viernes, 10 de septiembre de 2021

Mecanismos de la liturgia (I)



A veces se escucha o se lee, con tremenda audacia, que “la liturgia es complicada y extraña”, y quienes así opinan no tienen reparos ninguno en modificarla, o en introducir elementos que les parecen más “sencillos” y comprensibles, o también en reducir su vitalidad e importancia en favor de elementos devocionales o estéticos.



Subyace en el fondo una radical incomprensión de la naturaleza y de las líneas teológicas y espirituales tanto de la liturgia como del año litúrgico, y se vive la liturgia como un ceremonial que hay que cumplir sacrificada y aburridamente, mientras que para la fe son mejores otras cosas y otros elementos.

Piensan, quienes así hablan, que la liturgia es para gente muy refinada espiritualmente, muy formada, pero que para los demás, la gran masa del pueblo cristiano, el pueblo santo de Dios, la liturgia no es pastoral, no es educativa, no es espiritual. Sin embargo, dichas opiniones reflejan en quienes las defienden, una gran ignorancia.

Si consideramos las leyes litúrgicas, aquellos principios que rigen la vida litúrgica de la Iglesia, comprenderemos mejor qué es la liturgia y cómo ni es complicada ni es extraña.


  
          1. La liturgia juega con la repetición. Cada año repite los mismos textos litúrgicos, las mismas oraciones y prefacios, los mismos cantos, y esa repetición permite vivir cada domingo o cada tiempo litúrgico con resonancias propias. Esa repetición permite una asimilación paulatina, avanzando en meditar, oír y comprender sus contenidos; es, como dice la oración colecta del I domingo cuaresmal, “avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud”.

Que algo se repita no es malo; difícilmente la inteligencia puede estar adaptándose a continuas novedades y asimilarlas o estar atenta a cada improvisación y creatividad. 

La repetición garantiza un depósito permanente, que ya se ha escuchado y se conoce, pero que se vuelve a él extrayendo nuevas riquezas; se proclaman los textos y despiertan en nosotros lo ya adquirido y vivido en otras ocasiones, pero que ahora suenan de nuevo con fuerza.


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