Traigo aquí un texto de Péguy que ya hace tiempo apareció en el blog como una catequesis contemplativa, poética, de la Revelación misma. Cristo, el Señor, es el Verbo encarnado, que pronuncia palabras divinas con sonidos humanos, audibles, perceptibles.
Habla, no calla; revela constantemente con el Misterio de su Persona, con los misterios que acontecieron en Él, con su palabra y con los signos-milagros que realizó.
Bendito Maestro, su carne humana permite que las más altas verdades, los tesoros de la sabiduría y la ciencia, los podamos recibir de manera comprensible, porque habla lenguaje humano.
Jesucristo, hija mía, no vino a nosotros para contarnos frivolidades.
Ya comprendes que no hizo el viaje a la tierra,
Un gran viaje, entre nosotros,
(Y estaba tan bien donde estaba).
(Antes de venir.
No tenía todas nuestras preocupaciones).
Ya comprendes que no hizo el viaje a la tierra,
Un gran viaje, entre nosotros,
(Y estaba tan bien donde estaba).
(Antes de venir.
No tenía todas nuestras preocupaciones).
Él no bajó a la tierra
Para contarnos chistes
Ni gracias.
No hay tiempo para divertirse.
De su vida carnal,
Los treinta años de su vida privada,
Los tres años de su vida pública,
Los tres días de su pasión y de su muerte,
(Y en el limbo los tres días de su sepulcro),
No puso, no empleó, no derrochó todo eso,
Sus treinta años de trabajo y sus tres años de predicación y sus tres días de pasión y muerte,
Sus treinta y tres años de oración,
Su encarnación, que es propiamente su encarnamiento,
Su hacerse carne y carnal, su hacerse hombre y su muerte en cruz y su sepultura,
Su encarnamiento y su suplicio,
Su vida de hombre y su vida de obrero y su vida de sacerdote y su vida de santo y su vida de mártir,
Su vida de fiel,
Su vida de Jesús,
Para venir luego (al mismo tiempo) a meternos chismes.
No puso, no empleó, no derrochó todo eso.
No hizo todo ese derroche
Considerable
Para venir a darnos, para darnos luego
Adivinanzas
Que adivinar
Como un mago.
Haciéndose el vivo.
No, no, hija mía, y Jesús tampoco nos ha dado unas palabras muertas
Que tengamos que guardar en pequeñas cajas
(O en grandes),
Y que tengamos que conservar en aceite rancio
Como momias de Egipto.
Jesucristo, hija mía, no nos entregó palabras en conserva
Para guardar,
Sino que nos entregó palabras vivas
Para alimentar.
Para contarnos chistes
Ni gracias.
No hay tiempo para divertirse.
No puso, no empleó, no derrochó
Los treinta y tres años de su vida terrestre,De su vida carnal,
Los treinta años de su vida privada,
Los tres años de su vida pública,
Los tres días de su pasión y de su muerte,
(Y en el limbo los tres días de su sepulcro),
No puso, no empleó, no derrochó todo eso,
Sus treinta años de trabajo y sus tres años de predicación y sus tres días de pasión y muerte,
Sus treinta y tres años de oración,
Su encarnación, que es propiamente su encarnamiento,
Su hacerse carne y carnal, su hacerse hombre y su muerte en cruz y su sepultura,
Su encarnamiento y su suplicio,
Su vida de hombre y su vida de obrero y su vida de sacerdote y su vida de santo y su vida de mártir,
Su vida de fiel,
Su vida de Jesús,
Para venir luego (al mismo tiempo) a meternos chismes.
No puso, no empleó, no derrochó todo eso.
No hizo todo ese derroche
Considerable
Para venir a darnos, para darnos luego
Adivinanzas
Que adivinar
Como un mago.
Haciéndose el vivo.
No, no, hija mía, y Jesús tampoco nos ha dado unas palabras muertas
Que tengamos que guardar en pequeñas cajas
(O en grandes),
Y que tengamos que conservar en aceite rancio
Como momias de Egipto.
Jesucristo, hija mía, no nos entregó palabras en conserva
Para guardar,
Sino que nos entregó palabras vivas
Para alimentar.
(Péguy, El pórtico de la segunda virtud).
Palabras vivas.
ResponderEliminarPorque Él es la Palabra del Padre que tanto le ama y tanto nos ama que nos lo entregó, sabiendo que íbamos a maltratarle y a matarle...
Palabras vivas, doradas, relucientes, divinas, portentosas... que todo cuanto rozan, queda hecho OBRA DE DIOS...
¡Señor, haz que tu Palabra se encarne de nuevo en cada una de nuestras vidas y vengamos a ser alabanza de tu santo Nombre, por los siglos! Amén.
Para Péguy nada es mas simple que la Palabra de Dios; vuelve una y otra vez a su Presencia insistiendo en su Encarnación y en su Providencia, une y encuadra las piedras de su teología para finalmente colocar como clave de bóveda su principal pensamiento: en el “principio esperaza" desemboca todo.
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Qué bien que se quedara entre nosotros para tenerlo como ejemplo, así nos sería ménos difícil poder seguiLo y amarLo. Aún así nos cuesta, como en el evangelio de hoy, seguiLo.
ResponderEliminarPreciosa entrada, D. Javier.
Muy feliz día de cabalgata para todos. Que los Reyes les traigan muchas cosas buenas.
"Nos entregó palabras vivas para alimentar"
ResponderEliminarPorque no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Hoy, con la perspectiva que van dando los años, puedo decir que su Palabra se cumple, que se puede uno fiar de ella, que se le puede dar crédito porque su Palabra es la Verdad, sus Palabras no pasarán.
Y más vale darle credibilidad cuando uno es joven, que no darse cuenta de mayor. (Aunque nunca es tarde)
Veo la necesidad de rumiarla, entendiéndola, o a veces sin entenderla, pero guardándola siempre en el corazón como María y orando intensamente porque a su debido tiempo se cumplirá.
Espero la gracia para poder hacerlo en este 2012 recién estrenado.
Que el Señor nos bendiga y nos guarde,
nos muestre su rostro y nos conceda la paz.
Felicitas:
ResponderEliminarEl Verbo, ciertamente, ha de tomar forma en nosotros, crecer, encarnarse en la existencia creyente. Ya es tarea nuestra orar para acoger al Verbo, meditar para que su Palabra sea fecunda, obedecer para seguir sus inspiraciones... y abrir nuestras oscuridades y debilidades para que el Verbo consuele y reconforte.
Julia María:
ResponderEliminar¡Bello es el "principio esperanza"!
Sus páginas más bellas, de Péguy, las tiene en este blog pinchando en la etiqueta "esperanza". A mí me seducen esas palabras.
Capuchino:
ResponderEliminarSe hizo así de pequeño y accesible para que sea fácil conocerlo, amarlo, seguirlo, imitarlo, quererlo.
(Los Reyes este año han estado muy pobres conmigo: ¡ni carbón para el incensario!)
Aprendiz 2:
ResponderEliminarTarea de toda la vida es escuchar esa Palabra; ella se cumple, pero a su ritmo que no es el nuestro.
¡Éste es mi Hijo amado, escuchadlo!