lunes, 29 de mayo de 2017

El mundo de la santidad (Palabras sobre la santidad - XXXIX)

Los santos son aquellos que han generado un nuevo mundo, lleno de Dios y, a la vez, de finísima humanidad, porque ellos no eran de este mundo, carnales, con mentalidad mundana, sino de aquel mundo luminoso que es la Gloria de Dios.

En los santos ha brillado la luz de Dios, aquel reflejo que anuncia el cielo nuevo y la tierra nueva, la obra plena de Dios, la renovación de todas las cosas en Cristo.

Vivieron entre nosotros, son de nuestra raza, de nuestra naturaleza, viatores, caminantes al igual que nosotros, pero ahora están en la meta, en el mundo verdadero por el que soñaron y lucharon y fueron fieles: el mundo de la Santidad divina, de la Belleza que los envuelve. 

¿Y ahora se desentenderán de nosotros, pobres mortales?
¿Se olvidarán de este mundo y esta tierra, de sus hermanos que peregrinamos?

Ahora es el momento de una conversación con ellos, de un diálogo ininterrumpido y eficaz: lo divino y lo humano comunicándose, el cielo y la tierra en diálogo, los hermanos santos con sus hermanos llamados a serlo:


"Son maestros nuestros, modelos, amigos, protectores... El mundo de los santos –situado ya fuera del tiempo- es un mundo de maravilla abierto al coloquio y a la amistad fraterna" (Pablo VI, Homilía en la beatificación de Juan Nepomuceno Newmann, 13-octubre-1963).

Ellos no son inalcanzables, ni lejanos, ni inaccesibles, ni indiferentes a nuestras luchas, a nuestros combates, a nuestras necesidades, a nuestras intenciones, a nuestras esperanzas.

Muy al contrario: son hermanos, son amigos, y están abiertos al coloquio fraterno, a la confidencia. Se les puede hablar, se les puede rezar, se puede contar con ellos.

¿Quiénes son, pues, los santos? 

Aquellos que han sido realmente buenos pero no con una mera bondad natural, sino que han vivido y participado de la Bondad de Dios. La Iglesia los reconoce como santos, como destellos de la Bondad de Dios:

"La Iglesia reconoce y ahora, asiste y santifica a todos los grupos de personas, a todas las almas, a todas las particulares condiciones y todas las buenas almas, a todas las particulares condiciones y todas las buenas actividades humanas" (Pablo VI, Alocución general, 16-octubre-1963).

Quienes se dejan, y acceden, y colaboran, son santificados por la Iglesia para participar de esa bondad y ser, realmente, almas buenas en el mundo. Ellos serán el signo del nuevo cielo y de la nueva tierra; serán el reflejo de cuán bueno es el Señor.

Ese, y no otro, es el mundo de la santidad: Dios y su Bondad, Dios y su Belleza.


1 comentario:

  1. Qué real y qué bello: "Ahora es el momento de una conversación con ellos, de un diálogo ininterrumpido y eficaz: lo divino y lo humano comunicándose, el cielo y la tierra en diálogo, los hermanos santos con sus hermanos llamados a serlo".

    En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo. Aleluya (delas antífonas de Laudes).



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