La liturgia, con sus oraciones y
ritos, se convierte en la mejor escuela de vida cristiana, el ámbito en que se
forja el espíritu cristiano y, por la fuerza de la misma liturgia, sin
necesidad de otros añadidos, es la mejor catequesis y la mejor cátedra de
teología.
Ahora,
en Pascua, nos abre el espíritu y mueve nuestro deseo hacia las insondables
riquezas del Espíritu Santo. La pneumatología –o tratado sobre el Espíritu
Santo- halla aquí recursos constantes, pinceladas a base de oración y súplica.
Toda la Pascua
es tiempo del Espíritu y su culmen es la santa fiesta de Pentecostés, donde
Cristo desde el Padre entrega su gran Don pascual, derramando el Espíritu
prometido.
La
petición de la Iglesia
es vivir con el fuego del Espíritu Santo que abrasa, purifica e ilumina: “Tú
que por medio de tu Hijo resucitado has derramado sobre el mundo el Espíritu
Santo, enciende nuestros corazones con el fuego de este mismo Espíritu” (Lun
II); Cristo es el Mediador que asegura la perenne efusión del Espíritu.
La
acción del Espíritu Santo es purificadora; quema los restos de egoísmo
otorgándonos una caridad diligente y activa: “Haz, Señor, que la fuerza del
Espíritu Santo nos purifique y nos fortalezca” (Mier II). El Espíritu todo lo
renueva, superando lo caduco en nosotros, aquello que está muerto o paralizado,
y de ese modo nos transforma y nos defiende del pecado y del Maligno: “Tú que
te apareciste repetidas veces a los apóstoles y les comunicaste el Espíritu
Santo, renuévanos por el Espíritu Defensor” (Mart III).
En el día de la Ascensión, la Iglesia recuerda las
palabras de Jesucristo sobre el Espíritu, y pide que se derrame abundantemente
para la misión eclesial y la evangelización confiada por el Señor: “Tú que en
el día de hoy prometiste a los apóstoles el Espíritu Santo, para que fueran tus
testigos hasta los confines del mundo, con la fuerza de este mismo Espíritu
robustece también nuestro testimonio cristiano” (Ascens).
La intensidad de la súplica
aumenta durante el VII Domingo de Pascua (si no se celebra la Ascensión trasladada al
domingo) y durante toda la VII
semana de la Pascua;
la oración litúrgica evoca el Cenáculo donde María y los apóstoles están
convocados en súplica y preparación a Pentecostés.
Hace un tiempito que el ESPÍRITU ha llegado, pero parece que a algunos no nos encuentra muy propicios. Transformarnos de piedra a carne lleva su tiempo. todo se andará. El ESPÍRITU está en ello. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.
ResponderEliminar“La liturgia, con sus oraciones y ritos, se convierte en la mejor escuela de vida cristiana…” Discrepo de cómo se expresa este primer párrafo. Únicamente si se comprende, se vive lo que realmente es la liturgia católica, por lo que no se puede desconectar la liturgia de la doctrina. En consecuencia, sólo resultará una buena catequesis y cátedra si quien participa en la liturgia tiene o busca una sólida doctrina en las textos en los que la puede encontrar.
ResponderEliminarDurante bastantes años se ha rechazado la forma de vivir la liturgia por nuestros antecesores, abuelos, bisabuelos reprochándoles que la vivían de una forma mecánica, externa… por decirlo de algún modo. Hoy muchos católicos no viven la liturgia porque no la comprenden, no están formados doctrinalmente, no saben (y a veces se pregunta uno si no quieren saber) qué se está celebrando, por qué y para qué; de que suceda esto todos somos responsables, tanto pastores como fieles.
Y Jesús inclinó la cabeza a la hora de nona. Hora de gracia, en que Dios da su paz a la tierra por la sangre de Cristo. Amén
Julia María:
Eliminar¿discrepa?
La primera afirmación significa que la liturgia misma, como llovizna, impregna a la persona que participa en ella, de manera fina y persistente.
Claro que -como vd. señala- si se está con "chubasquero" o con un "paraguas" duratne la liturgia, impermeable, no hay manera...
Mi "discrepancia" se refiere a que por si misma la liturgia no significa nada para aquel que no la comprende (acciones especiales de Dios al margen) y que, por esa razón, no puede desconectarse la liturgia de la doctrina. Ejemplo de enseñanza para entender: el diácono Felipe enseñando las escrituras al etíope; san Pablo, "Y, ¿cómo creerán sin haber oído de Él? Y ¿cómo oirán si nadie les predica?"
Eliminar¿Entienden la liturgia quienes niegan la presencia real de Cristo en la Eucaristía? ¿La entienden quienes consideran que la Eucaristía es únicamente un recuerdo de los que hizo Jesús? ¿Los que así interpretan sus palabras: "haced esto en memoria mía"?...
Ven, Espíritu Santo,
ResponderEliminarLlena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.
Añado la oración final:
EliminarOh Dios que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, danos siempre de ese mismo Espíritu para gustar el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor.
Y todos dicen: AMÉN.