El concepto gloria es empleado muchas veces como sinónimo de
poder de Dios, como la fuerza salvadora de Dios que se manifiesta en la
historia, interviniendo en bien de su pueblo elegido, librándolo de la
esclavitud del Faraón, devolviendo a su patria a los deportados de Babilonia.
Pero un poder (gloria de Dios) entendido siempre como amor entrañable:
Oh Dios que manifiestas
especialmente tu poder en el perdón y la misericordia[1]
Gloria es, asimismo, la majestad de Dios. Cuando se quiere
expresar cómo Dios es Altísimo, el Señor, se emplea el término gloria,
revelando así su majestad; Dios es el único Señor, el rey de la gloria, y
cantarán los salmos: "viene el Señor, vestido de majestad, ceñido de
poder" (Sal 92,1). Una majestad que es única, puesto que es atributo
divino[2], exclusivo del Señor. Nos
remitimos a la exégesis del texto profético: la majestad de Dios que vuelve a
la ciudad santa desde el oriente.
La santidad de Dios es también expresada con el término
gloria; santidad que se traduce por misericordia, lealtad y fidelidad de Dios a
su pueblo y a la alianza que Él realizó porque es eterna su misericordia.
Una santidad expresada por la gloria para indicarnos las entrañas de madre que
Dios tiene.
Dios es
el Padre Santo que revela su gloria en la cruz y resurrección de su propio
Hijo... La gloria de Dios llena toda la tierra porque Jesús exaltado "lo
atrae todo hacia sí". Así pues, la santidad de Dios está íntimamente unida
con su inmenso amor tal como se revela en el amor de Jesús que da su vida
propia[3].
La presencia de Dios, que el pueblo ha experimentado en su
historia, su cercanía, es expuesta con el teologúmeno gloria. Contemplar la
gloria de Dios es estar en presencia de Dios, un Dios consolador,
misericordioso.
Más aún, la gloria, revelando la presencia de Dios, es sinónimo
de Dios mismo, y nadie puede contemplar (en el AT) la gloria de Dios porque es
ver a Dios cara a cara y "ningún mortal puede ver mi rostro y quedar
con vida".
Éstos son los significados que el AT atribuye al concepto
gloria referido a Dios; son un vehículo magnífico para expresar luego la
presencia y el ser de Jesucristo.
[2] "La
gloria es un bien que Dios posee, una perfección divina amplia y variamente
manifestada a lo largo de la historia de la revelación. Concentra gran riqueza
de aspectos y matices: la luz, el esplendor, la majestad, la grandeza, el
poder, la riqueza, el reino divinos" en FIERRO, A. op. cit., pág. 91.
No hay comentarios:
Publicar un comentario