jueves, 23 de julio de 2009

"Pastoral" y adoración eucarística


Hoy el cristiano necesita de la soledad y del silencio como condición sine qua non para encontrarse con Jesucristo, para hablar con Él, para sentirse amado por Aquél que se entregó por todos y cada uno. La noche del diálogo entre Nicodemo y Jesús, ruidos y voces apagados, se prolonga también hoy en la oración silenciosa y contemplativa.

La adoración eucarística es el desierto en medio de la gran urbe, el manantial deseado en el peregrinar -desértico- de la existencia. La adoración eucarística es encuentro amoroso con el Señor Jesucristo, que real y sustancialmente presente, entra en diálogo con el hombre, le muestra su amor, y, como brisa suave, alivia el calor y el cansancio de su rostro de tantos trabajos, tantas ilusiones frustradas, tantos engaños, tanta vaciedad del mundo. Sin desierto no se forja el pueblo del Señor, sin desierto no se forja el cristiano. No es exageración: hoy más que nunca hace falta la posibilidad de una soledad rica y gratuita, de un silencio interior para escuchar, de una intimidad personal, de amistad, con Jesucristo.

La exposición del Santísimo (o la oración silenciosa y personal ante el Sagrario) será espacio de desierto si se rodea de serenidad, silencio contemplativo, paz. Nunca ritmo acelerado, sí ofreciendo espacios grandes para la oración personal. Esta adoración eucarística será el desierto, sí, pero germinará: sin oración, sin hablar con Jesucristo, tratando de amistad, sin sacar amor, sin hablar de corazón a Corazón, ¿es posible el cristianismo?, ¿es posible la vida cristiana?, ¿es posible el crecimiento personal? ¿Es posible trabajar por la plantatio Ecclesiae y construir el Reino?

Esta adoración eucarística es medio privilegiado y exclusivo de oración con el Señor, y es alma de una comunidad, fuente de renovación e impulso de santidad. La santidad de una parroquia encuentra estímulo y fortaleza renovada en esta oración.

Las iniciativas podrían ser muchas, algunas que ya se practican dan resultados excelentes:

-Semanalmente en parroquias o iglesias de monasterios, la exposición del Santísimo durante una hora u hora y media;

-Un viernes al mes, adoración eucarística, con una meditación dirigida o retiro, la oración personal y la posibilidad de celebrar el sacramento de la Penitencia;

-Un tiempo mensual más amplio de adoración: una mañana entera o un día completo, con turnos de adoración y una pequeña guía de oración;

-Las capillas de Adoración perpetua que en muchas ciudades existen, o crear esa posibilidad en nuestras parroquias durante varias horas.

Sin duda, el espacio de desierto y oración, donde el Señor comunica su amor y su Palabra, es una necesidad de lo que hoy se suele llamar "la pastoral". ¡Católicos forjados en el Sagrario serán católicos con proyección apostólica, con deseos de santidad, con sentido eclesial!

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