sábado, 4 de diciembre de 2021

Fe es adhesión a la Persona de Cristo


La plenitud de la fe tiene un aspecto más: no sólo creemos, es decir, nos fiamos y aceptamos lo que Dios nos dice apoyando nuestra existencia en su Palabra, sino que la fe plena conduce a unirnos a Jesús; es algo personal, es comunión de vida con Jesús, es participar de Jesús, de su Corazón, de su Persona. 




            “Para la fe, Cristo no es solo aquel en quien creemos, la manifestación máxima del amor de Dios, sino también aquel con quien nos unimos para poder creer” (Lumen fidei, 18).

            La fe es tan personal que conduce al encuentro con Cristo para vivir con Él, junto a Él, sin separarse de Él. La fe es cristiana y no una vaga creencia, porque implica una unión personalísima con Cristo, de persona a persona, de corazón a corazón. Hasta punto es así que la vida ya no se concibe ni se entiende sin Cristo: ¡es el único necesario! 


“La fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver” (Lumen fidei, 18).


            Si vemos como Jesús, ¡qué distintas son las cosas, el corazón del hombre, sus acciones! Vemos mejor, más claro y con más misericordia: ¡vemos de verdad!, sin dejarnos llevar por prejuicios, prevenciones, primeras impresiones o superficialmente.


            Si vemos como Jesús y con la mirada de Jesús, iremos más allá de lo externo hasta llegar a lo interior y esa mirada siempre será mirada de misericordia: nunca una mirada altiva, o fría, o distante, o superficial, o egoísta. ¡Es un modo nuevo de ver y, por tanto, de amor! La unión personal con Cristo nos llega a transformar hasta ese punto.

            Por tanto, la fe nos dirige a creer las palabras de Cristo y a confiar en Él, uniéndonos a Él, amándole a Él, viviendo con Él. La fe entabla una relación con Él única… ¡y ya no se puede ni se sabe vivir sin Cristo! Las consecuencias son grandes, nos resitúan en el centro de todo: ¡Jesucristo!

            “La fe cristiana es fe en la encarnación del Verbo y en su resurrección en la carne; es fe en un Dios que se ha hecho tan cercano, que ha entrado en nuestra historia. La fe en el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo, descubrir cuánto ama Dios a este mundo y cómo lo orienta incesantemente hacia sí; y esto lleva al cristiano a comprometerse, a vivir con mayor intensidad todavía el camino sobre la tierra” (Lumen fidei, 18).

Por eso:

·       *  El centro de la fe cristiana es Jesucristo, encarnado y resucitado realmente en su Carne, Cuerpo glorioso;

·      *   En Cristo, su Hijo, Dios se ha hecho cercano. La cercanía de Dios nos acompaña, rompe nuestras soledades;

·        *       Cristo es la clave de la historia y de la realidad, nos lleva a interpretarla y leerla bien, no nos aísla de la realidad;

·         *    Por Cristo sabemos que Dios ama al mundo y por eso el cristiano no se desinteresa del mundo, sino que lo trabaja para transformarlo, viviendo intensamente (sin pasividad, sin esconderse).


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