lunes, 17 de agosto de 2009

Edith Stein, Educar eucarísticamente (III)


Una de las verdades más consoladoras, es la Presencia de Jesús que nos sale al encuentro en el Sagrario. Cristo, aquí, lo es todo para nosotros y en el Sagrario hallamos el oasis, la fuente, el descanso, el consuelo, el hogar y la morada. Pero no es un refugio para olvidarnos de todos y de todo, sino el impulso para quemar el mundo con el fuego de su Espíritu. Jamás habrá amigos fuertes de Dios, apóstoles convencidos, católicos "comprometidos", ni nada será eficaz en el apostolado ni en las tareas seculares si antes no hemos vivido horas de Sagrario. Edith Stein lo sabía bien; Edith Stein lo vivió así.


“2. ¿Qué nos ofrece el Salvador en la vida eucarística?

Él nos espera para acoger todas nuestras cargas, para consolarnos, para aconsejarnos, para ayudarnos como el más fiel y siempre amigo.

Igualmente Él nos permite vivir su vida, especialmente cuando nos asociamos a la Liturgia y ahí experimentamos su vida, su pasión y muerte, su resurrección y ascensión, y el devenir y crecer de su Iglesia. Entonces seremos elevados de la pequeñez de nuestro ser a la grandeza del reino de Dios; sus asuntos serán nuestros asuntos y cada vez más profundamente estaremos unidos con el Señor y en Él con todos los suyos. Toda soledad desaparece y estamos incontestablemente escondidos en la Tienda del Rey, caminando en su luz”.

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