3. Vamos al Concilio Vaticano II. Este
Concilio, tan aludido y tan poco estudiado (algunos se quedaron en un etéreo
“espíritu del Concilio”), marca muy claro la necesidad de una formación en la
liturgia.
a) Requiere, en primer lugar, buenos especialistas, formados en liturgia,
para el servicio diocesano y para la docencia: “Los profesores que se elijan
para enseñar la asignatura de sagrada Liturgia en los seminarios, casas de
estudios de los religiosos y facultades teológicas, deben formarse a conciencia
para su misión en institutos destinados especialmente a ello” (SC 15).
b)
En segundo lugar, pensando en el bien del pueblo santo de Dios, el Concilio
Vaticano II reclama la formación
litúrgica de los sacerdotes, imbuidos de la teología y de la espiritualidad
de la liturgia. Expone cómo la asignatura de liturgia debe ser presentada desde
distintos ángulos y su conexión con los demás tratados teológicos, subrayando,
para asombro de algunos, que debe considerarse de las “materias más necesarias
y más importantes”, sí, ¡la asignatura de liturgia!:
“La asignatura de sagrada Liturgia se debe considerar entre las materias necesarias y más importantes en los seminarios y casas de estudio de los religiosos, y entre las asignaturas principales en las facultades teológicas. Se explicará tanto bajo el aspecto teológico e histórico como bajo el aspecto espiritual, pastoral y jurídico. Además, los profesores de las otras asignaturas, sobre todo de Teología dogmática, Sagrada Escritura, Teología espiritual y pastoral, procurarán exponer el misterio de Cristo y la historia de la salvación, partiendo de las exigencias intrínsecas del objeto propio de cada asignatura, de modo que quede bien clara su conexión con la Liturgia y la unidad de la formación sacerdotal” (SC 16).
Por
extensión, son válidos estos principios para la asignatura de Liturgia
impartida en otros Centros académicos para religiosos y religiosas y para
seglares, como los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas. ¡Tal debe ser
el cuidado e importancia de esta asignatura! La Iglesia ha dedicado varios
documentos señalando los contenidos y objetivos de esta asignatura que veremos
en otra ocasión[1].
c)
En tercer y último lugar, la formación
de todo el pueblo cristiano: también es necesaria, es imprescindible.
Comenzando por aquellos que tienen la misión de educar, catequistas y maestros,
así como de equipos de liturgia, coro parroquial, lectores, acólitos, salmistas,
ministros extraordinarios de la comunión, diputados de culto de Hermandades y
cofradías, responsables de Asociaciones de fieles, etc., hasta llegar a todos
los fieles de una parroquia: “Los pastores de almas fomenten con diligencia y
paciencia la educación litúrgica… Guíen a su rebaño no sólo de palabra, sino
también con el ejemplo” (SC 19).
Juan
Pablo II se alegraba de cómo la
Iglesia “alienta la formación de ministros, lectores,
cantores y comentadores, que desempeñan un auténtico ministerio litúrgico” (VQA
10) y exhortaba claramente: “El cometido más urgente es el de la formación
bíblica y litúrgica del pueblo de Dios: pastores y fieles… Esta es una obra a
largo plazo, la cual debe empezar en los Seminarios y Casas de formación y
continuar durante toda la vida sacerdotal. Esta misma formación, adaptada a su
estado, es también indispensable para los laicos” (VQA 15).
Hay,
pues, que dedicar mucho a la formación litúrgica; sean estos artículos un medio
modesto pero riguroso para contribuir a ella.
[1] Los documentos del
Magisterio ofrecen perfectamente el programa de esta asignatura de Liturgia,
destacando los objetivos que hay que alcanzar: Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, de 1985, n. 79; Instrucción sobre la formación litúrgica en
los Seminarios, de 1979, II parte y el Apéndice con las materias de
liturgia. Por su parte, la Conferencia
Episcopal española elaboró el Plan de Formación para los
Seminarios Mayores, en 1996, abordando la Liturgia, la trata con mucha menos extensión que la Ratio y que la Instrucción anterior
de la Cong.
para la Educación Católica,
en el n. 108; más extensa y mejor elaborada es la parte que se dedica a la
liturgia en la formación espiritual de los seminaristas (nn. 76-83) que en la
académica, donde ya no parece que la asignatura de liturgia sea tenida entre
las más principales como pedía la
SC 16.
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