El pan celestial en el maná, el cual maná es Cristo. El maná prometido del cielo. Consumidos los panes que Israel había traído consigo de Egipto, murmurando pidió a Moisés pan, deseoso también de las carnes de Egipto (Ex 16,2s). Mas aquel mediador Moisés en seguido les obtuvo del Señor pan y carne. Recibe la orden el pueblo de coger por la mañana el pan, y por la tarde las carnes.
Mas estas cosas fueron figuras nuestras. Pues recibió primero el pueblo para comer aquel pan santo que descendió del cielo, después recibió la carne de Cristo preparada en la pasión, de la cual carne el mismo Señor dice: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, no tendréis vida en vosotros (Jn 6,54)...
Esta piedra (cf. 1Co 10,4), saciándonos también, dice: El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que se hará en él fuente de agua bullidora para vida eterna (cf. Jn 4,13s). Esta piedra golpeada (cf. Ex 17,6) en la cruz, dio de sí sangre y agua (Jn 19,34), con las cuales nos embriagamos sobriamente.
Esta piedra (cf. 1Co 10,4), saciándonos también, dice: El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que se hará en él fuente de agua bullidora para vida eterna (cf. Jn 4,13s). Esta piedra golpeada (cf. Ex 17,6) en la cruz, dio de sí sangre y agua (Jn 19,34), con las cuales nos embriagamos sobriamente.
(San Quodvultdeus, Sermón sobre las promesas y predicciones de Dios, 1, 39,56).
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