A veces se escucha o se lee, con tremenda
audacia, que “la liturgia es complicada y extraña”, y quienes así opinan no
tienen reparos ninguno en modificarla, o en introducir elementos que les
parecen más “sencillos” y comprensibles, o también en reducir su vitalidad e
importancia en favor de elementos devocionales o estéticos.
Subyace
en el fondo una radical incomprensión de la naturaleza y de las líneas
teológicas y espirituales tanto de la liturgia como del año litúrgico, y se
vive la liturgia como un ceremonial que hay que cumplir sacrificada y
aburridamente, mientras que para la fe son mejores otras cosas y otros
elementos.
Piensan,
quienes así hablan, que la liturgia es para gente muy refinada espiritualmente,
muy formada, pero que para los demás, la gran masa del pueblo cristiano, el
pueblo santo de Dios, la liturgia no es pastoral, no es educativa, no es
espiritual. Sin embargo, dichas opiniones reflejan en quienes las defienden,
una gran ignorancia.
Si
consideramos las leyes litúrgicas, aquellos principios que rigen la vida
litúrgica de la Iglesia,
comprenderemos mejor qué es la liturgia y cómo ni es complicada ni es extraña.
1.
La liturgia juega con la repetición.
Cada año repite los mismos textos litúrgicos, las mismas oraciones y prefacios,
los mismos cantos, y esa repetición permite vivir cada domingo o cada tiempo
litúrgico con resonancias propias. Esa repetición permite una asimilación
paulatina, avanzando en meditar, oír y comprender sus contenidos; es, como dice
la oración colecta del I domingo cuaresmal, “avanzar en la inteligencia del
misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud”.
Que
algo se repita no es malo; difícilmente la inteligencia puede estar adaptándose
a continuas novedades y asimilarlas o estar atenta a cada improvisación y
creatividad.
La repetición garantiza un depósito permanente, que ya se ha
escuchado y se conoce, pero que se vuelve a él extrayendo nuevas riquezas; se
proclaman los textos y despiertan en nosotros lo ya adquirido y vivido en otras
ocasiones, pero que ahora suenan de nuevo con fuerza.
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