Desde que el Verbo se encarnó y su humanidad fue instrumento de salvación, la Iglesia consta de una dimensión humana innegable, tal vez, sorprendente.
Cristo cuenta y quiere esa humanidad de la Iglesia junto a su dimensión sobrenatural; Cristo cuenta y quiere esa humanidad de los miembros de su Iglesia y a través de esa humanidad, también débil, también pecadora, brilla su Gloria y se comunica su Gracia.
Me gusta esta reflexión de Don Giussani y la ofrezco aquí; los comentarios y las experiencias personales pueden iluminar el texto y aplicarlo.
"Recuerdo que hace algunos años me encargaron dar una lección a un grupo de sacerdotes, que eran profesores de religión en institutos de enseñanza media, acerca del método de la vida cristiana, y, de manera un tanto provocativa, comencé la lección diciendo: "Cristo no es la verdad". Se produjo una rebelión inmediata y clamorosa en toda la asamblea. Enseguida me expliqué mejor diciendo, con más precisión, que la verdad es el Verbo y que Cristo representa el método con el que la verdad se ha comunicado a los hombres; y por eso, es la verdad encarnada tal como Él dice de sí mismo -"soy la verdad y la vida"-, poniendo delante la expresión: "Yo soy el camino" (Jn 14,6). Él es, por consiguiente, la verdad en cuanto camino, vía, método, hombre y accesible a los hombres, Dios que les acompaña. Podía haber elegido otro método para comunicarse a los hombres: la opinión de la conciencia como afirma el racionalismo; o una experiencia interior dictada por el espíritu, como subrayan los protestantes. Pero ha elegido éste, ha sorprendido a la mente y la imaginación de la humanidad encarnándose, indicándose a sí mismo como camino, como método. Cristo es el método que Dios ha elegido para salvar al hombre.
La Iglesia es la prolongación de Cristo en la historia, en el tiempo y el espacio. Y, al ser dicha prolongación, en ella consiste el modo en que Cristo continúa estando particularmente presente en lahistoria, y, por consiguiente, ella es el método que tiene el Espíritu de Cristo para mover al mundo hacia la verdad, la justicia y la felicidad.
Podemos puntualizar de esta manera cuanto hemos dicho hasta ahora en esta breve introducción: la Iglesia se pone ante el mundo como una realidad social llena de divinidad, esto es, se propone como una realidad humana y divina al mismo tiempo.
Aquí reside todo el problema: un fenómeno humano que pretende ser portador de lo divino. Y así, mediante la presencia de la Iglesia en la historia humana, se replantea con todo su escándalo el problema que Cristo suscitó. La Iglsia desafía a la historia del mismo modo en que Cristo desafió a su tiempo; o mejor, Cristo continúa desafiando al tiempo por medio de la Iglesia.
Ahora aprestémonos a analizar los dos factores que constituyen el escándalo: lo humano y lo divino que hay en la Iglesia. No obstante, tengamos siempre presente, en el curso de este sumario análisis, que el criterio con el que evitaremos eludir el corazón del problema es que esos términos deben considerarse siempre unidos en una misma realidad: distintos, pero juntos, no confundidos pero sí conjuntamente presentes.
Para terminar veremos cómo se nos plantea el problema de la Iglesia a cada uno de nosotros: el problema de cómo verificar esta pretensión suya siempre presente de ser al mismo tiempo humana y divina. Esta Iglesia, considerada no solo genéricamente sino precisamente, en su realidad actual, la Iglesia con todo lo bueno que inmediatamente parece decirnos y con toda la perplejidad que nos produce, con todal a reacción que nos provoca y las objeciones que despierta en nosotros, esta Iglesia de ahora, con la pretensión que tiene, ¿cómo "verificarla", es decir, cómo descubrir la verdad que encierra ante la razón y la conciencia?"
(L. GIUSSANI, Por qué la Iglesia, Tomo 2, El signo eficaz de lo divino en la historia, Encuentro ediciones, Madrid 1993, pp. 10-11).
Las distintas formas de recabar la atención de un auditorio suelen ser útiles pero también peligrosas; yo prefiero la utilización de preguntas y paradojas, sistema que utiliza frecuentemente Jesús.
ResponderEliminarNegar “la mayor” para, a continuación, rescatarla mediante una explicación puede dejar falsas impresiones en la mente del hombre actual, que parece incapaz de sujetar la atención más allá del impulso de aquello que le sorprende. Sin referirme a Don Giussani, cuya obra no conozco, creo (sin ser yo nadie para opinar) que no “aterrizar” y la búsqueda de novedades es un gran problema en el factor humano de la Iglesia.
Expuesta la crítica formal, es cierto que hay que llevar a la conciencia de cada uno de nosotros que ser discípulo de Jesús es, como han dicho todos los santos, creer en Él, vivir con Él y como Él en nuestra experiencia vital concreta, por eso Jesús es camino para llegar a la Verdad y a la Vida, camino hacia lo que verdaderamente “somos” cada uno de nosotros y camino hacia Dios. Y para vivir con Él es necesario conocerle, a Él y no al “Jesús” que construimos en nuestra imaginación.
En oración ¡qué Dios les bendiga!
Julia María:
EliminarDemoledora su crítica formal. ¿Qué no hará con lo que yo escribo como catequesis?
Es verdad que negar la mayor, llamativamente, para luego ir razonando es un arte como es un arte mantener la atención de todos. Prefiero otros métodos.
Sí, de acuerdo, claro, con la centralidad cristológica que Vd. subraya.
Saludos cordialísimos
Desconfío profundamente de la ocurrencia provocadora. Me da por pensar que es fuente de herejía. Ya ven ustedes la ocurrencia que tuvo Lutero. Ocurrencia que para regocijo del diablo llevó hasta el último extremo. Si decididamente, estoy convencido de que lo que sobran en la Iglesia son "ocurrentes modernos". Tomando la palabra ocurrente, en el peor de los sentidos posibles, y considerando la palabra moderno en la peor de las acepciones posibles.
ResponderEliminarRespecto al problema que representa la Iglesia para cada uno de nosotros. Después de lo vivido he de decir, que mis momentos en el Sagrario aniquila ese problema y me hace sentir que es la Iglesia Católica a la que pertenezco. Empecatado, si, pero es mi casa, mi tienda, y mi sitio. Alabado sea DIOS.
Muchas gracias, Padre, DIOS le bendiga. Continúo rezando
Antonio, me pidió información cuando terminara de leer “Por qué soy todavía cristiano” de Balthasar. No creo que encuentre ninguna dificultad en su lectura. Ni voy a “contaminarle” con mis apreciaciones ni éste es el lugar apropiado para ello; en general respecto a las manifestaciones y reflexiones del autor, le puedo decir: con bastantes estoy totalmente de acuerdo, a veces hasta con ese reconocimiento agradecido que se produce al encontrar a otro que tiene tu misma percepción; en otras, simplemente discrepo; en otras, me gustaría preguntar al autor a dónde cree dirigirse o cuál es su pretensión y, por último, un par de suposiciones, a mi juicio, sobran y pueden confundir a algún lector católico.
EliminarDe todas formas, no me haga mucho caso, no me es posible “leer” sin espíritu crítico y, teniendo en cuenta los puntos de partida del autor y los míos, eran bastante previsibles las discrepancias. Para mí las obras de lectura más difícil de este teólogo son las que hacen una continua referencia a la estética en la Teología ya que en este aspecto puede que tengamos muchas diferencias; en esta obra sólo se encuentran un par de referencias a la estética. Seguiré con otra obra de las citadas por don Javier.
Julia María, muchas gracias por su comentario. Se me escapa un poco que puede ser eso de la estética en la Teología. Si, es posible que tenga que empezar a leer a von Balthasar, pero no sé muy bien a que se deben las reticencias interiores a ponerme a esa tarea. Es algo así como cuando uno va al cine y se queda mirando los carteles para elegir una, y mirando los carteles, empiezo a decir esta no, esta tampoco y esta tampoco. Y luego de las que quedan me decido finalmente por una. Bueno, pues resulta que von Balthasar sería la primera película que descartara.
EliminarMuchas gracias de nuevo. Abrazos en CRISTO. Sigo rezando
Antonio Sebastián:
EliminarLo de Lutero no fue simplemente una "ocurrencia". Era tiempo de reforma de la Iglesia (en España, ya Cisneros hizo reformas y observancias en las Órdenes religiosas); el problema de Lutero es que su reforma fue desviándose hacia la herejía y el cisma... y la Iglesia de Roma iba difiriendo una reforma más honda. Trento fue la gran respuesta que tal vez llegó tarde.
Referente a Balthasar:
* Veo que Julia María tiene una percepción distinta a la mía, y me alegra, porque ya íbamos a parecer gemelos o siameses. Asumo a Balthasar sin problema alguno. La Estética teológica es apasionante... y complicadísima. De ahí que aconseje siempre las obras menores para familiarizarse con él.
* Antonio Sebastián: Sea libre y escoja vd. Yo en esto sólo opino y aconsejo su lectura...
Padre, le agradezco sus matizaciones sobre la "ocurrencia". Insisto, he empleado esta palabra en la peor de los sentidos posibles. Respecto a Herr von Balthasar, intuyo que leeré algo de lo que usted me ha recomendado, por simple curiosidad, no en este momento, creo que lo diferiré aún algún tiempo. Sigo sin sentirme preparado.
ResponderEliminarMuchas gracias por todo. Abrazos. DIOS le bendiga.