viernes, 9 de mayo de 2014

Salmo 105: un salmo histórico

Con el salmo de hoy, salmo 105, tenemos una nueva característica de los salmos.

Hay salmos que son plegarias dirigidas directamente a Dios. Por ejemplo, hay salmos, muchos, que están por completo dirigidos a Dios: “Señor, date prisa en socorrerme; tú me salvaste”. Hay otros salmos que no están dirigidos directamente a Dios, sino como decía el papa Pablo VI, “no dirigidos a Dios, sino que se cantan delante de Dios”, y siguen siendo oración.

 Los llamados salmos históricos son ese tipo de canto que no están siendo una oración dirigida  de Dios: “tú Dios mío, me salvaste, tú Dios mío...”, sino que se cantan delante de Dios: “el Señor me salvó, el Señor hizo, el  Señor dejó de hacer...”  Estos salmos históricos que se cantan delante de Dios, pero que no van dirigidos en el lenguaje a Dios, suelen ser muy largos en el número de versículos. Y lo que hacen es mirar atrás y ver todas las cosas que les han ocurrido como venidas de la mano de Dios, aunque en su momento no lo entendieran. Tampoco tenemos siempre la asistencia directa del Espíritu Santo: hay muchas cosas que nos ocurren y no las entendemos,  pasan los años y decimos: “¡Ah! El Señor permitió esto por esto”. Y esto es lo que hacen estos salmos, interpretar la historia viéndola como una obra de Dios, una actuación de Dios.

 El salmo está contando lo que ocurrió al pueblo de Israel, y los castigos, es decir, las cosas que ocurrieron y que ellos luego interpretan como pensando que “El Señor nos estuvo corrigiendo para que nos diéramos cuenta”.


Por eso dice el salmo cantando lo que hicieron sus antecesores: “No exterminaron a los pueblos que el Señor les había mandado”. Es un lenguaje del Antiguo Testamento, nosotros lo tendremos que interpretar de modo espiritual, pero ciñéndonos sólo a la letra, el Señor les encarga que exterminen a los pueblos porque son enemigos y son paganos. ¡Ojo! Estamos hablando de un escrito de varios siglos antes de Cristo, no lo podemos interpretar con nuestros criterios de hoy. Pero el pueblo de Israel dice: “¿Nosotros nos vamos a enfrentar y los vamos a matar? Mejor que nos llevemos bien. Esto de la fe en el Dios único habrá que verlo”.


“No exterminaron a los pueblos que el Señor les había mandado; emparentaron con los gentiles”. Cosa que el  Señor se lo había prohibido. ¡Pues “emparentaron con los gentiles”! “Imitaron sus costumbres”, las costumbres paganas, cosas que ahora nos presentan como la última moda, como el aborto, la poligamia, el divorcio, la idolatría, las supersticiones. “Imitaron sus costumbres”. Allí se sacrificaba un hijo ante el altar del ídolo, se le ofrecía al dios. Eso estaba prohibido por la ley de Israel.

“Imitaron sus costumbres. Adoraron sus ídolos y cayeron en sus lazos”. “Inmolaron a los demonios sus hijos y sus hijas. Se mancharon con sus acciones y se prostituyeron con sus maldades”. Hay una imagen clásica en la Escritura que habla del amor de Dios con Israel como el amor del Esposo con la Esposa, entonces la prostitución es irse con otro dios, un dios falso, un ídolo que no es el Señor. Se prostituyeron.

Y el Señor ya no aguantó más. Aquí se usa un lenguaje humano para explicar lo que el Señor sentía: “La ira del Señor se encendió contra su pueblo y aborreció su heredad”. O dicho de otro modo: ¡Se cansó el Señor! O sea, “todo lo que yo  he hecho ¿y así me están respondiendo una y otra vez?” “Aborreció su heredad”

Y dice el salmista: “Cuántas veces los libró”. ¡Cuántas cosas hizo el Señor por Israel! ¡Cuántas veces los libró! Pero ellos “obstinados en su actitud, perecían por sus culpas”. Pero el Señor “miró su angustia”, miró cómo estaba el pueblo, que no podía más, “y escuchó sus gritos”. Siempre el Señor se conmueve, ¡siempre! La misericordia de Dios es más grande que su justicia. ¡Siempre!

Leed luego con tranquilidad en un rato de oración, esta noche, esta mañana, con este salmo 105. Descubrid cómo se canta el salmo, cómo se interpreta la historia, y vayamos aprendiendo también nosotros a interpretar así nuestra propia historia, la que Dios hace con cada uno de nosotros.

2 comentarios:

  1. Este dios progresista actual requiere sacrificios humanos de niños indefensos y ancianos enfermos, para empezar, es igual que los antiguos. Me da por pensar que DIOS no necesita castigar al hombre. El hombre se basta solo para castigarse a sí mismo. Para eso el hombre no necesita la ayuda de DIOS. El hombre, en el uso de la libertad se autodestruye sin ayuda, al prescindir de DIOS, que es la LIBERTAD misma.
    Eso de cargar a DIOS, con la culpa, es muy humano, cada vez que evita asumir las consecuencias de sus decisiones libremente elegidas. Y eso pasa desde el principio. Adán le dijo a DIOS, esa mujer que TU me has dado, tiene la culpa del pecado. Ser libre está muy bien, asumir las consecuencias de la libertad, que las asuma otro.
    Los salmos son tan actuales, tan vivos. Y es que, tengo para mi, que la naturaleza humana será la misma hasta el fin de los tiempos. Por eso, poner nuestra LIBERTAD en las manos de la acción de la GRACIA, nos asegura la LIBERTAD, la FIDELIDAD, y afianza siempre nuestra relación con CRISTO. Eso de que la LIBERTAD es la elección del BIEN, a través del conocimiento, ayuda a poner en claro las cosas. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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  2. Me encantan los salmos históricos que se cantan ante Dios y, también, ante los otros hombres. Son oración agradecida porque “me librante de la trampa del cazador” y porque, como nos dice el libro de los Proverbios, “el Señor reprende a los que ama como un padre a su hijo muy querido”.

    En esa imagen dulzarrona del hombre y de Dios que arranca de la modernidad y ha llegado a su máxima expresión en la posmodernidad, se le niega al padre biológico el deber/derecho de castigar a su hijo y, cómo no, se le niega a Dios el deber/derecho de castigar a sus criaturas racionales y, entre ellas, a su hijos, cómo si nosotros, los hombres en general y los cristianos en particular, tuviésemos algún poder para negarle a Dios ejercer sus derechos o facultad para “legislar” sobre sus deberes.

    Qué lejos estamos de la petición de san Luis Beltrán que, citando a san Agustín, decía: “Quema Señor aquí; corta aquí; no perdones aquí para que puedas perdonar eternamente”. Dios castiga y su castigo es saludable para aquellos que, aceptándolo, a través de los años de una vida reflexionada lo recordarán con agradecimiento y lo enseñarán a sus hijos.

    “emparentaron con los gentiles”. Gran error que sigue cometiendo el pueblo de Dios que parece desconocer la diferencia que existe entre el respeto a la persona (no a las ideas) y “emparentar” con ella (“tolerancia” con las ideas).

    Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por que nos has herido sin remedio?.... Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti (de Laudes).





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