"Resucitando, restauró nuestra vida"
Es el Eterno Viviente, el que estaba muerto y ahora vive por los siglos de los siglos. Aquel que “resucitó al tercer día según las Escrituras” (1Co 15,4). Por el pecado, que introdujo el desorden y la caducidad en el mundo y en el hombre, la vida había perdido su dignidad, estaba rota. Por puro amor de Dios –amigo de los hombres, verdadero Filántropo- restaura lo que estaba caído y perdido, pero no sólo a su original belleza sino elevando la naturaleza humana a una dignidad y belleza sin iguales. Sí. Con toda la carga teológica que encierra esto y tal como reza una oración:
“Oh Dios, que has restaurado la naturaleza humana
elevándola sobre su condición original,
no olvides tus inefables designios de amor” (Jueves IV de Pascua).

“Si me debo a él por entero al haberme creado –predica San Bernardo-, ¿qué no haré por haberme creado de nuevo y de un modo tan admirable? La reparación no fue tan fácil como la creación... ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? En su primera obra me dio mi propio ser, en la segunda, el suyo. Y al dárseme a mí, me devolvió lo que yo era” (Trat. De diligendo Deo, 15).
¡Maravillosa la obra de la regeneración!
“¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados?” (Pregón pascual).
No hay comentarios:
Publicar un comentario