jueves, 13 de mayo de 2010

Mistagogia de la Confirmación - I (Presentación de candidatos)

1. El rito   
Antes de la homilía, se hace la presentación de todos los que se van a confirmar. Si son muchos los confirmandos, el párroco o un catequista los presenta con unas palabras dirigidas al obispo, explicando la preparación que los candidatos han recibido y, si es posible, nombrándolos personalmente a cada uno de ellos.

    Esta presentación se hace también en el Bautismo y en el Sacramento del Orden. La comunidad cristiana presenta al obispo o a su delegado a aquellos que ha considerado dignos y suficientemente preparados para recibir la Confirmación, y el obispo, en nombre de la Iglesia, los recibe públicamente.

    Normalmente se llama a cada uno por su nombre delante del obispo, ahora bien, si son muchos, el párroco hace una presentación general de todos. Llamar a cada uno por su nombre porque no somos un grupo de gente anónima que se presenta a un acto social: hemos sido llamados, como trabajadores en la viña del Señor (cf. Mt 22). El mismo Evangelio relata la elección de los Doce citando el nombre de cada uno de ellos: “El primero Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celotes, y Judas Iscariote, el que lo entregó”... y a esa lista bien se puede añadir el nombre de cada uno de nosotros llamados a estar con Cristo y a predicar.


2. El Señor nos llama por nuestro nombre.-

    A nosotros también nos puede decir hoy el Señor: "yo, el Señor, te he cogido de la mano, te he llamado por tu nombre" (Is 42,6a). Te ha llamado porque "nos eligió antes de la creación del mundo para ser santos e irreprochables ante Él por el amor" (Ef 1,4). Jesucristo también ha pasado a nuestro lado y nos ha dicho: "Venid conmigo" (Mt 4,19a), también a nosotros, como a Mateo, nos ha invitado: "Sígueme" (Lc 5,27).

    Él "conoce nuestro corazón" (cf. Sal 138), y podemos decirle: "A mí me conoces, Señor, me has visto y has comprobado que mi corazón está contigo" (Jr 12,3). Él nos pregunta hoy, igual que a Pedro: "Simón de Juan, ¿me amas?" (Jn 21,15). Se dirige a nosotros por nuestro nombre, nos conoce; hoy te elige a ti y te llama por tu nombre. Ese nombre que va a ser pronunciado en la Confirmación, lo ha pronunciado el mismo Señor, porque Él nos ha elegido.
   
3. Un nuevo nombre: CRISTIANO.-

    Hoy, en la Confirmación, adquieres un nuevo nombre: CRISTIANO. Este nuevo nombre es importante, porque está escrito en el libro de la vida (cf. Ap 20,12) y junto a él las acciones que hagamos. Es el nombre nuevo que las Escrituras nos prometen.

    Sabemos que el nombre en las Escrituras refleja la vocación, la misión que Dios encomienda a una persona. Abraham se llamaba Abrán, pero Dios le cambió el nombre por Abraham que significa "padre de muchos": esa era su vocación y su misión (cf. Gn 17,5). El gran legislador, Moisés, tiene un nombre que revela su historia y su misión: "Salvado de las aguas" (Ex 2,10b) porque él fue rescatado de las aguas del Nilo por la hija del Faraón; "Salvado de las aguas" porque Dios lo eligió para que salvara al pueblo hebreo de la esclavitud, huyendo por las aguas del Mar Rojo.

    El nombre de Jesús revela su vocación: "el Señor salva" (Mt 1,21, haciendo alusión también a Is 12: "el Señor es mi Dios y mi salvador"), y el de Pedro (: piedra) su función en la Iglesia: ser la roca y fundamento de la Iglesia (cf. Mt 16,18).

    Nuestro nombre, cristiano, refleja nuestra vocación. Este nombre lo usaron los paganos para llamar a los seguidores de Jesús, en Antioquía, cuando Pablo predicaba allí (cf. Hch 11,26), porque su modo de vivir se diferenciaba de los paganos.

    Si antes Dios cambiaba el nombre sólo a personas concretas, ahora da un nombre nuevo a un pueblo nuevo: CRISTIANOS. Comenta un santo Padre:

        "Entonces recibían diversos nombres. Mas ahora tenemos todos un único nombre, mayor que todos aquéllos; nos llamamos cristianos, hijos de Dios, amigos, un solo cuerpo. Esta apelación nos obliga más que cualesquiera otras y nos hace más diligentes en la práctica de la virtud. No hagamos nada que sea indigno de tan gran nombre, pensando en la gran dignidad con la que llevamos el nombre de Cristo. Meditemos y veneremos la grandeza de este nombre" (S. Juan Crisóstomo, Hom. Ioh., 19,3) .

    Cristiano es aquél que ha sido ungido, manchado, con el aceite consagrado, el crisma, como hoy lo haremos en la Confirmación: "RECONOCE, ¡OH CRISTIANO!, TU DIGNIDAD" . Ser ungido es ser otros cristos. Los cristianos debemos ser otros cristos en medio del mundo. Este nombre nuevo que recibimos nos muestra claramente nuestra vocación: ser otros cristos. Consagrados para Dios, vamos creciendo hasta la madurez del hombre perfecto en Cristo (cf. Ef 4,22-24).


Así aparece en el Ritual de la Confirmación y en el Ceremonial de Obispos:

"Proclamado el Evangelio, el Obispo con mitra, se sienta en la cátedra o en la sede preparada. Los presbíteros que lo acompañan se sienta cerca de él.
Los confirmandos son presentados por el párroco, o por otro presbítero, o por el diácono, o también por el catequista, según la costumbre del lugar.
Se procede de la siguiente manera:
Si es posible, se llama a los confirmandos por su nombre, y cada uno se acerca al presbiterio.
Si son niños, son llevados por uno de los padrinos o uno de sus padres y permanecen de pie delante del Obispo.
Si los confirmandos son numerosos, no se les llama nominalmente: se colocan en un lugar conveniente ante el Obispo.
Luego el Obispo hace una breve homilía..." (nn. 461-462).

Y el texto del ritual para la presentación sugiere (con éstas o parecidas palabras):

"Reverendísimo Padre:
    Estos jóvenes y adultos fueron bautizados con la promesa de que serían “educados en la fe”, y de que “un día recibirían por la Confirmación la plenitud del Espíritu Santo”. Ese fue el compromiso de sus padres y padrinos en el Bautismo.
    Como responsable último de la catequesis parroquial, tengo la satisfacción de decir a la comunidad reunida y a su padre y pastor, nuestro Obispo, que estos confirmandos han recibido la catequesis adecuada a su edad".

9 comentarios:

  1. Hace ahora justamente 3 años que recibí la Confirmación (concretamente el día 11 fue el aniversario).

    ¡Que momento!

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  2. ¡Caramba, Seneka! Felicidades.

    Actualice siempre el don del Espíritu Santo, no deje que se extinga. Invoque al Espíritu al iniciar la oración, la lectura de la Palabra y la lectura espiritual... así como al escribir en el (los) blog(s).

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  3. Me ha encantado la mistagogía de la confirmación. Haría falta entrar en estos temas con los catecúmenos e intentar que se dieran cuenta de la profundidad y transcendencia del sacramento que van a recibir.

    No me quiero acordar de las catequesis que yo recibí para mi confirmación... creo nadie sacó nada en claro. Exagerando un poco, incluso el catequista terminó más liado de como empezó. :)

    D Javier, no se si habrá leído el libro:La confirmación, responsabilidad y fortaleza, de Anselm Grun. Me lo han recomendado para ir poniendo las barbas de padre a remojar sobre el asunto. A dos-tres años vista, si Dios quiere, empezarán mis hijos a prepararse. :)

    Un abrazo. Que Dios le bendiga.

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  4. Miserere:

    Estas son las cosas que yo impartía a los confirmandos. Cuando se iban a confirmar se organizaba un retiro-convivencia de un día o dos y daba 5 catequesis explicando el rito paso a paso. Ese material es el que estoy colgando ahora en el blog.

    Anselm Grun, ¿qué quiere que le diga? Dos o tres libros que leí de él me desanimaron y me desagradaron: todo es puro psicologismo, los sacramentos son terapias...

    Y lo mejor es leer despacio el Catecismo de la Iglesia Católica, el De Sacramentis y De misteriis de San Ambrosio y las Catequesis enteras de S. Cirilo de Jerusalén.

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  5. ¡Se me olvidaba añadir!

    Si cuelgo estas cosas en el blog, aparte de pensar en los inmediatos lectores, en la formación de adultos, pienso que pueden ser útiles para algunos catequistas y sus grupos: con imprimirlos tienen un material válido.

    Tengo también mistagogia de otros sacramentos, no de todos. Los revisaré e irán apareciendo en el blog.

    Pax.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Muchísimas gracias por la referencia D. Javier. Hoy en día hay que ir pisando con pies de plomo en todo lo que es aproximación a la sacralidad y los sacramentos.

    La referencia al libro de Grum, me la indicó el catequista de confirmación de mi parroquia ... cuando le pregunté por cómo enfocaba las catequesis.

    Ya le comenté que mi experiencia como catecúmeno de confirmación fue todo menos positiva y ... por ello ... voy tanteado la de mis hijos a unos años vista.

    La catequesis de comunión que recibieron estuvo muy en la línea de la vivencia de la comunidad sobre todo lo demás, con un Jesús "adicional" tipo "compi y complice". Mi esposa y yo tuvimos que "complementar" bastante lo iban viendo.... Cosa que, por otra parte, no viene nada mal.

    No se preocupe, los tratados de misterios y sacramentos de S. Ambrosio forman parte de mis libros de cabecera. De hecho los tengo en mi mesilla de noche para releerlos de vez en cuando. A San Cirilo también lo tengo en mi biblioteca y de vez en cuando me paseo por sus catequesis. Tiene toda la razón... el catecismo es la vía más directa y certera para abordar estos asuntos...

    Seguro que más de un catequista tomará nota de sus reseñas, pero me temo que otra parte importante sigue buscando visiones alternativas.

    Seguramente me compre el libro de Grum para ver de qué la cosa... tengo curiosidad por ver qué enfoque se sigue en mi parroquia sobre estos temas.

    Gracias de nuevo. Dios le bendiga :)

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  8. Miserere:

    Sigo dándole vueltas a lo que estábamos tratando.

    La catequesis de "Jesús, colega", ¡qué le voy a decir! Creo que sirve de poco.

    Para la catequesis de Confirmación, que es centrarse en el Don del Espíritu y en la plenitud del Bautismo (nada de confirmar la fe subjetiva), le añado algunas obras más:

    -Tratado de El Espíritu Santo (S. Basilio Magno). Hay páginas muy catequéticas y otras que son disquisiciones teológicas, pero a mí me gusta mucho.

    -Tratado de El Espíritu Santo de San Ambrosio y el de Dídimo el Ciego (éste prácticamente copiado por S. Ambrosio, pero bueno).

    -De San Gregorio de Nisa, sobre los nombres del cristiano, la perfección, etc.

    Estas obras, todas, en Biblioteca de Patrística de Ciudad Nueva.

    -Finalmente, las catequesis de Juan Pablo II al comentar el Credo, en el apartado del Espíritu. En libro las publicó Palabra.

    Y si en la parroquia no hay buena catequesis, los padres (y/o padrinos) con estos materiales las puedan impartir complementando, a la vez que servirá de formación permanente a los padres.

    PAx

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  9. Muchísimas gracias D. Javier. Tomo nota de todas las referencias.

    Dios le bendiga :)

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