El servicio a la Verdad, el apostolado de la inteligencia, el estudio que busca explorar, contemplar y profundizar es también un ejercicio de la caridad, en este caso, de lo que podría llamarse "caridad intelectual", que también es importante.
La Universidad es el ámbito de la razón que busca entender y adecuarse a la Verdad. Un pensamiento que es totalizante y no parcial o fragmentario: busca el todo, busca la Verdad. Y al buscarla, los jóvenes universitarios, los docentes, los investigadores, prestan un gran servicio y realizan una noble vocación.
La fe impulsa a la razón a un ejercicio constante, lógico, serio; forja personas buscadoras de la Verdad y el estudio, tantas veces árido, es medio igualmente de santificación y de apostolado y de construcción. No, no es simplemente fotocopiar unos apuntes (¡de compañeros!) para salir del paso, estudiarlos y presentarse a una convocatoria. Es algo más: es la implicación personal en el área del conocimiento buscando sus conexiones con todo lo creado, con todas las áreas y parcelas del saber.
La Verdad debe ser ofrecida hoy por el pensamiento, el mundo de la cultura y de la Universidad. Esto también es un servicio, un ejercicio de la caridad, tanto más apremiante, cuanto que la Verdad se va aparcando por el relativismo, y el saber se va fragmentando tanto que nunca se ve la unidad de las cosas.
Queridos amigos de las universidades de Roma: el Verbo Encarnado os pide a vosotros, que recorréis el camino fascinante y comprometedor de la búsqueda y de la elaboración cultural, que compartáis con Él la paciencia para "construir". Construir la existencia propia, construir la sociedad, no es una obra que puedan realizar mentes y corazones distraídos y superficiales. Se requiere una profunda acción educativa y un continuo discernimiento que deben involucrar a toda la comunidad académica, favoreciendo esa síntesis entre formación intelectual, disciplina moral y compromiso religioso que el beato John Henry Newman había propuesto en su "Idea de Universidad". En nuestros tiempos se siente la necesidad de una nueva clase de intelectuales capaces de interpretar las dinámicas sociales y culturales que no ofrezcan soluciones abstractas, sino concretas y realistas. La Universidad está llamada a desempeñar este papel insustituible y la Iglesia la sostiene con convicción de manera concreta.
La Iglesia de Roma, en particular, está comprometida desde hace muchos años en apoyar la vocación de la Universidad y en servirla con la contribución sencilla y discreta de tantos sacerdotes que trabajan en las capellanías y en las realidades eclesiales. Quisiera expresar mi aprecio al cardenal vicario y a sus colaboradores por el programa de pastoral universitaria que, este año, en sintonía con el proyecto diocesano, ha sido sintetizado acertadamente con el tema: "Ite, missa est... en el patio de los gentiles". El saludo al final de la celebración eucarística, "Ite, missa est", invita a todos a ser testigos de esa caridad que transforma la vida del hombre y de este modo injerta en la sociedad el germen de la civilización del amor. Vuestro programa de ofrecer a la ciudad de Roma una cultura al servicio del desarrollo integral de la persona humana, como he indicado en la encíclica Caritas in veritate, es un ejemplo concreto de vuestro compromiso para promover comunidades académicas en las que se madura y ejerce lo que Giovanni Battista Montini, cuando era asistente de la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), llamaba "la caridad intelectual".
La comunidad universitaria romana, con su riqueza de instituciones estatales, privadas, católicas y pontificias, está llamada a una tarea histórica notable: la de superar prejuicios que en ocasiones impiden el desarrollo de una cultura auténtica. Trabajando con sinergias, en particular con las facultades teológicas, las universidades romanas pueden indicar que es posible un nuevo diálogo y una nueva colaboración entre fe cristiana y los diferentes saberes, sin confusión ni separación, sino compartiendo la misma aspiración a servir al hombre en su plenitud. Deseo que el próximo simposio internacional sobre el tema "La universidad y el desarrollo de los saberes: ¿hacia dónde va el futuro?" pueda constituir una etapa significativa en este camino renovado de investigación y empeño (Benedicto XVI, Homilía a los universitarios romanos, 16-diciembre-2010).
La Universidad, y los jóvenes católicos que estudian en ella así como los docentes católicos, tienen una hermosa tarea y un compromiso ineludible: su trabajo crea una cultura auténtica.
La caridad intelectual también es necesaria y no se puede arrinconar ni menospreciar ni desdeñar: por un amor sobrenatural se estudia, se investiga, se profundiza contemplando porque es el mejor servicio que se puede prestar a la vida de los hombres: mostrarles la Verdad.
Importante servicio, el de la caridad intelectual. Me llega en especial eso que dice de ""el apostolado de la inteligencia, el estudio que busca explorar, contemplar y profundizar es también un ejercicio de la caridad".
ResponderEliminarPermítame una reflexión un tanto anexa al tema de este post, pero derivada de él.
Hoy día el mundo universitario se ha vuelto hostil a la razón, está dominado por la tecnificación del conocimiento. Y esto se debe a la desacralización del logos, a su laicización.
¿No le parece que el ámbito propio de la caridad intelectual son los monasterios? Cuando estos dejaron su papel preponderante, y pasó a la universidad, la razón fue poco a poco declinando hacia la técnica.
Es impresionante contemplar cómo, junto a la decadencia de las órdenes religiosas contemplativas, dedicadas al estudio, ha venido la decadencia de la razón, y su transformación en conocimiento tecnificado. Con la aparición de teólogos laicos, por ejemplo, ha sobrevenido una tremenda crisis a la teología.
Bien lo dice vd en el post: ""La Universidad es el ámbito de la razón que busca entender y adecuarse a la Verdad. Un pensamiento que es totalizante y no parcial o fragmentario""
Precisamente la crisis de la Universidad como ámbito del logos comprensivo, se debe a esto, a la parcialización y fragmentación del conocimiento que ha operado la técnica aplicada al logos. El mundo de la técnica pertenece al laico. Y cuando el laico toma sobre sí la universidad, lo natural es que lo haga a su manera, de forma temporal, tecnificada.
Le falta el sacrum comprensivo.
Esto que le voy a decir, sorprenderá a muchos, pero es así: la Universidad postmoderna se irá separando cada vez más del cultivo comprensivo del logos, hacia un conocimiento técnico de carácter analítico. Y no volverá a rectificar este camino hasta que las órdenes religiosas intelectuales vuelvan a tomar sobre sí el peso intelectual del saber comprensivo, es decir, de la Teología.
Hasta entonces, la laicización técnica de la universidad será imparable. La renovación del saber intelectual pasa por el resurgir teológico en el ámbito de la vida religiosa
un saludo
Alonso:
EliminarDe acuerdo en su apreciación, salvando algunos puntos.
Ya se ha pasado del Logos a lo técnico. ¡Gran drama! Pero no creo que el problema haya sido pasar del monasterio a la Universidad, sino los problemas de la Ilustración y de una razón loca, centrada en sí misma. A partir de ahí, todas las variantes posibles hasta hoy (postmodernidad).
Difiero del papel que asigna a las órdenes religiosas intelectuales para el futuro. Tuvieron su momento. Me inclino a soñar en otros caminos, trazados por el estado laical, allí, en la materia del mundo, otorgándole la forma Christi.
Por lo demás, evidentemente, muy de acuerdo.
Amigo mío, dice vd. "no creo que el problema haya sido pasar del monasterio a la Universidad, sino los problemas de la Ilustración y de una razón loca, centrada en sí misma".
EliminarClaro, el paso del monasterio a la Universidad no es la causa de la crisis de la razón,
pero si es un signo de su desacralización. Es un descenso, una puerta a lo que vino luego.
Las universidades mediavales aún tenían mucho de monasterios. Poco a poco sin embargo se independizaron. El saber dejó de ser una vocación configurada al estado de los consejos, el estado de perfección. Pasó a ser un saber vinculado al mundo temporal.
La ilustración fue impulsada por laicos. Y su empuje provino de las fuerzas desacralizadoras y laizantes de la reforma, que destruyeron en sus ámbitos culturales la idea de una universad confesional que era como una prolongación de la vida monástica.
Bueno, es un tema apasionante y complejo. Tal vez pronto podamos debatirlo con una bena cerveza de por medio. saludos.
En verdad, seguro que opinamos lo mismo, así que los detalles los dejamos para ese día de amistoso coloquio, que queda pendiente y en manos del Señor. LAUS DEO
EliminarNo voy a debatir en exceso.
EliminarSólo... que me sigue resultando chocante: "El saber dejó de ser una vocación configurada al estado de los consejos, el estado de perfección. Pasó a ser un saber vinculado al mundo temporal".
Yo diría que, en todo caso, en su origen, pasó a estar vinculado al estado laical, más que "temporal". Era la búsqueda de la Verdad, del saber, y eso incluye al estado sacerdotal, al de vida consagrada y al estado laical. Todos profundizando en las insondables riquezas del Misterio de Cristo y su Logos...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarNo para debatirle, pues en verdad no tenemos tema de debate y nuestras posturas son por supuesto convergentes, sino sólo para conversar un poco más de tan apasionante asunto. Por si resulta interesante y para explicar un poco más lo que decía antes
EliminarTal vez nos ayude en este tema distinguir entre saber y conocimiento técnico. Por saber me refiero a un saber comprehensivo, por ejemplo teología y filosofía.
Voy a poner un ejemplo. Hubo un tiempo en que la botánica era filosofía natural, como la zoología, la mineralogía, etc., etc. Sus fines eran convergentes, tenían intención comprehensiva. Por eso, toda ciencia era filosofía natural. Toda ciencia dependía y se basaba en la teologia y la filosofía. Buscaba más lo atemporal, y no tanto lo técnico aplicado a lo concreto.
Luego, la especialización y la independización de las ciencias desgajó las disciplinas de la teología y la filosofía y las convirtieron en saberes no comprehensivos, sólo descritivos, efímeros, temporales, al despreocuparse de las esencias, y por eso mismo, hacerse independientes de la teología y la filosofía, independientes en definitiva de la Iglesia, que era la portadora y promotora del auténtico saber comprehensivo.
La Botánica ya no era filosofía natural, y por eso dejó de ser propiamente botánica. Se integró en la biología y hoy ya sólo es ecología.
Las ciencias desgajadas de la teología y la filosofía son saberes que sólo valen para el mundo caído. Son efímeros. Temporales. La ciencia necesaria para la fecundación in vitro, por ejemplo, es un saber temporal, que pasará, no sólo por ser malo, sino por ser efímero, como el mal.
Pues bien, este saber comprehensivo, del que dependían lo que luego fueron ciencias especializadas, este saber comprehensivo era guiado por la actividad intelectual de los religiosos.
Luego, tras la crisis ilustrada, las ciencias se independizan del saber (teología/filosofía) y se convierten poco a poco en conocimiento técnico que renuncia a captar esencias, y por tanto sólo tiene valor descriptivo, efímero, temporal. Saberes que pasan.
En fin, es sólo una visión (discutible, claro) de tan interesante tema. Lo escribo por si resulta interesante.
“implicación personal en el área del conocimiento buscando sus conexiones con todo lo creado, con todas las áreas y parcelas del saber ¡Perfecta definición!
ResponderEliminarLa caridad intelectual, sirviendo a la verdad, es una liberación porque en palabras del cardenal Ratzinger “Si el hombre no puede conocer la verdad, se degrada; si las cosas sólo son el resultado de una decisión, particular o colectiva, el hombre se envilece” (Il sale della terra).
No se trata de mero intelectualismo académico sino verdadera caridad porque los problemas que nos aquejan tienen su raíz en la pérdida de la capacidad de percepción de la verdad que no es ajena al mal uso de la libertad.
¿Su ámbito propio? Debería ser (y no lo es) la universidad católica, tal y como lo fue en la Edad Media. Y desde ella, tenemos que recuperar todos los espacios públicos que hemos abandonado. Sin olvidar que la universidad no encontrará mentes y voluntades juveniles preparadas si no mejoran sustancialmente los colegios católicos y las clases de religión en las instituciones de enseñanza pública.
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Me da por pensar que solo una Universidad transida por la Gracia de DIOS puede rezumar CARIDAD. Respecto a los colegios católicos, Julia María, que den hombres y mujeres católicos que llenen de CARIDAD tanto la Universidad como la Sociedad, pues soy muy escéptico. Muchos de nuestros políticos han pasado por colegios religiosos. Lo que no dice mucho de los colegios católicos. Porque es más que manifiesto, que las leyes que diseñan esos ex-alumnos de colegios católicos son claramente anticristianas y muy faltas de CARIDAD. Tiendo a pensar que esta es una prueba de DIOS, para que nos convirtamos y pasemos a ser la sal, que no es sosa y esa pequeña levadura que transforma la masa. Alabado sea DIOS. sigo rezando. Muchas gracias, Padre por hacernos reflexionar y por enseñarnos. DIOS le bendiga.
ResponderEliminarAntonio, no sé a qué se refiere con la palabra caridad en su comentario.
EliminarSi por caridad entiende amor a la Verdad, que es Dios en sí mismo y en todo lo creado, la Verdad que nos enseña de donde venimos, a donde vamos, qué somos, el por qué, para qué... ; Verdad que arrastra con el mayor apasionamiento tanto por aprehenderla como por enseñarla, mostrarla a los demás, enseñándoles a amarla.
Verdad que te puede llevar a implorar: Señor, quiero ver, quiero entender, quiero verte en el Derecho, la Medicina, la Filosofía, la Genética... porque sólo así podré vivirlo y enseñarlo en Tí, contigo, no como mera plegaria sentimental sino en una implicación total de tu persona en todo lo que eres y tienes; la Verdad que te interpela, refuta y agota.
Si a eso es a lo que llama caridad, la universidad católica que actue como tal, con alumnos preparados por colegios católicos que desarrollen su labor intelectual realmente como católicos, sería el lugar adecuado para nosotros los seglares.
Coincido con lo que apunta respecto a personas que han estudiado en colegios católicos; los compañeros de mis hijos y sus familias han recibido el bautismo y tienen la fe en hibernación. Por desgracia, muchos padres llevan a sus hijos a colegios y universidades católicas por motivos ajenos a la fe y al verdadero conocimiento, de igual forma que acuden a la Iglesia a solicitar el bautismo o la primera comunión de sus hijos, pero la mala utilización de universidades y colegios no mengua en absoluto su idoneidad para que sean lo que deben ser.
Un saludo
Julia Maria recojo el significado del diccionario de la página web de la RAE:
ResponderEliminarcaridad.
(Del lat. carĭtas, -ātis).
1. f. En la religión cristiana, una de las tres virtudes teologales, que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos.
Rezumar CARIDAD, me refiero a que ese AMOR de la definición impregne todo simplemente por nuestra forma de vivir.
Llenar la Universidad y la Sociedad de CARIDAD es eso. Llenar hasta el menor de los recovecos de la Universidad y de la Sociedad de ese AMOR que solo de DIOS puede salir, que solo la Gracia de DIOS puede hacer chorrear de nosotros mismos. No sé si lo he aclarado o lo he oscurecido más. Pero no importa, Julia Maria, si aún no está claro, por favor, hágamelo saber y mañana, que estaré más lúcido que en este momento, se lo podré aclarar mucho mejor. Sigo rezando. Muchas gracias por el comentario. DIOS la bendiga.
No llego a saber si disentía y disiente de mi primer comentario (el hecho a la entrada de hoy) y, en su caso, las razones de la discrepancia.
EliminarVerdaderamente no disiento de su comentario, me parece plenamente acertado, Julia María.
ResponderEliminarSigo rezando.