Es evidente para todos la influencia de los medios de comunicación en el mundo y la cultura en que vivimos. Llegan con rapidez a todos, las nuevas tecnologías se multiplican en eficacia e inmediatez. Los medios de comunicación son hoy los que generan una mentalidad, una forma de ver las cosas y de juzgar la realidad, y así vemos cómo se disputan distintos grupos mediáticos el ámbito de poder, de audiencia, imponiendo ideologías.
Lo que al principio resulta chocante y tal vez provoca rechazo, los medios de comunicación logran que se acepten y se vean como normales, incluyéndolo como un "valor", "progreso", "avance social", en series de TV, en discursos y debates. Se logra así, por ejemplo, la aceptación social (¡aberrante!) del aborto, se ve con compasión y sentimentalismo la eutanasia, el matrimonio (?) de personas del mismo sexo, y cualquier otro principio social que se quiera inculcar. Son poderosos los medios de comunicación.
Los noticiarios, quiérase o no, reflejan una ideología que filtra la realidad, la muestra deformada según intereses, omiten datos, agrandan lo insignificante, silencian lo religioso. Una prensa libre será la que realmente muestre la Verdad, sin componendas ni restricciones mentales. Un periodista será un hombre apasionado por la Verdad que busca transmitirla, mostrarla, destacar la verdadera humanidad, aquello -en palabras de san Pablo - que es noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito.
Un católico con vocación periodística tiene apasionantes retos para su santificación y para convertir su profesión en un testimonio sincero y leal de la Verdad. Su mirada sobre la realidad integra todos los factores, nunca es parcial.
"Los periodistas católicos deben buscar la verdad con mente y corazón apasionados, pero también con la profesionalidad de operadores competentes y dotados de medios adecuados y eficaces. Esto resulta todavía más importante en el actual momento histórico, que exige a la figura misma del periodista, como mediador de los flujos de información, un cambio profundo.
Por ejemplo, en la comunicación hoy tiene un peso cada vez mayor el mundo de la imagen con el desarrollo de tecnologías siempre nuevas; pero si por una parte todo esto conlleva indudables aspectos positivos, por otra, la imagen también puede convertirse en independiente de la realidad, puede dar vida a un mundo virtual, con varias consecuencias, la primera de las cuales es el riesgo de la indiferencia respecto de lo verdadero. De hecho, las nuevas tecnologías, junto con los avances que aportan, pueden hacer que lo verdadero y lo falso sean intercambiables; pueden inducir a confundir lo real con lo virtual. Además, se puede presentar un acontecimiento, alegre o triste, como si fuera un espectáculo y no como ocasión de reflexión. La búsqueda de los caminos para una auténtica promoción del hombre pasa entonces a un segundo plano, porque el acontecimiento se presenta principalmente para suscitar emociones. Estos aspectos suenan como una alarma: invitan a considerar el peligro de que lo virtual aleje de la realidad y no estimule a la búsqueda de lo verdadero, de la verdad" (Benedicto XVI, Discurso a un Congreso internacional de prensa católica, 7-octubre-2010).
En el mundo de la prensa escrita y audiovisual, en la radio, en Internet, se requieren apóstoles verdaderos de la Verdad (¡que es Cristo!) que con su testimonio sobre la Verdad están evangelizando, al mostrar una mirada nueva sobre la humanidad, sobre lo humano, sobre la búsqueda y deseo más hondo del hombre.
Hoy la gran catequesis la ofrecen los medios de comunicación, no el rato semanal en un salón parroquial. Y si tal es su influencia e importancia:
a) un periodista católico recibe hoy la encomienda de transmitir la Verdad como auténtica y plena vocación,
b) en el mundo mediático -Internet destaca con tanta fuerza...- la presencia y la voz de los católicos debe ser ponderada, real, presente, como auténtico apostolado evangelizador.
Las verdades personales o sociales nunca nos puede justificar. Lo único que nos justifica es la Verdad, que es Cristo mismo.
ResponderEliminarOjo que utilizo justificar con el significado etimológico de "hacerse justo".
Nuestro problema social es que hemos perdido la Verdad que Dios nos ha donado. Sin Verdad, nos quedamos con la primera verdad personal que nos acalle la conciencia. El mundo de los medios amplifica y asienta este entendimiento.
Feliz y santo domingo a todos :)
Para la urgentísima evangelización de la cultura, tarea que por tantos motivos hemos abandonado durante muchos años, es imprescindible la presencia católica en todos los medios de comunicación. La tarea es dura porque para dar razón de nuestra esperanza tenemos que desmontar un gran cúmulo de mentiras, equívocos y estereotipos amontonados durante años y corregir un problema común a todos los medios: la distorsión del lenguaje al que se ha vaciado de todo lo que significa: historia, cultura, filosofía, teología… No podemos permitir que nuestros niños y jóvenes vean solos la televisión o internet porque estos son invitados que muchísimas veces deseducan y deforman sus infantiles y juveniles mentes si un adulto no está presente como contrapeso ¡menudos rollos televisivos me he tenido que tragar durante años!
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Lo principal que aporta la gracia al logos periodístico es el sentido objetivo de la realidad de los hechos y la comprensión de los fenómenos morales que subyacen bajo los mismos.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
Es lógico que abunde la subjetividad y la visión ideologizada de los hechos en el periodismo de una sociedad que rechaza al Logos
ResponderEliminarLa razón, tras la Caída, ha perdido el sentido de lo real. Se halla ofuscada.
Y necesita de potencia sobrenatural para ser capaz de observar correctamene los hechos y poder ver sus causas.
La gracia educa la mirada.
LAUS DEO