A veces, últimamente muchas veces, vienen al confesionario personas con unas historias sorprendentes. Nada morboso: ¡problemas de herencias! Es decir, personas que siempre se sienten injustamente tratadas en el reparto de una herencia. Te cuentan, cada cual a su estilo, si es finca rústica o urbana, la división horizontal, las hectáreas, el usufructo si lo hubiere, las cargas de la finca o del inmueble, te definen los límites colindantes de la parcela, incluso a qué distrito hipotecario pertenece... ¡lo que falta es que te lean la Nota simple del Registro! Te narran cuándo se hizo el testamento, presionado por no sé qué familiar... Y uno que no es notario, ni abogado, mucho menos Registrador de la Propiedad, y que el Derecho de sucesiones es una cosa que me pilla bastante lejos, intenta escuchar, acoger y comprender. Pero, el único problema siempre, es que no ha percibido en la herencia lo suficiente y las desavenencias familiares que se han creado. Claman por la justicia, pero no alcanzo a veces a entender si más bien no se refieren a un cierto tipo de “venganza” más que de justicia. Caridad, amor, desprendimiento, búsqueda de la unidad familiar a costa de lo que sea: eso no lo nombran. El problema, el dinero. Buscan que el sacerdote apruebe su inconformidad, condene la injusticia cometida (perdón, presunta injusticia cometida).
A uno le viene entonces a la mente la situación real vivida por Jesús: por tanto, nada nuevo bajo el sol. “Uno de la multitud se acercó y le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo”” (Lc 12,13). La respuesta no se hace esperar: “¿Quién me ha nombrado juez...?” “La vida del hombre no depende de sus riquezas”. Y expone la parábola del hombre que derriba sus graneros para construir otros más grandes y vivir colmado y satisfecho pero la muerte llegará esa noche. ¡Necio! Porque eso le ocurre "al que acumula riquezas para sí pero no es rico a los ojos de Dios".
Es un ejemplo clarísimo de hasta qué punto se reduce la fe y la espiritualidad a devoción, a sentimiento intimista de fervor y consuelo cumpliendo unos deberes religiosos. Pero es que Cristo tiene que ver con todo lo humano, Cristo es el criterio y medida de todas las cosas, de todo lo que uno vive, de lo que siente y de lo que sufre. También en el orden económico -¡la finca rústica o urbana y el derecho de sucesiones!- Cristo es el criterio rector de todas las cosas. Es Cristo el elemento de verificación y discernimiento. Cuando esto no se vive o no se entiende así, a la hora de una herencia actuamos como paganos que quieren acumular y ser ricos para sí. Entonces se pone de manifiesto cómo muchas veces hay zonas del corazón que no están evangelizadas ni redimidas. Quien vive cerca del Corazón de Cristo, quien se deja transformar por el Corazón de Jesús, aplicará para todo –hasta para lo económico- sólo y exclusivamente criterios evangélicos, uniendo la justicia con la caridad y la verdad.
Es increíble lo que se le puede plantear a un sacerdote en el confesonario. Supongo que así como en ocasiones el confesor debe remitir al penitente a un psicólogo o psiquiatra, en otras, debe hacerlo a un profesional del Derecho. Si hay abogados, notarios o registradores que sigan este blog, estarán disfrutando con esas cuestiones de herencias.
ResponderEliminarEnhorabuena al blogger. ¡Cómo sabe elevarse desde la anécdota a la categoría! "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?"
Continúe en esta labor de formación a través de internet, que tanto bien ha de hacer a las almas.
FIL
Mira por donde, yo trabajo en el Registro de la Propiedad. Y constato, tal como dice Don Javier, que muchas personas que se han desvinculado completamente de padres o hermanos, cuando llega el momento de la herencia no perdonan ni un euro.
ResponderEliminarA veces, me he de esforzar en no excederme de mis atribuciones pero no siempre consigo que no se me escape un "¿donde ha estado vd. los últimos años?"
Es evidente que con el Evangelio en la mano la propiedad no puede ser un absoluto, ni se puede servir a dos señores, ni de la parábola del rico Epulón...
Jesucristo y la Iglesia por medio de su Magisterio han sido y son suficientemente claros. ¿Lo soy yo o busco atajos que lejos de acercarme me pierden?
Quique Fernández (Barcelona)
La reflexión, evidentemente, era ver cómo todas estas cuestiones se relativizan mucho si Cristo posee mi vida entera; si sólo posee una pequeña parte, la otra se rige por lo que tira la carnalidad, en este caso, el dinero (o anécdotas de herencias). La propiedad es un derecho, pero jamás un absoluto.
ResponderEliminarFIL: Gracias por sus ánimos. Espero, de corazón lo digo, que sirva para la formación y el bien de las almas cuanto se publique en este blog.
Quique: ¡Cosas de la vida! El Señor puso en mi vida un registrador que es como un hermano mayor: de él aprendo mucho en todos los sentidos, también en los aspectos legales. Gracias por venir al blog.
Querido don Javier: los registradores y los abogados hemos disfrutado mucho con este artículo. Un fuerte abrazo desde Lusena.
ResponderEliminarGracias; si los registradores y los abogados de Lusena han disfrutado con el artículo, me alegro. Lo que importa también es el punto espiritual de todo esto, ¿no? Serviam!
ResponderEliminarEl que quiera seguirme que seniegue asi mismo.y me siga .Que difici pa labras para nosotro ,que no somos capases de ases nada por nadie y menos despo jarse de las cosa que solo no atan ,que faci seria despojarnos de ella pero nos a pegamos y nos quitan la liberta de vivi seun Evangelio,pero esa tibieza,que siempre esta,nos farta un esfuerzo heroico de sacrificio.DIOS nopide tanto pero que remos dar.No importa como te sientas levantate,vitete y das la cara,perdona atodos cual quies cosa hagan contrati..ponte en pazcon tu pasadoasi no arruinaras tu precente.Jesucristo¡solo Jesucristo.Javier me quedo con esta palabras . lo he leido todo muy interesante. San AGUSTIN SAN MONICA su madre Sa Ambrosio et et por hoy estabien. Gracias Dios te bendiga. Un saludo.Araceli.de lucena.
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