Hay una cólera, que san Basilio valora como buena, en lo referente al bien: lucha por el bien, sin atisbo de ira, y sin entremezclarlo con el orgullo herido.
Esa cólera buena es celo por las cosas del Señor, valor para afrontar lo que Él determine. Pero nada tiene que ver con la ira que arrasa contra todos y contra todo.
Sus matices y discernimiento los expone así:
n.
6. Así pues, no convirtamos en ocasión de pecado para nosotros mismos lo que el
Creador nos ha dado para nuestra salvación. Así también la cólera produce
valor, paciencia y fortaleza, cuando es suscitada como conviene; pero si obra
contra la recta razón, se convierte en locura. Por eso, también el Salmo nos
advierte: Irritaos, mas no pequéis.
El Señor extiende su juicio contra el que se encoleriza sin motivo, pero no
rechaza que contra estas cosas sea necesario servirse de la ira como de una
especie de remedio, pues aquello de pondré
enemistad entre ti y la serpiente y lo de enemistaos con los madianitas, es propio de quien enseña a servirse
de la cólera como de un arma.
Por
eso, Moisés, el más benigno de todos los hombres, para castigar la idolatría,
armó las manos de los levitas, para que mataran a sus hermanos: Cíñase cada uno su espada al costado
–dijo-; pasad y repasad por el campamento
de puerta en puerta, y matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente.
Y a continuación se añade: Y dijo Moisés:
Llenasteis hoy vuestras manos para el Señor, cada uno en vuestro hijo y en
vuestro hermano, sobre vosotros caiga la bendición.
¿Qué
fue lo que hizo justo a Finés? ¿No fue justa la ira contra los lascivos? Él,
que era amable y apacible en todo, cuando vio el pecado de Zamrí y la madianita,
cometido abierta y desvergonzadamente, sin que ocultaran ellos el indecente
espectáculo de su vergüenza, no lo toleró: usó debidamente la cólera
atravesando a ambos con la lanza. Y Samuel ¿no mató con justa ira a Agag, rey
de Amalec, salvado por Saúl contra el mandato de Dios, quitándolo de en medio?
Así, muchas veces la cólera se pone al servicio de obras buenas.
El
celoso Elías dio muerte con calculada y sabia ira, en beneficio de todo Israel,
a cuatrocientos cincuenta sacerdotes de la vergüenza y a cuatrocientos
sacerdotes de los bosques, mientras se sentaban a la mesa de Jezabel.
En
cambio tú te irritas sin razón contra tu hermano. ¿Cómo no va a ser sin razón,
si uno te provoca, y tú te enfadas con otro? Haces lo que los perros, que
muerden las piedras cuando no alcanzan al que las arroja. El que es provocado
es digno de compasión, pero el que provoca es digno de odio. Pon aquí tu
cólera: contra el homicida, contra el padre de la mentira, contra el autor del
pecado; y compadécete del hermano, que, si permanece en el pecado, será
entregado con el diablo al fuego eterno.
Y, al igual que son diferentes los nombres de cólera e ira, así también difieren
mucho entre sí sus significados. La cólera es como una inflamación y repentina
exhalación del mal; la ira, en cambio, es un dolor permanente y una propensión constante
a ajustar cuentas con quienes nos agraviaron, como si el alma airada esperara
la venganza. Pues bien, es necesario saber que con ambas disposiciones se
equivocan los hombres; o bien porque se excitan furiosa y terriblemente contra
los que les irritan, o bien porque acechan con engaños e insidias a los que los
ofenden. De ambas cosas debemos guardarnos".
(S. Basilio, Contra los iracundos, n. 6)
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