    Que así sea. Bellísimo Veni Creator Spiritus..

    Gracias y feliz día para todos.

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  4. Un texto maravilloso de Juan Pablo II, hombre que gustó bien de cerca al Espíritu Santo en su vida y en su gran ministerio en favor de los hombres.
    Muchas gracias, Don Javier.
    ¡Ven Espíritu Santo!

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  5. ...la obra de la tercera Persona de la santísima Trinidad consiste en hacer presente al Señor resucitado y con él a Dios Padre.

    Creo que, no por virtual, este Cenáculo deja de ser totalmente real por aquello de que "si dos o más se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, mi Padre lo concederá." ¿Qué otra cosa podríamos pedir mejor?

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  6. "...Poseemos al Espíritu Santo, si amamos a la Iglesia..." (San Agustín).

    Oremos por los frutos de catequesis -como ésta- que sean doctrinales para edificar nuestro conocimiento de los misterios de la fe, que nos lleve a una especial preparación de la Fiesta de Pentecostés (fiesta del Espíritu Santo), el gran desconocido.

    Veni creator spíritus.

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  7. Aqui venimos a conocer y a querer cada vez mas a Jesucristo , a la Iglesia ( Que frase de S. Agustin : " poseemos el E. Santo , si amamos a la Iglesia " -para no olvidarla - ) a meditar ,a rezar y a aprender y desde luego hoy lo tenemos todo y a base de bien.
    Desconocía , nunca me había parado a pensar en ello, la relación entre la fiesta judia de Pentecostés y el primer Pentecostés cristiano( institución de la nueva alianza entre Dios y los hombres ).
    Cristo no vino al mundo , como dijo , para derogar la ley sino para darle cumplimiento cambiando el corazón del hombre, mostrándonos a Dios no solo como Juez sino como Padre misericordioso.

    Me encanta el " cenáculo virtual " oramos juntos unos por otros - con nuestro pastor - y además con la misma oración.
    Se nos presenta una preparación a Pentecostés que es una maravilla. Gracias D. Javier y gracias a todos.

    Un abrazo

    María M.

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  8. ¿Queríais unos días especiales de preparación, convertir este blog en un cenáculo virtual? Pues ya lo estamos convirtiendo, ¿no?

    Lo hago con el deseo sincerísimo de ser una ayuda espiritual y litúrgica para todos vosotros, mi parroquia virtual.

    Buscad la letra del Veni Creator y tenedla por delante cuando oigáis el vídeo. Es un canto que debemos saber todos.

    Por último, sí, es importante la cita de san Agustín: «Poseemos el Espíritu Santo, si amamos a la Iglesia» (In Io., 32, 8).

    Es un fiel reflejo de la eclesiología agustiniana que yo comparto.

    ¡Ah! María M.: sí, es fundamental para entender Pentecostés el sentido del pentecostés judío. En éste era la ley de piedra en tablas (y se recuerda en la 2ª lectura de la Misa en forma de vigilia de Pentecostés); en nuestro pentecostés la ley es del Espíritu Santo grabada en nuestro corazón.

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    Mañana necesito un refuerzo muy importante de oración: viene la Cruz de los jóvenes a Palma y a mi parroquia; he tenido que organizarlo todo después de muchas reuniones, papeles, convivencia de jóvenes, etc. Os pido oraciones para que salga bien y para que dé fruto espiritual. Por favor.

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  9. Tenemos que prepararnos estos días muy bien,
    para la venida del Espíritu . Gracias por la
    catequesis, y por el Veni Creator.
    Pido por sus intenciones.
    Dios le bendiga.

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