Una moda de cierto tiempo para acá califica de profeta y de profetismo la actitud contestataria hacia la Iglesia, el disenso aireado y publicitado por cierta prensa. Un profeta sería el que ataca a la Iglesia en nombre de un evangelismo puro y duro y un supuesto "espíritu conciliar", amoldado y configurado a sus deseos.
¡Pues va a ser que no, que eso no es profeta sino falso profeta!
Tampoco el profeta es el adivino del futuro...
Es otra realidad más honda, real y razonable y recordemos que todos por el bautismo y la confirmación hemos recibido ese espíritu profético, la participación en el ser sacerdote, profeta y rey de Cristo.
"El don del Espíritu da un impulso nuevo a esta personalidad [cristiana] que otorga a su vida una capacidad comunicativa fecunda, comunicativa de la novedad que Cristo ha traído al mundo. De modo que tanto el individuo como la comunidad se sienten en condiciones de pronunciarse ante el mundo.
En el lenguaje religioso la palabra profecía expresa de la manera más adecuada lo que encierra esta capacidad de manifestación.
En los Hechos de los Apóstoles se recoge el discurso de Pedro tras el acontecimiento de Pentecostés: "Es lo que dijo el profeta Joel: Sucederá en los últimos días, dice Dios; derramará mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán sus hijos y sus hijas" (Hch 2,16-17).
Profeta es quien anuncia el sentido del mundo y el valor de la vida; y de aquí brota el significado ordinario de la profecía como anticipo de la trayectoria futura de las cosas: la vida humana está hecha de condiciones objetivas que, si no se reconocen, ello comporta determinadas consecuencias. La fuerza de la profecía es la fuerza de un conocimiento de lo real que no proviene del hombre sino que viene de lo alto, tal como se describe vigorosamente en el Antiguo Testamento cuando se narra la vocación profética de Jeremías:
de Yahvé en estos términos:
antes de haberte formado yo en el seno
materno, te conocía,
y antes que nacieses, te tenía consagrado:
yo profeta de las naciones te constituí.
Yo dije: "¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé
expresarme, que soy un muchacho".
Y me dijo Yahvé:
No digas: "Soy un muchacho",
pues a dondequiera que yo te envíe irás,
y todo lo que te mande dirás.
No les tengas miedo,
que contigo estoy yo para salvarte" (Jr 1,4-8).
Esta capacidad de adhesión a una realidad nueva y de confesión de ella se pone en marcha y comienza a mostrarse en el día de Pentecostés. Parecen un eco de este pasaje del Antiguo Testamento que repercutiera en la madurez de la historia las palabras de consuelo más explícitas de Jesús referidas a los momentos de dificultad y sufrimiento que sus discípulos no conocían aún: "cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo os defenderéis o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir" (Lc 12, 11-12).
Así pues, esta mayor consistencia de la personalidad de cada uno y de la comunidad toda a la hora de manifestar ante el mundo la novedad traída por Cristo, saca su savia vital de una fuerza que no es sólo verbal, que no se queda en simples discursos, sino que penetra y cambia los quicios de la existencia hasta tal punto que con razón podrá decir Pablo a los Tesalonicenses: "Conocemos, hermanos queridos de Dios, vuestra elección; ya que os fue predicado nuestro Evangelio no sólo con palabras sino también con poder y con el Espíritu Santo..." (1Ts 1,4-5). Y concluirá la misma carta exhortando: "No extingáis el Espíritu; no despreciéis la profecía; examinadlo todo y quedaos con lo bueno" (1Ts 5,19-20)".
(Don Giussani, Por qué la Iglesia, tomo 1,
Madrid 1991, pp. 117-119).
Buenos días don Javier. Otra cosilla que aprendo en su magnífico blog, a distinguir verdaderos de falsos, gracias a ser templo habitado por el mismo y único Espíritu de Dios. Un abrazo.
ResponderEliminarxtobefree:
EliminarTempranero y madrugador amigo, siempre fiel; ojalá siempre este blog suministre herramientas intelectuales y espirituales para discenir y saber situarnos ante la realidad como profundamente católicos. Entonces distinguiremos casi por connaturalidad, que dirían los escolásticos.
¡Qué hondas palabras las de S. Pablo! Y que mal suelen interpretarse hoy, gracias a un concepto de libertad falso, absolutamente alejado de la verdad.
ResponderEliminarYo sigo con mi mantra: si sabeis interpretar los signos del cielo y la tierra ¿por qué no los de los tiempos?. Eso es ser profeta: interpretar los signos de los tiempos EN la verdad y DESDE la verdad (y no desde cualquier otro sitio aunque parezca que vamos HACIA la verdad).
Abrazotes.
Conrad:
Eliminar¡¡Veo que sigue con fuerza!!
La libertad está en orden a la Verdad y al Bien, no vacía... Pero eso lo sabemos, ¿no?
Un gran abrazo.
Oh, vaya! Con fuerza siempre, que ya lo dijo el sabio: "ir por ir es tontería"
EliminarY si, la libertad vacía no es más que la nada. La pregunta no es si lo sabemos, sino si somos conscientes del alcance de esto.
Paso palabra.
El profeta es elegido y santificado por Dios, la mano de Yhave ha venido sobre él, descansa sobre él, lo ha tocado; Dios se ha apoderado de él, lo ha seducido, se ha apropiado de su vida. El profeta es separado por Dios como su amigo, le da a conocer sus planes y designios (mis siervos, los profetas); lo ha tomado a su servicio y como servidor pregona por mandato de Dios el mensaje confiado que siempre está centrado en la historia de la salvación.
ResponderEliminarYa el Antiguo Testamento nos habla de los falsos profetas que se atreven a presentarse como tales sin haber recibido de Dios el correspondiente mandato (vocación). Atribuirse el mandato de Dios es una insensatez, como se comprende fácilmente al leer en Isaías: “tocó con él (carbón encendido) mi boca y dijo: Mira, esto ha tocado tus labios, tu falta ha sido perdonada y tu pecado, borrado”.
En oración ¡qué Dios les bendiga!
Fe de erratas: En oración por todos los miembros del blog. Cuando no me explayo no se me entiende...
EliminarJulia María:
EliminarDel contenido sobre el profetismo, está todo tan claro en lo que escribe, que prefiero no hablar ni añadir una coma.
Ahora bien... vd. puede explayarse lo que quiera porque veo que cuando es sumamente breve, escueta, telegráfica, no nos aclaramos.
Mi abogado está terminando de redactar el contrato para el espacio en el blog que vd. tiene alquilado. En breve se pondrá en contacto con vd. para firmarlo y así explayarse lo que quiera por módicas cantidades contractuales.
Estos tiempos, en los que a los falsos profetas se les pone el amplificador de los medios de masas y a los profetas se les envía al ostracismo del silencio (de esos mismos medios), a veces, a los que no tenemos formación, nos llenamos de confusión. Las visitas asiduas al Sagrario, a ese corazón eucarístico de JESÚS, en silencio, desenmascaran a todo ese ruido de titulares. ¿Que es un profeta? Usted, Padre, lo deja muy claro. ¿Cómo distinguir a los falsos? Pasarse por aquí con frecuencia y el corazón eucarístico de JESÚS, dan muy buenos resultados. Alabado sea DIOS.
ResponderEliminarSigo rezando.
Antonio Sebastián:
EliminarGracias por sus palabras, ya que avalan lo que aquí intentamos hacer.
Para mí es fácil: los pseudo-profetas o son disidentes o hablan siempre con desprecio de la Iglesia (nunca hace nada bien la Iglesia). Tienen palabras-talismán que siempre repiten cansinamente; viven en un evangelismo puro interpretado por ellos; se acomodan según las épocas a la mentalidad secular; desprecian a la inmensa masa de católicos como aburguesados; les encanta el sincretismo y la mezcla de elementos; terminan por sustituirlo todo por los valores y la ética.
Con eso sabremos de sobra quién es un falso profeta o un verdadero profeta de Dios.
Padre, creo que tiene mucha razón. Pero a veces, me da por pensar que los falsos profetas, hoy día emplean un lenguaje suave, incierto, melifluo, ambiguo, lleno de insidia, ponzoña, que lo mismo puede significar una cosa como su contraria, algo, por otra parte, altamente luciferino. Luego en principio, el aceptar lo que dicen o escribe, no supondría ningún problema. Hasta que dentro de uno, la ambigüedad elimina lo prioritario y te deja con lo irrelevante. Y entonces ya está uno metido directamente en el error, la herejía y la nada.
EliminarMuchas gracias por este artículo, Padre, me ha sido especialmente útil. Le confieso, Padre, que sin saber porqué, tiene Usted una habilidad especial, para darme en el blanco. Con respecto a mi, hay ocasiones en que sus dianas son tan certeras que me produce un peculiar sensación interior.